«Surplus. Terrorismo de consumo» (2003)

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Consumed by Zillaan

    La felicidad de alcanzar un buen nivel de consumo.

    La dicha de tener un puesto de trabajo.

    La libertad que te otorgan ambos.

    El chute de realidad de conseguir sendos objetivos y sólo llegar a ser un autómata, un esclavo, un ser sometido a lo que marca la violencia del sistema. Acomodarse.

    Erik Gandini, en un contundente y sistemático documental, nos introduce con un estilo visual impactante y una música acompasada a golpe de martillo y de palabras acordes en el estresante y ansioso proceso de la alienación del individuo y de la masa hasta alcanzar el vórtice de la estulticia humana. Sigue leyendo

«A contracorriente» (2016)

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De derecha a izquierda: Iván, David y un servidor cantando a lo cutre en el puente romano de Córdoba un Día del Peatón

    Ni puedo ni es mi intención ser objetivo.

    Los tres hermanos protagonistas de este documental, cuyo ejemplo y el de su familia son un canto a la vida, eran amigos míos. Y con la amistad de por medio no se puede ser objetivo de ninguna manera.

     David, Iván y Dani tenían el Síndrome de Wolfram -ya hablé de ellos en otra entrada-, una terrible enfermedad degenerativa que les permitió vivir sólo hasta cumplidos los 40. Los únicos hijos de Miguel y Mari Lola. Una enfermedad que sólo afectaba a los varones. Todos los componentes para realizar un drama, una tragedia, pero el Colectivo Brumaria -seguro que porque alguno de sus miembros conocía a David- han hecho todo lo contrario. Sigue leyendo

«Frankenstein 04155» (2015)

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Tragedia en Santiago de Compostela by Emijrp

     Aunque no es fácil elegir el documental que más asco me ha hecho sentir de formar parte de la raza humana, pues muchos hay, no puedo evitar recordar una vez y otra “The Cove” (2009), sobre la matanza anual de delfines en el Parque Nacional de Taiji, Japón. Como por norma, soy bastante vehemente con los EE.UU., en este caso podría sacar casi una lista interminable de los que defenestran su imperio, aunque podría elegir con el entusiasmo de la vergüenza “Hearts and Minds” (1974), que retrata los efectos de la invasión en Vietnam. Hoy, por suerte o por desgracia, me toca compartir mi más profunda repugnancia hacia este país de caudillos y dictadores tras ver (y sufrir) el documental “Frankenstein 04155”, del director gallego Aitor Rei.

     Frankenstein era el apodo que, en los círculos ferroviarios, le pusieron al malogrado Alvia 04155 que descarrilara en la tristemente famosa curva de A Grandeira en Angrois, causando 80 muertos (78 según la policía científica) y 145 heridos. Al final, como en el Yak-42, en el Spanair o en el metro de Valencia, el culpable era el maquinista o el piloto. Se depuraron todas las posibles responsabilidades políticas.

     Y es que, lo más terrible y dramático del documental de Rei, no es ver de corrido y machacaditas todas y cada una de las irregularidades y parches a nivel de seguridad que se llevaron a cabo para poner en funcionamiento el AVE rumbo a Galicia con la premura que dan unas elecciones, ni los lloros, ni la impotencia de las víctimas, ni las mentiras de los de siempre, ni la impunidad. Lo terrible y dramático del filme lo resume el padre de una de las víctimas, con una lucidez cristalina, mientras recordaba las palabras ejecutadas como una sentencia por José Blanco, entonces Ministro de Fomento, ante las cámaras de televisión.

     “No me arrepiento de nada”.

     Uno de los máximos responsables de que sobreviniera la tragedia muestra en abierto, delante de todo el planeta la misma conciencia que un colín. Sigue leyendo

«Los caballos de Dios» (2012)

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Nabil Ayouch

En el nombre de dios, el compasivo, el misericordiosísimo

1. ¡por los corceles jadeantes

2. Que hacen saltar chispas

3. Atacadores al amanecer

4. En que levantan polvareda

5. Y que irrumpen en las columnas adversarias

6. Que el hombre es ingrato para con su señor

7. Y que el mismo es testigo de ello!

8. Y que es ambicioso en el amor por los bienes terrenales.

9. ¿ignora acaso que cuando los que están en los sepulcros sean resucitados

10. Y sea revelado cuanto encierran los corazones humanos

11. Que en ese día su señor estará bien informado sobre ellos?

(Corán, sura 100)

En esta sura del Corán se basa el título de la cinta del marroquí Nabil Ayouch, que hace también la labor de guionista y es importante, antes de abordar un poco el tema, recordar las palabras del propio director a fin de centrar el asunto en lo importante: «puedo entender cómo unos jóvenes se convierten en kamikazes, pero de cualquier religión», para comentar a continuación que el yihadismo no tiene nada que ver con la fe sino con «cómo transformarla en un instrumento para cambiar la mente de las personas». El filme, pues, en estos momentos convulsos donde parece que el islam tiene la culpa de todos los males del mundo, no habla del Islam, sino del terrorismo y de la manipulación en determinados contextos sociales. Y aquí, Ayouch, lo borda.

Igual que mostrara recientemente Sissako en la escalofriante “Timbuktu” (2014), el yihadismo a las primeras personas que afecta de manera visceral es a los propios musulmanes, sometidos por unos hermanos de religión capaces de los actos más viles en virtud de una interpretación rígida, obtusa y excluyente del Corán. Ya había metido los pies en el fango de manera soberbia el director Hany Abu-Assad con “Paradise now” (2005), aunque dentro del contexto del conflicto palestino-israelí, pero en “Los caballos de Dios” Ayouch da un paso más. Ambas películas comparten una ausencia de sesgo, de actitud maniquea, que las conduce inexorablemente a la imposibilidad de llegar a comprender qué motivación interna lleva a unos jóvenes a inmolarse en nombre de Dios, pero el filme que nos ocupa parte de una metódica verdad que da bastantes pinceladas acerca de dónde y por qué medran las ideas radicales del terrorismo, y la pobreza, la exclusión y la falta de recursos tienen mucho que decir. Baste recordar que de los atentados perpetrados en Europa, casi el 100% han sido llevados a cabo por ciudadanos nacidos en el propio país objeto donde sucedieron los hechos. No eran ni inmigrantes, ni refugiados, ni islamistas que han venido cuatro días a Occidente con el único fin de asesinar a decenas de civiles. Eran personas crecidas y educadas en guetos y arrabales de nuestras ciudades. Sigue leyendo