Marica, y a mucha honra

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Knight and King by DanOstergren

      A Nazario le repele la palabra gay. Cuando habla del asunto parece que hasta se le pone la piel de gallina. “Soy maricón, punto, que parece que está mal visto”, afirma rotundamente. “Me río con un amigo que insiste en decir que es gay, y yo le digo que si eso es ser menos homosexual o algo”.

     Puede parecer una memez, pero detrás de esta afirmación del padre del cómic underground en España hay mucha tela que cortar. Desde su pequeña tribuna presentando su libro autobiográfico apostilla el tema varias veces. Se trata básicamente de lo que el/la gran Shangai Lily vino a llamar, desde la crítica más milimétrica, gaypitalismo: la creación de la marca Gay. Como no podía ser de otra manera, el capitalismo fagocita de manera especial aquello que le puede incluso causar repelús, lo implementa según sus propios intereses despiadados de consumo y normaliza de manera conspicua cualquier conato de denuncia social visibilizando lo políticamente correcto a fin de ocultar lo que no queda tan bien. Es hermoso poder salir del armario, pero mejor si lo haces bajo las condiciones que impongo (aunque no te des cuenta) y ya lo bordamos. Así, la sociedad comprende el amor libre, de persona a persona sin atender a géneros, y cada vez hay más artistas que resulta que, de la noche a la mañana, son gays o lesbianas, aunque no lo digan en público ni se regodeen con ello, por aquello de proteger la privacidad y que la orientación sexual es cosa de cada uno y cada una. Y la sociedad gaypitalista se hincha a hacer publicidad y a subir vídeos apoyando la libertad sexual, pero sin decir las palabras prohibidas en virtud de supuestos componentes peyorativos de los que no se hacen cargo los maricones y las bolleras de toda la vida, que las pasaron putas, y ahora se sienten con todo el derecho del mundo a odiar nada cordialmente los términos gay y lesbiana por el componente de aclamación popular que ellos suponen, mientras por la calle seguimos mirando con el rabillo del ojo a dos hombres que se besan o a una mariquita de las de antes (a las que también reivindica Nazario con rotundidad). Sigue leyendo

«L.A. Confidencial» (1990)

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James Ellroy by raschiabarile

    Como novelista debe de dar bastante coraje que te conozcan por la película, buenísima, que escribieron otros de alguna de tus obras. De lo peor: “¡ah, ¿pero está basada en un libro? Pues seguro que no es mejor que la peli”.

    James Ellroy, del que tenemos la suerte de que siga vivo mientras escribo estas líneas, nació en Los Ángeles en 1948. Su infancia transcurrió en la época ideal para que algún o algunos desalmados asesinaran a su madre mientras iba a la ciudad, dejándolos, a ella tirada en mitad de un descampado, y a él huérfano por partida doble. Nunca se llegó a descubrir a las personas responsables del crimen. Como es de suponer, tamaña experiencia, terrible y dramática donde las halla, marcó las preocupaciones vitales de Ellroy que se reflejan conspicuamente a lo largo de su obra: corrupción, violencia, desesperanza y nihilismo. Con estos adjetivos sobra decir cuál fue el género que le ayudó a espantar -o al menos asustar un poco- a sus fantasmas: novela noir, hard-boiled o como queramos llamarle.

    Y bueno, sí, la novela L.A. Confidencial es mejor que la película de Curtis Hanson (para los incorregibles diremos que, al menos, es igual). Aunque sea porque es anterior, aún más compleja y ácida y porque, como el porcentaje de lectores es infinitamente menor que el de cinéfilos, Ellroy no tuvo que pensar si aquel párrafo o aquella escena tan explícita iban a censurárselos o resultaría desagradable para el público. Sigue leyendo

Cómo, cuándo ¿y por qué?

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       Parte de noticias:

     “Tres jóvenes mueren en un accidente de tráfico al salirse su vehículo de la calzada. La elevada velocidad en un tramo de escasa visibilidad posibles causas del suceso”.

      “El golpe de Estado en Turquía fracasa tras la resistencia de la población en las calles. El Gobierno llama a sus seguidores a que continúen en las vías públicas para evitar nuevas intentonas”.

      Vaya, aquí mezclando churras con merinas, ¿no? Se trata de dejar unos minutos antes de continuar con la entretenida lectura de esta entradita para que el lector o lectora encuentre las diferencias entre una información y la otra. No vale que uno es un accidente y lo otro un golpe de estado.

      Vale, ya han pasado unos minutos y os estáis hartando. Doy una pista al respetable en dos preguntas consecutivas:

       1. ¿Por qué mueren los jóvenes en el accidente de tráfico?

       2. ¿Por qué se produce el golpe de estado? Sigue leyendo