Con este trasiego de las elecciones y de los resultados supuestamente sorpassi suele haber infinidad de variables a las que aferrarse según el caso y el interés. De previo el tema de marras se divide en dos posturas obvias y antagónicas: votar o no votar, y si hay numerosas opciones respecto a la primera posición: elegir una candidatura, blanco o nulo, no menos consideraciones se barajan en la segunda: desánimo, desconfianza, mera dejadez o firme convicción como es el caso de los anarquistas.
La cosa es que se decida lo que se decida, sea con mayor o menor convencimiento, hay una idea repetida hasta la saciedad igual que un pesado mantra tanto antes como después del evento y a la que quizá sería justo renunciar nos convenga más o nos convenga menos: “si es que son todos iguales”, como haciendo eco de la máxima de Lenin cuando decía “la democracia es una forma de gobierno en la que cada cuatro años se cambia de tirano”.
Llevo colaborando con Cáritas Parroquial desde hace cerca de 20 años; muchos han sido los partidos que han (des)gobernado la ciudad en tan rancia temporada: IU, PP, Psoe, y muchos los ajustes presupuestarios y modificaciones administrativas tras cada legislatura. Existen infinidad de asuntos de los que no entiendo, pero en este último año, desde que Ganemos Córdoba entró en el Ayuntamiento (con matices), hay un tema que jamás habría imaginado que podría pasar, y me sucede casi cada semana en la oficina.
– Vengo porque me han mandao la carta de corte de agua y no tengo pa’ pagarla.
– No te preocupes, desde hace un año ya no os cortan el agua si no tenéis dinero.
– Es que tengo nenes chicos y…
– Ve a Aguas Potables con recibo de corte, te lo sellan y te pasas por las asistentas y te lo paran de manera indefinida. Os van a dar hasta agua gratis. Sigue leyendo