Marica, y a mucha honra

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Knight and King by DanOstergren

      A Nazario le repele la palabra gay. Cuando habla del asunto parece que hasta se le pone la piel de gallina. “Soy maricón, punto, que parece que está mal visto”, afirma rotundamente. “Me río con un amigo que insiste en decir que es gay, y yo le digo que si eso es ser menos homosexual o algo”.

     Puede parecer una memez, pero detrás de esta afirmación del padre del cómic underground en España hay mucha tela que cortar. Desde su pequeña tribuna presentando su libro autobiográfico apostilla el tema varias veces. Se trata básicamente de lo que el/la gran Shangai Lily vino a llamar, desde la crítica más milimétrica, gaypitalismo: la creación de la marca Gay. Como no podía ser de otra manera, el capitalismo fagocita de manera especial aquello que le puede incluso causar repelús, lo implementa según sus propios intereses despiadados de consumo y normaliza de manera conspicua cualquier conato de denuncia social visibilizando lo políticamente correcto a fin de ocultar lo que no queda tan bien. Es hermoso poder salir del armario, pero mejor si lo haces bajo las condiciones que impongo (aunque no te des cuenta) y ya lo bordamos. Así, la sociedad comprende el amor libre, de persona a persona sin atender a géneros, y cada vez hay más artistas que resulta que, de la noche a la mañana, son gays o lesbianas, aunque no lo digan en público ni se regodeen con ello, por aquello de proteger la privacidad y que la orientación sexual es cosa de cada uno y cada una. Y la sociedad gaypitalista se hincha a hacer publicidad y a subir vídeos apoyando la libertad sexual, pero sin decir las palabras prohibidas en virtud de supuestos componentes peyorativos de los que no se hacen cargo los maricones y las bolleras de toda la vida, que las pasaron putas, y ahora se sienten con todo el derecho del mundo a odiar nada cordialmente los términos gay y lesbiana por el componente de aclamación popular que ellos suponen, mientras por la calle seguimos mirando con el rabillo del ojo a dos hombres que se besan o a una mariquita de las de antes (a las que también reivindica Nazario con rotundidad). Sigue leyendo

«Predicador»(1995)

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Preacher, Tulip and Cassidy según AdamWithers

    No estaba previsto, pero el sábado pasado, 22 de octubre, falleció con 53 añitos de nada el magnífico dibujante e ilustrador Steve Dillon. Tuvo tiempo de regalar joyas, casi siempre acompañado por Garth Ennis al guión: Punisher, Hellblazer o la novela gráfica objeto de esta entrada, Predicador.

    No es fácil saber si aquello que comentaba el incorrecto Ennis sobre la percepción de su obra magna “Predicador” por parte de eminencias como Dave Gibbons y Joe Quesada se atenía a la verdad o era uno de sus habituales chascarrillos. Según él, para el dibujante del clásico Watchmen “Predicador” era una obra innecesaria, y para el editor jefe de la Marvel una buena literatura para ir al baño.

     Una vez leídas las demenciales historias de Jesse Custer, que no son pocas, se me antoja que lo mismo a Gibbons le dio algo de tirria que un tipo hartamente menos conocido que él y, sobre todo, que Alan Moore, a pocos años vista se atreviera a superar sus dosis de mala baba y de violencia visceral y creara una novela gráfica originalísima, libre hasta el culmen y que incluso -en una editorial tan puntillosa con la doble moral y con los posibles problemas con el público como DC- mostrara tías en pelotas. No es de extrañar que también Quesada, evidente enemigo editorial, hiciera sus pinitos poniéndola a caldo. Lo que sí es de extrañar es que DC osara publicarla y darle cancha durante varios años, porque “Predicador” no deja títere con cabeza, y quien vea en ella la más mínima condescendencia con el walk of life americano es que nació con un gen que repele todo lo que provenga del otro lado del Atlántico. Cada personaje que venera dicho estilo de vida, sea texano o extranjero, acabará pasado por la piedra o demostrando que lo que sí puede ser el país de las oportunidades es una amalgama de pirados y pasados de rosca que sólo parecen merecer un tiro en la cabeza. Sigue leyendo

«L.A. Confidencial» (1990)

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James Ellroy by raschiabarile

    Como novelista debe de dar bastante coraje que te conozcan por la película, buenísima, que escribieron otros de alguna de tus obras. De lo peor: “¡ah, ¿pero está basada en un libro? Pues seguro que no es mejor que la peli”.

    James Ellroy, del que tenemos la suerte de que siga vivo mientras escribo estas líneas, nació en Los Ángeles en 1948. Su infancia transcurrió en la época ideal para que algún o algunos desalmados asesinaran a su madre mientras iba a la ciudad, dejándolos, a ella tirada en mitad de un descampado, y a él huérfano por partida doble. Nunca se llegó a descubrir a las personas responsables del crimen. Como es de suponer, tamaña experiencia, terrible y dramática donde las halla, marcó las preocupaciones vitales de Ellroy que se reflejan conspicuamente a lo largo de su obra: corrupción, violencia, desesperanza y nihilismo. Con estos adjetivos sobra decir cuál fue el género que le ayudó a espantar -o al menos asustar un poco- a sus fantasmas: novela noir, hard-boiled o como queramos llamarle.

    Y bueno, sí, la novela L.A. Confidencial es mejor que la película de Curtis Hanson (para los incorregibles diremos que, al menos, es igual). Aunque sea porque es anterior, aún más compleja y ácida y porque, como el porcentaje de lectores es infinitamente menor que el de cinéfilos, Ellroy no tuvo que pensar si aquel párrafo o aquella escena tan explícita iban a censurárselos o resultaría desagradable para el público. Sigue leyendo

Sufrir sin dignidad

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Empatía, por Luiso García

    Debatíamos hace poco en una reunión acerca del antropocentrismo, del especismo y del animalismo. Como era de suponer, habida cuenta de las propias definiciones que unos dicen y otros rechazan nos vimos avocados a hablar sobre un concepto tan etéreo como la dignidad. Posturas enfrentadas y difíciles de argumentar con la debida objetividad. Es como ponerse a hablar del aborto, de la felicidad o de los derechos humanos universales. Todos son temas morales y filtrados necesariamente por nuestra escala de valores y nuestra filosofía de vida, los cuales, a su vez, dependen de experiencias personales o una determinada sensibilidad.

    ¿Quién decide lo que es la dignidad, quién la tiene o si es algo que viene impostado de nacimiento? Recurro a la RAE, como suelo hacer, a ver si me aclara algo: cualidad de digno. Y echo un ojo a la palabra digno/a.

Del lat. dignus.

1. adj. Merecedor de algo.

2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo .

3. adj. Que tiene dignidad o se comporta con ella

4. adj. Propio de la persona digna.

5. adj. Dicho de una cosa: que puede aceptarse o usarse sin decoro. Salario digno, vivienda digna.

6. adj. De calidad aceptable. Una novela muy digna.

    Por si había dudas, ahora surgen más. Se pone uno a leer con detenimiento las definiciones y hay algo común a todas ellas: la dignidad parece depender en mayor grado de algún condicionamiento externo que decide que cierta persona u objeto es merecedor, tiene suficiente mérito o condición, o se adapta a determinada calidad. Difícilmente puede algo resultar más subjetivo. Sigue leyendo