Pin pan pun

Artículo 27 de la Constitución Española:

1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.

6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales.

7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.

8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes.

9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.

10. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca.

    Segurico que, a estas alturas, hasta el más garrulo de los mortales se conoce de memoria el debatido punto 3 del artículo 27 de la Carta Magna. Mejor que se sabían papá y mamá la lista de los Reyes Godos, oiga. No está de más que leamos el artículo entero, de cabo a rabo, no vayamos ahora a creer, gracias a los poderes fácticos y sus acólitos, que se compone nada más que de un punto.

    Llamémosle pin, veto o pin pan pun fuera, que el caso es que, a diestro y siniestro, parece que de los diez puntazos del artículo de marras hemos conseguido que el único que haya que debatir y/o defender sea el 3. Los tenemos más grandes que el caballo de El Espartero. La derecha ya sabemos cómo se las gasta, pero de esta izquierda en el poder habré de decir lo que soltaba mi abuela: «de las aguas tranquilas líbreme Dios, que de las bravas me libro yo», porque en el programa acordado entre PSOE y Unidas Podemos no hay ni un apartado dedicado a la educación. Será que no tiene puntos el acuerdo programático, nada más que 11, con sus explicaciones y todo en cada uno de ellos. Eso será porque la enseñanza en España va que te cagas y no hay que tocar ni una coma, a pesar de tantas y tantas promesas.

    A ver, un par de cosillas, para enfocarme en el punto 4 por poner un poner, que ya me gustaría a mí que todos los niños y niñas de mi barrio de Moreras tuvieran una educación gratuita aunque fuera con el pin/veto parental (el uso de mamás no es machismo, sino chute de realidad).

  • Mamás de Moreras no pueden llevar a sus niños y niñas a infantil porque no tienen pelas (ni qué decir tiene lo que cuestan los cuadernos de actividades en esta etapa). Ídem cuando acaban la secundaria obligatoria. Artículo 27.1 aparte del punto 4. Será que solo es derecho e igualdad de oportunidades en primaria y secundaria.

  • Mamás de Moreras no pueden comprarle el material escolar a sus niños y niñas, porque hay cheque libro, pero no cheque-goma, cheque-cuaderno, cheque-boli, cheque-plastilina, cheque-tijeras y así un largo etcétera.

  • Mamás de Moreras con algún nene o nena con retraso madurativo no cuentan con el apoyo de especialistas en el aula porque en el colegio no existe el área de logopedia o de pedagogía ni tienen pasta para uno privado.

    Pues eso, que el pin/veto parental es más malo que la quina y un retroceso en derechos, esos mismos que muchos niños y niñas no tienen.

Oportunidades

no education by dumbpuppet

     Alba tiene diez años, la piel blanca como la leche y una risa de grandes paletas tremendamente escandalosa. Tiene dos hermanas más pequeñas que ella y a las tres les cuesta la misma vida ir al colegio; no es falta de motivación, ni desgana, pero su mamá trabaja hasta muy de madrugada en un bar para sacar los únicos y escasos ingresos familiares y, habida cuenta de que la pareja muestra tanto interés en la educación como una oruga en la descomposición del átomo, es ella, con sus diez añitos, quien, de buena mañana, tiene que despertarse, llamar a sus hermanas, preparar algo de desayuno caliente y poner la mejor de sus sonrisas de grandes paletas para evitar que pinten bastos en la escuela y la educadora retome la matraca de que, como sigan faltando a clase, van a retirarle la custodia.

     Luego están los chicos y chicas voluntarios del colegio de Las Esclavas que se distribuyen equitativamente para acudir a la sala de lectura alrededor de hora y media una tarde a la semana para echar una mano con las sumas, las restas, la a y la e a niñas como Alba que apenas tienen un sitio tranquilo en casa para realizar las tareas o nadie que pueda sacarles del embrollo de verse en la santa obligación de resolver una división. Estos adolescentes de Las Esclavas no tienen que faltar a clase cuando, según la dirección del centro, puede que se encuentren algo agobiados –y parece ser que, en estos tiempos peculiares de importancia elata a la competencia y a las buenas calificaciones, es una decisión bastante común en bachillerato–: sencillamente, durante la época de exámenes globales suspenden las clases y, ale, a entregarse con plena conciencia y dedicación a ser los mejores del instituto. Es tal el estrés que deben de sostener los pobres que, en ese período, tampoco acuden a la sala de lectura en su solidaria hora y media semanal.

      Alba se sigue levantando esa semana a las seis y pico de la mañana para que no le retiren la custodia a su madre, faltaría más.

      Lo mismo podría referir algo más, pero me siento tan triste que no encuentro palabras. Todos somos iguales. Lección de justicia.

Aprender a hablar

Education by shimpo

     En mi pueblo hablamos regular; donde habríamos de utilizar mete, tira o deja como lo que son, a mis paisanos y paisanas les da por emplear entra, cae o queda. Sí, seguro que no se ha enterado nadie que no sea de mi pueblo. Veamos:

      –Entra la caja en la cocina.

      –¡Ay, no me empujes, que me caes!

      –Me quedó en medio de la calle.

      Posiblemente, cuando la peña de mi pueblo, Don Benito, y zonas limítrofes, lea tales frasecitas les sonará la mar de bien e incluso, en un alarde de jovialidad, llegue a comentar que la santa y venerable Real Academia Española de la lengua, en una de sus múltiples acepciones (de las últimas, todo sea dicho) acepta el verbo entrar como transitivo.

      También en mi pueblo tenemos leísmo, que es difícil de arreglar siguiendo unas pautas si además cuentas con la gracia plena del laísmo.

      –Cuando puedes sustituir en una frase le por la es que debe decirse lo, si no hay que dejar le, como por ejemplo: le di un puñetazo.

      –Ah, ¿no se puede decir la di un puñetazo?

      Pero en mi pueblo nos entendemos; de lujo además. Si alguien por la calle me suelta aquello de que «voy an ca la señá Filo» sé perfectamente que va a casa de la señora Filo. De hecho, si lo dijera con todas las letras, seguro que me lo tendría que repetir. Lo mismo pasa con el habitual «cadacé» como respuesta a multitud de preguntas y que se traduce, para la gente iletrada en la lengua calabazona, como ¿Qué he de hacer?, o en palabras normales, Por supuesto.

      En Córdoba, por momentos parece que se compite en otra liga. La primera vez que fui invitado a cenar y me comentaron que de entrante tomaríamos cardo he de reconocer que mucho no me apetecía meterme entre pecho y espalda un vegetal tan escaso de enjundia, pero no compartí mis apetencias, era la primera vez, ya digo, y en ocasiones me da por ser prudente; menos mal, porque lo que me pusieron por delante fue una sopa, un cardito del cosío. Luego vino lo de visitar la casa el viejo, que pensé que muy guapa tenía que ser la casa o muy famoso el viejo para que mereciera la pena, y resulta que lo que fuimos a ver fue el barrio de El Alcázar Viejo.

      Al final, la realidad es que en ningún sitio se expresa la gente del todo bien, por más que nos empeñemos en repetir aquello de «habla como uno de Valladolid», zona geográfica donde se repiten también los errores hablados del leísmo, del laísmo, del quedar usado como transitivo y, además, son tan finísimos parloteando que se les escapa más de una ese al final de la segunda persona del singular del pretérito perfecto simple. Un lapsus que si lo comete Mecano es por sonoridad: «Te dije, nena dame un beso, tú contestastes que no». Cuando me marché a estudiar a Salamanca, las personas con las que me comunicaba pronunciaban tantas eses en todas las frases que creía que estaba hablando con culebras. Eso sí, a mí no me entendía ni Cristo. Sigue leyendo

Marigüana

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    Existe un modelo de funcionamiento y trabajo en las residencias para personas mayores, y que se incluye dentro de las denominadas buenas prácticas (BB.PP.), llamado Atención Integral Centrada en la Persona (AICP). Básicamente consiste en individualizar lo más posible la atención, conociendo la historia de vida de la persona residente y que sea el centro, en la medida de lo posible, el que se adapte a sus necesidades en lugar de encasillar a quien ingresa en una cuadrícula de normas y reglas pre-establecidas.

     Dentro de la AICP, se encuentra un categoría considerada fundamental para la felicidad y la tranquilidad de la persona mayor; es a lo que la Fundación Pilares, experta en BB.PP., le pone el nombre de modelo y ambiente y que hace referencia a la adaptación del entorno para que resulte lo más positivo y seguro posible en la línea de cubrir todas las necesidades de cualquier ser humano. Es decir, que cualquier profesional –y cualquier persona que use la cabeza para algo más que llevar sombrero y gorra– reconoce que el ambiente y el entorno son fundamentales para el desarrollo, la formación y el mantenimiento de unas sanas y saludables capacidades. Sigue leyendo