Sufrir sin dignidad

carne04

Empatía, por Luiso García

    Debatíamos hace poco en una reunión acerca del antropocentrismo, del especismo y del animalismo. Como era de suponer, habida cuenta de las propias definiciones que unos dicen y otros rechazan nos vimos avocados a hablar sobre un concepto tan etéreo como la dignidad. Posturas enfrentadas y difíciles de argumentar con la debida objetividad. Es como ponerse a hablar del aborto, de la felicidad o de los derechos humanos universales. Todos son temas morales y filtrados necesariamente por nuestra escala de valores y nuestra filosofía de vida, los cuales, a su vez, dependen de experiencias personales o una determinada sensibilidad.

    ¿Quién decide lo que es la dignidad, quién la tiene o si es algo que viene impostado de nacimiento? Recurro a la RAE, como suelo hacer, a ver si me aclara algo: cualidad de digno. Y echo un ojo a la palabra digno/a.

Del lat. dignus.

1. adj. Merecedor de algo.

2. adj. Correspondiente, proporcionado al mérito y condición de alguien o algo .

3. adj. Que tiene dignidad o se comporta con ella

4. adj. Propio de la persona digna.

5. adj. Dicho de una cosa: que puede aceptarse o usarse sin decoro. Salario digno, vivienda digna.

6. adj. De calidad aceptable. Una novela muy digna.

    Por si había dudas, ahora surgen más. Se pone uno a leer con detenimiento las definiciones y hay algo común a todas ellas: la dignidad parece depender en mayor grado de algún condicionamiento externo que decide que cierta persona u objeto es merecedor, tiene suficiente mérito o condición, o se adapta a determinada calidad. Difícilmente puede algo resultar más subjetivo.

     Entonces se pone uno a pensar en lo que ha supuesto y significado la dignidad a lo largo de la historia de la humanidad en estos términos tan dependientes de lo que una persona o un colectivo (que suele ser lo más normal) haya decidido determinar como sujeto-objeto de tal concepto. Por eso a los esclavos no se les ha considerado nunca dignos ni merecedores de derechos desde que el mundo es mundo; ni a las personas de color, que no se las consideraba ni seres humanos hasta el abolicionismo en EE.UU. (legalmente, porque la cosa no está como para tirar cohetes) o durante el régimen de Apartheid en Sudáfrica hace cuatro días mal contados; ni a la población judía, gitana o con discapacidad en los países ocupados por la Alemania nazi; ni a las mujeres en Arabia Saudí o el algunos países del África subsahariana donde tienen prohibido hasta sentir placer y sufren la ablación; o los inmigrantes y refugiados, claro, que al no ser ciudadanos europeos tienen menos derechos y dignidad que los que lo somos. ¡Y en algunas de estas situaciones la cosa estaba tan aceptada que sólo a cuatro memos mal vistos se le ocurría pensar por aquel entonces que los esclavos o los negros eran seres humanos! Pavadas de ideas revolucionarias izquierdosas.

     El caso es que la dignidad siempre ha sido otorgada, más allá de la consideración de que sea o no merecida. Muchos esclavos liberados se negaron a abandonar las plantaciones y a sus amos por inseguridad, costumbre o sentimiento de indignidad, igual que suele suceder con las mujeres que han sido objeto de violencia machista.

     Y definiendo ideas, si la dignidad a lo largo de la historia no se ha considerado privilegio de personas de otra raza, condición social o distinto género y buena parte de la población lo veía con absoluta naturalidad, soy libre de pensar, con la misma naturalidad, que no depende de otras especies ser consideradas dignas de respeto o de derechos, sino que alguien ajeno sería quien se los debe de otorgar, aunque sean de otras especies, igual que se les otorgó a quienes eran de otra raza, de otra condición social, de otro género. Pero como, en base a ese criterio subjetivo de dignidad, otra persona o colectivo puede argumentar en sentido diametralmente opuesto, lo suyo sería valorar nuestra relación con el mundo según aspectos algo más comprobables y científicos, y debatir desde ahí aunque tengamos cada cual su escala de valores.

     Un criterio podría ser el que muchos usamos: el sufrimiento, y si éste es o no necesario. Si es demostrable que un organismo sufre ante determinados estímulos ¿por qué no partir de si eso es o no importante según la propia escala de valores? Es radicalmente distinto razonar: “un negro no tiene la dignidad de un ser humano, por lo que puedo tratarlo de manera distinta”; a decir, “un negro sufre, pero no me preocupa que lo haga, porque no es un ser humano”. El siguiente paso, algo menos definible a veces, es si ese sufrimiento que afligimos es necesario. En mi caso, si puedo vivir sin llevarlo a cabo, ningún sufrimiento es necesario, sea el de una persona, el de un elefante, el de una rata o el de una hormiga.

     No se trataría pues de ser antropocentrista, especista, animalista o monje jainista, la pregunta consistiría en plantearse cuánto dolor y sufrimiento estoy dispuesto a evitar.

10 thoughts on “Sufrir sin dignidad

  1. Entonces… ¿te vas a hacer vegano? 😀 . No se lo leas a tu señora que seguro que es el empujioncito que le falta, jeje.

    No es lo mismo desde luego abrazar a un cordero que a una chuleta de cordero.

  2. Jodío, me gustaría escribir una opinión para llevarte la contraria, pero es que me lo pones difícil… Ahora, no te relajes, que más pronto o más temprano voy a disentir de alguna de tus opiniones, jejeje. Es más, voy a acabar con un pero a tu artículo: Me han gustado mucho tus palabras PERO la imagen me ha cautivado. Y con ese título, empatía… Si la tuviésemos de palabra de cabecera… ¡ay cuánto cambiaría la cosa! Fraterno abrazo hermano 🙂

  3. Bueno….que seas calvo y vayas xe naranja también te hace candidato para el papel de Naranjito….

    Hasta es posible que te quieran fichar los de C’s….

  4. Améeeeeeeen, Daniel.

    Decía Gandhi que mientras formemos parte de un cuerpo físico era imposible vivir en plenitud la noviolencia, porque con el mero hecho de respirar matamos microorganismos, pero dentro de nuestras imperfecciones ¿tendremos que ser lo más responsables poible?

  5. Algo de budista tengo: me gusta el color naranja, tengo calva y soy adepto de la noviolencia :D. No vas ‘descaminao’. Debería de cambiar la guitarra por una pandereta, pero todo se andará, je.

  6. Lo que me gusta de la reflexión es la reducción de un problema que podría llevar meses de debate a un grupo de opinólogos, a una idea muy sencilla, que es la idea de la reducción del sufrimiento que creas en el mundo.
    Si se siguiera esa simple idea cambiarían muchas cosas y personalmente es la única que he encontrado que es irrefutable. Debes vivir cada día con el objetivo de reducir el sufrimiento y yo puedo vivir bien sin que ningún animal o bichejo sufra.
    Quien tenga ganas de buscarle tres pies al gato dirá que los vegetarianos hacemos daño a las plantas, que también a su manera sufren. Yo estoy de acuerdo en que las plantas también tienen un grado de conciencia y sufren y son felices y hasta se hacen amigas y enemigas, pero volvemos a la idea simple: se trata de elegir porque este mundo nuestro es muy imperfecto. Así que elijo lo que a mi parecer reduce el sufrimiento.

  7. Yo siempre lo digo en las conversaciones que tenemos en el trabajo: antes de técnicos, obreros, mecánicos, peritos, electricistas….antes de todo eso, somos personas, y como tal exijo que nos traten: con dignidad.

    Muy buena reflexión, para no variar 😉

    P.D.: Hablando de monjes jainistas o no, la primera vez que vi tu avatar pensé: este es monje budista…..:-D

  8. Gracias, Mercedes.

    Es bueno saber que mis amigos y amigas piensen así, jeje, sino sería preocupante. Mis detractores y detractoras piensan bien distinto, lo que también es bueno saberlo.

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