«Quizás»

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Maybe, by Maklay62

QUIZÁS

Me gustaría decirlo, te lo juro,
pero es tan humilde la verdad,
que las palabras sólo son vanos recursos
cuando ya hay poco que ocultar.

Acaso quieres que tan sólo en un momento
se vaya todo al traste, así sin más,
es preferible seguir con el desconcierto
y dudar si se puede aguantar.

Sabía bien que todo esto
tenía que pasar;
me lo anunciaba el tiempo
a cada paso que da.
Sólo es cuestión de abrazar las cosas,
quererlas como están,
con su simplicidad.

Me gustaría decirlo y sin embargo,
he claudicado casi antes de empezar;
en esta historia no se trata de fracasos
y además decidí no volar.

Te aseguro que no sé lo que daría
porque hubiera otro en mi lugar,
pero el caso es que soy yo y que es mi vida
la que va sin poder pensar.

Sabes bien que no es preciso
que vaya todo mal;
es mucho más sencillo,
ya verás.
Y antes de que esto parezca un duelo,
contra toda verdad:
Quizás.

 

La escudilla

    El príncipe Almir de Sián, aquella noche, tuvo una visión. Al despertar, considerando el sueño, razonó para sus adentros como sus palacios, mujeres, ricas joyas y vestidos le apartaban de la libertad.

    Así fue como abandonando palacios, mujeres, ricas joyas y vestidos, huyó cual eremita al desierto donde vivía tan sólo con una escudilla.

    Y entonces, el príncipe Almir de Sián se hizo esclavo de su escudilla.

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Actuación improvisada

Pues nada, que ayer fui a ver a mi sobri por los cuatrocientos años de la Fundación de la Congregación que dirige su cole y aquí te pillo, aquí te mato. Un temita sobre la marcha.

     Me lo pasé bien, y me reí mucho con la actuación de algunos padres sin la más mínima vergüenza.

     Mi sobri me acompañó con la pandereta, pero no me dejan poner foto. A ver, cosas de los menores.

     Muy mayo cordobés todo, como podéis ver.

«El Camino es andar»

Por caminos de Francia va el romero, con las manos flacas asidas del bordón, luciendo la esclavina santificada por hermosas conchas cosidas al cuero, y la calabaza que sólo carga agua de arroyos. Empieza a colgarle la barba entre las alas caídas del sombrero peregrino, y ya se le desfleca la estameña del hábito sobre la piadosa miseria de sandalias que pisaron el suelo de París sin hollar baldosas de taberna, ni apartarse de la recta vía de Santiago, como no fuera para admirar de lejos la santa casa de los monjes clunicenses. (El Camino de Santiago, Alejo de Carpentier)

     Flaco favor me hago compartiendo de entrada este fragmento excelso, cuidado, sobre El Camino de Santiago escrito a principios del siglo XX por Alejo de Carpentier. Posiblemente sea una de las descripciones más hermosas que he leído sobre el trasiego del Romero hacia la ciudad del Apóstol.

    Dicho lo cual, me apetece compartir una especie de diario que escribí hace bastantes años durante una de mis entonces habituales andanzas a lo largo del Camino.

     El camino es andar

    Buen camino. Y gracias a tantas buenas gentes, admirables, y amistades inolvidables que he encontrado a lo largo de sus kilómetros.

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