Cosas que los hombres nunca oiremos (y por tanto es un privilegio)

    Soy consciente de que no todos los varones, ni mucho menos, van a ser capaces de entender cada viñeta. Seguro que el 99% de féminas, sí, aunque técnicamente debería de ser un cuadernillo de micromachismos para hombres.

    En fin, que así lo viven ellas y así lo sentimos algunos. Este cuadernillo está plenamente abierto a ampliaciones, solo basta que alguien me diga una frase para que la dibuje y la mete en la versión 2.0 y siguientes.

    Un abrazo veraniego, de manera muy especial a los no machotes alfa que tratan de vivir otras masculinidades, y a todas las mujeres que aguantan a los machotes alfa de comunes masculinidades.

     Puedes descargar el pinchando sobre el título o la imagen.

      Cosas que los hombres nunca oiremos

«Calvin y Hobbes» (1985-1995)

   Puede ser verdad aquello de que Bill Watterson, creador de la tira cómica que nos ocupa, beba de todas las fuentes bebibles, desde la sesuda y difícil sátira de Krazy Kat o Little Nemo pasando por los clásicos Peanuts o Mafalda, pero no es menos cierto que sus personajes Calvin y Hobbes tienen un estilo tan personal y original que, una vez pones en marcha el recorrido iniciático de sus páginas, no pasa demasiado tiempo hasta descubrir que no eres capaz de soltarlas.

    Watterson era publicista, un tipo que se aburría como una ostra en un trabajo que odiaba, y que dedicaba su tiempo libre a realizar tiras cómicas, su gran pasión. De editorial en editorial, de rechazo en rechazo, no renunció a su sueño hasta que en 1985 la Universal Press Syndicate comenzó a publicar las caricaturas de Calvin, un niño medio misántropo de seis años, y de Hobbes, su pragmático tigre de peluche. La importancia del pensamiento filosófico (y en buena parte trascendente) que desde un inicio pretendió insuflar Watterson en sus tiras cómicas es fácil de intuir habida cuenta de los nombres de ambos protagonistas, provenientes del teólogo Italo Calvino y del filósofo inglés Thomas Hobbes.

    Las constantes referencias de Calvin a la literatura, al arte, a la cultura o a la política han hecho de la obra de Watterson un referente para muchas generaciones como lo es Quino a través del personaje de Mafalda, aun sin centrar buena parte de las viñetas en la denuncia social o la crítica política. De todo, como en botica, puede encontrarse en las tiras de Watterson: la imaginación fuera de la realidad de un niño de seis años, sus problemas con Moe el matón del colegio, sus desavenencias con la señorita Carmona, o con las funciones que debería de ejercer su padre para no perder las próximas elecciones como progenitor, así como juegos de trineos o inventados por Calvin, pasando por temas de inaudita profundidad acerca de la amistad, la muerte, el sentido de la vida… Todo embadurnado de enormes dosis de cinismo.

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«¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?» (2013)

    La belleza no se puede explicar. Hay gente que lo intenta: quienes escriben, componen, incluso mindundis como yo. Pero, en realidad, como sucede con el amor, la esperanza o el placer, es imposible desbrozar el sentimiento, cada sensación, lo que nos provoca cada instante en el que se hace presente cualquiera de esos sentimientos. La belleza, el amor, la esperanza o el placer tienes que experimentarlos. La persona que escribe, compone o es mindundi como yo, sabe que todos los seres humanos hemos vivido en algún momento esas verdades intangibles y tienen capacidad de abstracción, por eso suele ser relativamente sencillo (y falso) el uso de comparaciones, de la hipérbole, mostrar las lágrimas o el gemido, y aún de forma más cutre colocar de fondo una música melancólica. Todo el mundo que no esté afectado por un trastorno lo entiende.

    Lo realmente difícil es hacer sentir desde el silencio, desde la nada, desde el puro trámite y la supuesta intrascendencia. «¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?», la novela gráfica que nos ocupa, tiene como título un obvia pregunta retórica que mucho tiene que ver con esos supuestos hechos intrascendentes: ¿quién leñes le va a zurcir los pantalones y hacerle los mejores platos al rey cuando está en la guerra? La madre, ¿quién si no?.

    Precisamente por todo a lo que hemos hecho referencia, se hace complejo, y hasta absurdo, escribir más de unas escasas líneas sobre este sencillo y espectacular cómic que va sobre la entregada vida de cuidados de una madre. Como podría ser cualquiera. Y por eso, porque no hay comparaciones, ni hipérboles, ni apenas lágrimas o gemidos, ni música melancólica de fondo, sino tan solo silencios y trámites es necesario leerla. Para entrar en esa nada de los cuidados y del amor que lo es todo, aunque nada diga.

     Puedes descargar la novela gráfica completa en castellano pinchando encima de la imagen.