«The Woman Who Left» (2016)

Lav Diaz, by wise_kwai

    He oído decir reiteradamente de Lav Diaz que es un magnífico director. Digo que lo he oído porque «The Woman Who Left» es el primer filme suyo que he tenido el placer de disfrutar y no va a tener uno la desfachatez de generalizar y ponerse a hacer un estudio de sus bondades con solo una muestra. 

    La verdad es que, las películas de Diaz, son sin duda de las que tiran para atrás: filipino, exponente del cine lento, fotografía en blanco y negro y de una duración que haría palidecer de insignificancia a «Lo que el viento se llevó». De hecho, «The Woman Who Left» (con la que rompí mi virginidad con el director), a pesar de sus 3 horas y 48 minutos de eslora, se encuentra de largo, entre las más cortas. Y gracias a la generosidad de Diaz al realizar un filme de menos de cinco o seis horas creo fehacientemente que ha conseguido un nuevo acólito.

    Aunque Diaz lleva rodando desde la década de los noventa del pasado siglo, su cine permanecía desconocido en occidente hasta 2013, cuando su película «Norte, The End of History» fue seleccionada para su proyección en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes. No pasó entonces a ser director de masas como es fácil de entender, si bien su obra comenzó a acumular galardones en diferentes festivales; el último el año pasado con la cinta que nos ocupa, que se alzó con el León de Oro en el festival de Venecia. Sigue leyendo

Educación gratuita, obligatoria

Material escolar, by Poison_Ivy

  • 3 paquetes de folios de fotocopiadora
  • 4 libretas de cuadros, cuartilla espiral
  • 4 libretas de dos rayas mediana tamaño cuartilla espiral
  • 3 lápices de escribir
  • 4 gomas de borrar
  • 4 pegamentos
  • 2 tijeras
  • 1 estuche
  • 5 sacapuntas
  • 3 cajas de ceras
  • 2 rotuladores

    En el patio del colegio, Teresa observa la lista absorta; se muerde el labio inferior, suspira profundamente y se rasca la sien sintiéndose como si acabaran de obligarla, manu militari, a donar una parte de la nada que tiene a El Corte Inglés o al Carrefour, que dicen por ahí que son más económicos que cualquier librería de barrio. Se acuerda del cheque libro y de la madre que los parió mientras revisa el primer folio de las hojas sujetas en el borde izquierdo con un clip y pasa a leer, con más pena que su primo cantando por soleares, lo escrito en el segundo. La lista de Juani, en segundo de la ESO.

  • 8 cuadernos grandes de rayas
  • 4 cuadernos grandes de cuadros
  • 1 carpeta azul
  • 200 folios
  • 2 bolígrafos azules, 2 rojos. 2 negros y uno verde
  • 1 caja de ceras
  • 1 de lápices de colores
  • 1 de rotuladores
  • 2 lápices
  • 1 goma
  • 1 sacapuntas
  • 1 diccionario
  • 1 compás
  • 1 juego de reglas
  • 10 fundas de plástico

     Traga saliva, vuelve a tomar aliento y decide que el tercer folio lo va a leer Sanani el de las tortas. Sigue leyendo

«La» limpieza

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“Guía de la buena esposa” (1953)

    Cuando era niño, me pasaba las tardes de sábado viendo, de forma alterna en la 1 de televisión española, a los tres machos alfa por excelencia: Johnny Weismuller de tarzán, John Wayne de vaquero y Paco Martínez Soria de sí mismo. Alguna vez me castigó mi madre mandándome al cuarto por haberla liado parda en la comida y, con esa sabia crueldad que sólo son capaces de imponer con cariño la mujer que nos dio la vida, me dejaba sufrir más acoplado en el suelo del pasillo, la oreja pegada al salón escuchando el grito computerizado del Rey de los monos, los disparos de esas pistolas que nunca había que recargar o los chistes renuentes del actor turiasonense. Aún tengo en el recuerdo la escena de una de sus comedias. En el abogado estaban él y la mujer para la separación de bienes ante el inminente divorcio:

     –Las cosas que empiecen por la para ti y las que empiezan por el para mí.

     –El jabón para ti –comienza ella.

     –No, perdona, la pastilla de jabón.

     –Vale, pues para mí la televisión.

     –No, no, el televisor.

     Y así sucesivamente en el límite del absurdo. Y ahora me da por pensar que lo mismo no vendría mal que en todas las tareas domésticas las que necesitan útiles que empiezan por el o los las tuviera que hacer, aunque fuera por ley, el varón: fregar los platos, usar el cepillo y el recogedor, limpiar el frigorífico (aunque aquí lo mismo hay algún listo que quiere imitar a Martínez Soria y dice lo de la nevera). Sí es una exageración que no llevaría a buen puerto, pero voy a resumir un poco la escena mía de ayer, que no es de comedia ni de drama, aunque mucho dice.

     Comparto contexto: estamos de mudanza en la casa, que es lo que tiene de vez en cuando vivir de alquiler. Quedamos con la casera del nuevo piso, una mujer de mediana edad (es decir, que no tengo ni idea de cual) muy maja que había contratado a unos pintores (y una pintora) para dejar el piso cuanto menos apañadito y que lo viéramos después de concluida la faena. Nos encontramos en la cocina, frigorífico abierto, desenchufado y con necesidad de aseo por varios de sus costados; la dueña se dirige a Laura, la chica que me aguanta a pesar de conocerme:

     –Ahora lo que te queda es un buen tute de limpieza.

     Guardo silencio unos segundos, me sonrío y le digo:

     –Y yo, ¿puedo limpiar también?

     Me mira con cara rara, como fuera de contexto, y trato de enfocar el tema sin dejar de sonreír.

     –No sé, como se lo has dicho a ella.

     –Es verdad, estamos muy mal acostumbrados y damos por hecho de que lo va a hacer ella, gracias por el apunte.

     Nos queda remar. A unos y a otras, pero nunca es tarde. Hoy os dejo pronto, que estoy de mudanza y tengo que ponerme a limpiar, que no se diga.

Pedir permiso

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Respect Existence Or Expect Resistance | by seaternity

    Hasta hace cuatro días (y no estoy exagerando mucho, porque hago referencia al mes de marzo pasado) en el casto Diccionario de la Lengua Española si nos acercábamos a la quinta acepción de la palabra fácil, podíamos leer con estupor lo siguiente: «dicho especialmente de una mujer: Que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales». También incluía el diccionario de marras aquello de sexo débil como referido al conjunto de las mujeres, que aún se mantiene, pero añadiendo la connotación despectiva en su empleo.

    Por otro lado, tras la terrible alarma e indignación social provocados tras la condena a la autodenominada Manada (que hay quienes veríamos más apropiado nombrarlos de manera más específica como piara) por simple abuso sexual, Catalá fue corriendo a formar una comisión para revisar el concepto de violación reflejado en el Código Penal. Y para dicha comisión, como no, decidió elegir a veinte varones y a ninguna mujer, a pesar de que -aparte de la obvia estulticia per se– más del 50% del colegio de jueces y juezas sean mujeres y parece ser que con una media superior en sus calificaciones académicas. Como el presidente de dicha comisión era medianamente más sensato que el Ministro de Justicia, lo cual no es decir mucho, solicitó incluir a tres mujeres y el señor Catalá, muy cordial, dijo que sí, sin que se nos vaya a ocurrir entrar ahora en intrigantes debates sobre el perfil ideológico de dicha triada. Para muestra el botón de las tres juezas que acaban de sentenciar igualmente por abuso a un tipo que penetró a su sobrina de quince años ya que ella no se resistió.

    Y con tamaños precedentes, presentes y futuribles, lo raro es que nos extrañemos, si es que lo hacemos, de que se vean como naturales y ajustados a derecho determinados comportamientos que, en cualquier otro ámbito de la vida que no estuvieran relacionados con la consideración social hacia la mujer, serían puras barrabasadas. Sigue leyendo