Vox que grita en el desierto

Two Worlds, by Mello

     Deme ha tenido que leer mi entrada del lunes. Don Demetrio Fernández González me refiero, obispo de Córdoba; perdonen las familiaridades, pero es lo que tiene la fraternidad, que da algo de confianza por más que, ni mucho menos, lo haya elegido yo como hermano. Desde luego hermano en la fe, va a ser que no, espero que me sirva de excusa.

 

     Le habrá jorobado leer a un católico hablar bien de la iglesia como pueblo de Dios y gozarse del feminismo y, por alusiones, se habrá visto constreñido a intervenir, escribir su carta pastoral de la semana y dejar claras las bases y la fundamentación de su teología y su concepto de Dios, ese que, al ser Padre, nos hace hermanos a él y a mí, aunque no me apetezca en absoluto.

 

     Para saber un poco de la alegría a espuertas del prelado mayor de la ciudad de los Califas por el espectacular vuelco electoral en Andalucía, es menester recurrir a los datos objetivos, no vaya a resultar luego que nos estamos inventando ideas. PP y Psoe han perdido escaños, así que por ahí no debe de ir la alegría, y el único cambio evidente más allá de la subida de Ciudadanos, es la irrupción de Vox. Ante tal panorama, Demetrio se lanza al dislate de aupar a Andalucía como pionera de un cambio social que espera se realice en el resto de España. Bueno, en realidad, este hecho en sí, es una mera opinión y un deseo personal, lo del disparate es asociar la subida de la ultraderecha con «hacer un mundo nuevo, más justo, más humano, más fraterno, más con Dios y más para el hombre». Esta retahíla de adjetivos unidos al programa de la ultraderecha dejan tres posibilidades que, por desgracia, no son autoexcluyentes:

  • el obispo es un ignorante

  • el obispo es un imbécil

  • el obispo es un inconsciente

     Existe una cuarta opción, tampoco autoexcluyente, pero que da un poco de repelús apuntar por más que, con una ligera reflexión sea una de las conclusiones más evidentes a las que llegar: el obispo no es cristiano.

 

     A saber; Don Demetrio, aparte de mezclar churras con merinas y unir tal amalgama de ideas sobre educación libre, eutanasia, aborto… que no sabe al final uno por donde va a salir la cosa, centra su diatriba en el debate eterno sobre la persecución de la fe católica, pero sin dar un solo argumento y sacando a colación como ejemplo la titularidad de la Mezquita (perdón, Catedral). Por más que Jesús, ese tipo raro al que dice seguir, comenta en un par de apartadillos de su programa electoral que «al que quiera ponerte pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa» (Mateo 5, 40) o que «a todo el que te pida, dale, y al que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames» (Lucas 6, 30). Y eso que la Mezquita, de la Iglesia, no es que esté claro precisamente que sea.

 

     La verdad es que sobre educación libre (aparte de lo que se entienda por libre), aborto o eutanasia no podemos encontrar ni una sola palabra en boca de Jesús. Podemos hacer elucubraciones mentales al respecto de los motivos de ello, pero la realidad es que, a lo largo de los siglos de historia de la Iglesia, incluso sobre el aborto ha habido diferentes posturas siendo Tomás de Aquino en el siglo XIII más abierto de mente que la jerarquía actual. Y no, por más que nos empeñemos no tiene nada que ver el asunto con los estudios y los conocimientos de biología de la Edad Media, porque no es que la Iglesia del siglo XXI se muestre generosa con los avances científicos en la genética. Todo ello dando por sentado que el único partido con representación que rechaza de pleno la Ley de Plazos y no considera la interrupción voluntaria del embarazo como un derecho es Vox. Sigue leyendo

Estruvita

Cristales de estruvita, por Doruk Salancı

     –¡Ooooh, es precioso!

     Con la mirada fija en el microscopio de la clínica veterinaria, los ojos azules despiertos a la emoción y una sonrisa infantil colgada del rostro, M.ª José compartió su gozo igual que si un nene acabara de ver pasar la Cabalgata de los Reyes Magos.

     –Joder, cabrona –solté yo sin renunciar a una sola palabrota en toda la intervención.

     Comenzó a reírse mientras me miraba casi de reojo y seguía con mi exposición.

     –Que son cristales de estruvita que están provocando cistitis en mi gato desde tiempos inmemoriales y me está costando una pasta, todo sea dicho.

     –Lo peor es cuando dice lo mismo de los tumores –interviene su compañero haciendo aspavientos con las manos– ¡Oh, qué grandes y qué bonitos se ven!

     –Por lo menos no lo dirá delante de los dueños, ¿no?

     M.ª José sigue riéndose y apenas puede expresar una sola palabra. Niega con la cabeza.

     Cuando uno está emosionao se le suelta la lengua y «de la abundancia del corazón habla la boca», que dijo Jesucristo a los fariseos poco después de llamarles raza de víboras. Obviamente, M.ª José es un encanto, ni farisaica ni viperina, y tan solo es capaz de apreciar la belleza en cosas inusitadas aunque por momentos pueda resultar políticamente incorrecto; porque una cosa está clara: los cristales de estruvita, vistos a través de un microscopio, son muy hermosos.

     Lo menos halagüeño es cuando lo que se escapa entre los labios en esos momentos de incontenible emoción no es tan simpático ni tan hermoso. Es decir, que entra dentro de lo previsible que se te pueda escapar un pedo o un eructo de los que hacen historia; incluso que te hagas pis encima en el momento menos oportuno por risa, flojera o por tener la vejiga hiperactiva, pero inventarse datos desde las tripas respecto al drama de la inmigración, o decir en un momento de crispación que se puede, sin que se te caigan los anillos ni nada, defender los derechos humanos y seguir vendiendo armas a Arabia Saudí, o que el toro no sufre… esas cosillas son algo muy parecido a catalogar el asesinato y posterior descuartizamiento del periodista saudí Jamal Jashoggi como un lamentable error. Pues no, un error es lo del pedo, pero cuando se te escapa un pedo tras otro ya el asunto empieza a oler mal (nunca mejor dicho) y debe de ser porque lo que tienes en el interior de las tripas apesta. Lo malo es que, como cada cual está acostumbrado de manera irrefutable al olor de sus propios pedos, acaba por no pedir ni perdón por tirárselos. Sigue leyendo

Los míos

      Parece que preocupa la ascensión de la ultraderecha en Europa y en otras zonas del globo: EE.UU. y, recientemente, Brasil. Claro que, si preocupa, lo hace dentro de determinados círculos, todo hay que decirlo, pues como el panorama mundial no se ha construido a base de círculos concéntricos, existen otros ambientes bastante jugosos en los que la peña está muy satisfecha.

 

      El ejemplo de las 10.000 voces (más unas 3.000 almas más, porque supongo que alma tendrán, que se quedaron a las puertas) cantando a voz en cuello Yo soy español en el Palacio de deportes Vistalegre hace poco más de una semana es eso, un ejemplo, que podría servirnos de paradigma de que lo que debería de preocuparnos, si acaso, no es la ascensión de los partidos de la ultraderecha, sino que ascienden porque la gente de a pie deposita en ellos su confianza.

      Comentaba el escritor Montero González en un artículo de opinión de eldiario.es que, hace un par de años, por una de esas jugarretas que amaña el destino, coincidió con Santiago Abascal firmando libros en la misma caseta de la Feria del libro de Madrid; la cola que esperaba ufana a recibir la rúbrica del presidente de VOX en un ejemplar de Hay un camino a la derecha parecía no tener fin. Huelga decir que el señor Abascal no es escritor, como no lo fueron Hitler o Escrivá de Balaguer, por poner un par de notas dispares, pero sus respectivas obras Mi lucha y Camino se siguen vendiendo como churros en cualquier madrugada de un día de Año Nuevo; da exactamente igual lo bien o mal que esté escrito el libro en cuestión, el caso es que «dadme un punto de apoyo y moveré el mundo» y si un mar de gente tiene el mismo punto de apoyo, el daño está hecho. Desde Maslow a Max-Neef, con sus enfoques divergentes, cualquier sociólogo lo tiene claro en lo que a necesidades humanas se refiere: la pertenencia. Todo ser humano tiene la necesidad de sentirse parte de un todo, de un grupo, de un colectivo que se encuentra por encima de sí mismo y con quien comparte una idea que le trasciende. Sigue leyendo

El egoísmo y el miedo

fear, by kefirux

     Lo digo sin atisbo de duda: el miedo, por su propia naturaleza, es radical y profundamente egoísta. Al menos, el miedo «racional», no incluido en las fobias o los traumas, si es que fuera posible que no todo miedo contenga cierto componente de irracionalidad. No obstante, no voy a dejarme llevar por tamaña certeza y ponerme a menospreciar o a tachar de vil y despreciable a cualquier ser humano que, en determinadas situaciones de la vida, sienta pánico en su interior y hasta lo deje salir a borbotones por todos los poros de su piel ya que, por más que hayamos pretendido convertir la frase de marras en verdad de Perogrullo, el miedo no es libre, nada más alejado de la realidad; soy más de la opinión del poeta mexicano Amado Nervo cuando dijo que «el miedo es más injusto que la ira». A una persona más cabreada que un mico le puede asistir una razón irrefutable, pero a la que se ha dejado llevar por el egoísmo jamás podrá llevar la razón.

      La cuestión podríamos cerrarla con tan solo pensar una pizca en aquellos momentos en los que nos ha sacudido el miedo: cada vez que lo hemos sufrido en las carnes seguro que fue por nosotros mismos o, como mucho, abriendo el abanico de la generosidad, por los nuestros. ¿Puede existir egoísmo más evidente? Así, cuando en pos de la seguridad (nuestra seguridad) levantamos alambradas en Ceuta y Melilla o llevamos a cabo devoluciones en caliente (por más que el Tribunal de Estrasburgo haya condenado a España por dicho motivo); o cuando nos dicen que es demagogia y populismo soltar la consigna de papeles para todos; o sueltan con escaso rigor que vienen a quitarnos el trabajo aunque al otro lado del espectro insistan en que los inmigrantes viven de subvenciones (¿en qué quedamos?); o cuando los medios generalistas bombardean una y otra vez con cáusticas noticias sobre la amenaza yihadista en España (a pesar de que hayan muerto el doble de personas en el tajo durante el primer semestre de 2018 que a lo largo de los quince años de supuesto terror islamista)… Cuando apelan a la seguridad tocando la fibra sensible de nuestro miedo, tengamos claro que lo que está saliendo a flote, por más esmero que pongamos en ocultarlo, es nuestro egoísmo; ese miedo visceral delata que solo somos capaces capaces de pensar nosotros y en los nuestros. Incluso el inane recurso de la defensa a ultranza de la patria no es capaz de mitigar esta verdad; al fin y al cabo, la palabra patria proviene del genitivo latino pater: patriae, de los padres. Miedo a perder mi identidad, mis raíces, mi estabilidad. Sigue leyendo