Sin pelos en la lengua

Confident Boxer, by Matheus Ferrero

     No da la jerarquía eclesial demasiadas alegrías al personal como para enorgullecerse e ir por ahí a pecho descubierto soltando que es uno católico. Los medios de comunicación y los comentarios sesgados de determinados grupos de presión tampoco es que ayuden mucho, pero, haciendo un acopio de honestidad, las intervenciones de la prelatura ya se bastan por sí solas para que, cada vez que abren la boca, suba el pan con mayor inflación que la del Perú durante el primer mandato de Alan García. Corriendo un tupido velo sobre las más básicas nociones de historia acerca de las Cruzadas, la Inquisición o la evangelización de América, nos quedan las recientes y recurrentes acusaciones y condenas sobre pederastia, o las insensatas declaraciones del clero –es lo que suele pasar cuando se habla de aquello de lo que no se tiene la más mínima experiencia– sobre el sexo, el matrimonio o lo que les ha dado por llamar errónea y capciosamente ideología de género en lugar de perspectiva de género. Por más que tengamos que agradecer que el cabeza de cartel, el papa Francisco, es de lo mejor que ha dado la ganadería –perdón por la comparación– en las últimas décadas; pero cuando se transita por el fino hilo de los feminismos y del patriarcado, generalizando un poco, todos los gatos asotanados son pardos.

 

     Y de eso va la cosa: del feminismo, del patriarcado, del género y de teología. Sí, parece uno de esos juegos educativos en los que el alumnado tenía que averiguar qué palabra estaba fuera de contexto: «teología, teología», se oye responder al unísono. También son prejuicios, de los gordos, y hay momentos en los que no cuesta nada sentirse orgulloso de ser católico, feminista –o al menos andar en camino – e incluso hombre, que ya es. Este sábado 1 de diciembre fue uno de ellos, durante la celebración del Foro Cristianismo y Mundo de Hoy, del que mi parroquia es uno de los grupos convocantes y quien suscribe estas líneas uno de los miembros de la Comisión Permanente que coordina el encuentro. Dos teólogas feministas fueron las ponentes: Silvia Martínez Cano, presidenta de la Asociación de Teólogas de España, y Montserrat Escribano-Cárcel, que pertenece a su Junta directiva. Los currículos de ambas dan para otra entrada, por más que no las conozca ni el arzobispado de Madrid –al que pertenece Silvia–, que no sabía hasta el año pasado de la existencia de dicha asociación, que acaba de cumplir 25 años.

 

      No hubo pelillos en la lengua por parte de ninguna, ni en la contundencia ni en la firmeza, ni se les olvidó hablar de temas imprescindibles y supuestamente intocables como el movimiento LGTBIQ+ , el feminismo radical, el género, el modelo de familia tradicional o el aborto. No daba crédito, aunque haya de reconocer que era lo que pretendíamos, los ojos como platos y emocionado como un niño que acaba de ver el mar escuchando a las dos mujeres hablar sobre la cuarta ola del 8M, el #Metoo o los micromachismos.

 

      La iglesia no es como la pintan los medios de comunicación, la jerarquía a lo mejor un poco sí, pero del mismo modo que el partido que gobierna no representa a la sociedad, “nada tienen que ver las personas que creen con las jerarquías religiosas”, que decía en una entrevista Amelia Sanchís, profesora atea de Derecho Eclesiástico que también asistió al Foro.

 

      Pues eso, que soy católico, ya lo he dicho más de una vez. Y a mucha honra.

 

     De extra, por si alguno o alguna aún no se ha aburrido del todo de leer, comparto la introducción al Foro que tuvieron la inconsciencia de encargarme.

 

     Hace varios meses, en una entrevista, contaba un chiste Amelia Sanchís, profesora de Derecho Eclesiástico –es decir, una mujer en un mundo de hombres–, y que, por cierto, debe de estar por ahí sentada: “le pregunta una mujer a un sacerdote que por qué las mujeres no estamos en los altares. Y le responde: estáis en los bancos porque en el altar no cabríais”.

 

     Por eso, lo primero que tengo que hacer es pedir disculpas por ser precisamente yo, un varón blanco heterosexual y más rico que ¾ partes de la humanidad, es decir con cuatro privilegios del tirón, quien esté aquí arriba presentando un Foro cuyo tema gira en torno a la mitad de una población de la que no formo parte y que ha sufrido, a lo largo de la historia, muchas formas de discriminación y violencia por el mero hecho de ser mujer. Género al que, obviamente, de momento no pertenezco ni he experimentado.

 

     Lo segundo, quizá más grave, es que hayan tenido que pasar más de 10 años de celebración del Foro para abordar un tema relacionado directamente con la mujer. Un tema que, aún hoy, hace que nos pongamos a la defensiva y salten las alarmas acerca de cómo vamos a enfocar una cuestión tan delicada. Delicada, ¿para quién? Porque nunca nos ha preocupado hablar de exclusión social, por más que, por suerte o por desgracia, no haya personas que viven al margen entre quienes asistimos; o de la inmigración, aunque tampoco haya venido nunca una sola persona inmigrante o refugiada; o sobre países empobrecidos, de los que, la mayoría, solo hemos sabido de oídas o de visita. Pero las mujeres, que suponen aproximadamente un 80% de las personas que asisten al Foro –incluidos sacerdotes– no interesan tanto, no tienen una problemática concreta digna de tratar.

 

     Confiamos que este primer Foro dedicado a las mujeres en la Iglesia, nos sirva para romper, aunque sea un poco, los falsos mitos sobre el peligro de los feminismos, de la perspectiva de género y de que el sistema patriarcal es un invento de cuatro locas que no tenían otra cosa que hacer.

 

     (Y no queremos terminar esta presentación sin un recuerdo. Muchas son las personas que han formado parte de la Comisión Permanente que trata de coordinar un poco este encuentro; nombrarlas a todas puede suponer olvidar a alguien, pero este año es necesario recordar a nuestro hermano Rafa Yuste, jesuita destinado a Córdoba y que estaría aquí sentado en medio del grupo si no hubiera fallecido hace apenas un mes. Sigues presente en medio de nosotras).

 

     Bienvenidas al XI Foro Cristianismo y Mundo de Hoy.