Mechacortismo

    Ya, suena a chiste, o a noticia de El Mundo Today o de El Jueves, pero lo curioso es que es verdad, que existe el término, y concretamente el llamado síndrome de la mecha corta. Tan real es la cosa que conozco a cantidad de peña que lo sufre, tanta que si se realizaran estadísticas es probable que resultara más común que las alergias.

    Aunque las características de dicho trastorno pueden resultar obvias, no está de más hacer un parco resumen y, de esta manera, quien esté leyendo estas líneas puede ir dándole vueltas al tarro (veréis que tampoco va a hacer falta mucho) hasta descubrir multitud de personas enfermas a su alrededor, posiblemente sin saberlo.

    El síndrome de la mecha corta es un trastorno caracterizado por episodios de descontrol emocional y de los impulsos, que provocan ataques de ira y agresividad, ya sea verbal o incluso física. Los ataques de furia son desproporcionados respecto al evento desencadenante, que a menudo es irrelevante, y suelen estar seguidos de sentimientos de arrepentimiento y vergüenza. Lo mismo estáis pensando que tanta gente no hay, que no caéis en demasiadas personas de vuestro entorno, lejano o cercano, porque la segunda parte del enunciado, eso sobre el arrepentimiento o la vergüenza no lo veis nunca, pero es que resulta que del mismo modo que la ira generalmente se nota sin demasiada dificultad y hasta puede considerarse la agresividad como una pulsión, el arrepentimiento y la vergüenza ni se notan a bote pronto ni son un reflejo natural; es decir, que alguien puede ser mechacortista sin que muestre expresamente lo mal que se siente. Eso sin contar que la agresividad, en determinadas ocasiones, casi siempre condicionadas por el contexto o el grupo social en el que nos hallemos, puede implosionar y derivarse hacia el interior, provocando efectos psicosomáticos como úlceras, problemas estomacales o dolores y tensiones musculares. Sigue leyendo

«La soledad de mi cepillo de dientes» (Vídeoclip)

Por aprovechar el escaso tiempo disponible en común, nos dio por grabar algunos audios de los ensayos de un tiempo a esta parte. Nos gustó el sonido y decidimos dar un pasito más -que pretendemos mantener- y ponernos con imagen aparte del sonido.

Este ha sido el primer tema que hemos terminado, gracias al montaje de Fran, el guitarrista, todo sea dicho.

Iré compartiendo por aquí los vídeoclips. Y no quiero despedirme sin nombrar al administrador de todos los recursos y de la web NoGafam, que ofrece alternativas libres y federadas a las redes privativas, y son los espacios donde subo los temas, tanto en audio como en imagen.

«Make More Noise! Suffragettes In Silent Film» (2015)

     Hay filmes necesarios de ver; más allá de sus bondades, su originalidad o su ruptura con los convencionalismos. El ensayo documental «Make More Noise! Suffragettes In Silent Film» es uno de ellos, sin ninguna duda. Un resumen, o casi mejor iniciación, a través del séptimo arte de los primeros documentos de empoderamiento femenino así como la lucha por el sufragio. Tan divertido por momentos como esclarecedor en otros.

      Si por motivos de salud, responsabilidad o incertidumbre, decides quedarte en casa y no acudir a las manifestaciones o concentraciones por el 8M, esta película, realizada y montada, nada casualmente, por dos mujeres: Margaret Deriaz y Bryony Dixon, es una buena elección para ver en el sofá de casa. Poco más de una hora.

«Calvin y Hobbes» (1985-1995)

   Puede ser verdad aquello de que Bill Watterson, creador de la tira cómica que nos ocupa, beba de todas las fuentes bebibles, desde la sesuda y difícil sátira de Krazy Kat o Little Nemo pasando por los clásicos Peanuts o Mafalda, pero no es menos cierto que sus personajes Calvin y Hobbes tienen un estilo tan personal y original que, una vez pones en marcha el recorrido iniciático de sus páginas, no pasa demasiado tiempo hasta descubrir que no eres capaz de soltarlas.

    Watterson era publicista, un tipo que se aburría como una ostra en un trabajo que odiaba, y que dedicaba su tiempo libre a realizar tiras cómicas, su gran pasión. De editorial en editorial, de rechazo en rechazo, no renunció a su sueño hasta que en 1985 la Universal Press Syndicate comenzó a publicar las caricaturas de Calvin, un niño medio misántropo de seis años, y de Hobbes, su pragmático tigre de peluche. La importancia del pensamiento filosófico (y en buena parte trascendente) que desde un inicio pretendió insuflar Watterson en sus tiras cómicas es fácil de intuir habida cuenta de los nombres de ambos protagonistas, provenientes del teólogo Italo Calvino y del filósofo inglés Thomas Hobbes.

    Las constantes referencias de Calvin a la literatura, al arte, a la cultura o a la política han hecho de la obra de Watterson un referente para muchas generaciones como lo es Quino a través del personaje de Mafalda, aun sin centrar buena parte de las viñetas en la denuncia social o la crítica política. De todo, como en botica, puede encontrarse en las tiras de Watterson: la imaginación fuera de la realidad de un niño de seis años, sus problemas con Moe el matón del colegio, sus desavenencias con la señorita Carmona, o con las funciones que debería de ejercer su padre para no perder las próximas elecciones como progenitor, así como juegos de trineos o inventados por Calvin, pasando por temas de inaudita profundidad acerca de la amistad, la muerte, el sentido de la vida… Todo embadurnado de enormes dosis de cinismo.

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