Concierto 75 aniversario de la HOAC

    Agradecidas a las personas que pensaron en el grupo para amenizar el acto de sensibilización de la HOAC por un trabajo digno y decente. Y más agradecido todavía a la vida por la oportunidad de volver a tocar junto a la gente que quiero, el día de mi cumpleaños. Algunas de ellas, personas que nos unimos hace 20 años y, con idas y venidas, seguimos juntas en la música.

Los dos temitas que grabamos en video. El volumen del coro anda un poco subido. Cosas del técnico, que algo tocaría en mitad del concierto y luego no corrigió, pero esperamos que los disfrutéis: Marionetas y Vida del Ucayali.

https://video.nogafam.es/videos/watch/82d2c562-3bc7-45e2-85ad-3044eb9ac2dc

https://video.nogafam.es/videos/watch/dc847d9d-04c2-4eb7-8163-8d27a65c07b4

Violencia-Noviolencia: a guisa de introducción

    El 30 de enero se celebra cada año el Día Escolar de la Paz y la Noviolencia. Curiosamente (o no), la incidencia sobre el primer concepto de la ecuación, pero no sobre el segundo, hizo plantearme que algo tendría que hacer para que, en lugar de hablar en este día solo de llevarse bien y de lo malas que son las guerras (y no todas, claro), pudiéramos reflexionar un poco sobre por qué a casi nadie le interesa demasiado hablar de noviolencia y sí de soltar palomas con mensajitos.

    Aunque el vídeo tendría que ser breve para que a cualquier persona no le costase mantener la atención, incluidas las residentes del centro sociosanitario en el que curro, y dejaba sueltos algunos cabos, la idea era, sencillamente, generar debate. 4:30 minutos de imágenes y palabras que, espero, sirvan de somera introducción.

     Feliz lucha.

La dinámica del poder

     Es de sobras conocida la famosa escena del filme La lista de Schindler en la que el oficial nazi Amon Göth disparaba por divertimento desde la ventana de su oficina a la población judía del campo de exterminio del que era comandante. Schindler trató de inculcarle la inspiradora idea de que tenía más mérito gozar del poder de salvar una vida que de quitarla; pero el tránsito hacia la conciencia duró lo justo: hasta que se dio cuenta de lo aburrido que era perdonar, que no es delito, claro, y cualquiera puede hacerlo, contra el placer indescriptible de asesinar a sangre fría y que no te suceda nada. Eso sí que es privilegio de una clase única y privilegiada.

     Lo terrible es que en esa clase única y privilegiada hay mucha gente, aunque queramos vendarnos los ojos y dar la matraca con la monarquía y los beneficios del rey emérito. Son tanta peña que dan más miedo y suponen más peligro que la pandemia por SARS-CoV-2. Es la dinámica del poder, y personas con poder hay una jartá; y no me refiero al poder de sacar o no a pasear a la mascota, de ir o no a ver a la abuela, o de hacer copias personales en la impresora del curro, es poder de verdad, muy parecido al de Göth, pero que no canta tanto.

     Ojalá el problema fueran los delitos imputados a Juan Carlos de Borbón y que, por haber sido rey, todo el mundo le haga palmas; no, el problema es que quien ostenta el Poder, con mayúsculas, le da relativamente igual que lo pillen, porque cree que va a salir de rositas o no va a acabar la cosa tan mal parada. «Porque yo lo valgo», vaya, «y tengo el poder de hacerlo más allá de las consecuencias». Sigue leyendo

Cuando ni tu enemigo se queja

    Si me viera constreñido por las personas que me odian (o por las que me aman en grado sumo) a anotar mis incoherencias línea por línea, el rollo de papel higiénico que debería de usar a fin de reflejar cada una de ellas con el rigor debido es posible que atravesara el Sistema Solar y alcanzara la Nebulosa de Orión.

    He de decir, en defensa propia y no como demérito, que buena parte de ellas resultan relativamente intrascendentes, más allá de que las incoherencias nunca sean dóciles en la mente de quien hace de ellas uso. A saber: tener móvil con Coltán de las minas del Congo, por ejemplo, por más que sea desde hace años de segunda o tercera mano; comprar productos del todo innecesarios, tipo chocolate de comercio justo, alguna que otra cerveza artesana, pedir un dürüm de falafel o meterme entre pecho y espalda dos roscones de reyes veganos en menos de dos días (a casi medias con mi pareja, eso sí), mientras la mayor parte de la población mundial no tiene ni donde caerse muerta. Ya digo, detalles que no dan para cortarse las venas y no socavan de cabo a rabo la particular idiosincrasia del que suscribe ni su manera de entender el mundo y las relaciones. Vaya, que no se desmonta mi escala de valores como un castillo de naipes, sino que cae alguna que otra carta con más o menos gracia.

     Como es meridianamente más sencillo (a la par de menos ejemplar) juzgar las incoherencias de quienes nos rodean y son figuras públicas, me voy a poner a ello, no porque me ofendan, en honor a la verdad, sino porque esas están más a la vista del personal, hasta salen en los medios de comunicación, pero algunas, por más gordas y funestas que se presenten, parecen no importunar a nadie.

    Comenzando por un caso también de parcial importancia, podríamos decir que es bastante incoherente que, si una persona con ideas alternativas decide entrar en la web de Anticapitalistas a fin de encontrar eso que venden sobre transformar de manera radical el sistema actual, compruebe que sus redes sociales pertenecen en su totalidad (salvaremos Telegram) a los todopoderosos GAFAM. Incluso más incoherente puede resultar que dicha persona les escriba un correo de contacto proponiendo alternativas anticapitalistas y antimonopolistas que podrían al menos combinarse con las otras y ni reciba contestación.

    Siguiendo una línea similar, podemos considerar del todo más incoherente que un miembro de Anticapitalistas, Kichi González, alcalde de Cádiz, en lo que sus colegas consideraron un dilema moral insoluble, defendiera en 2018 a Astilleros, sobre todas las cosas y posibilidades, a la hora de aceptar un contrato de venta de 400 bombas de precisión a Arabia Saudí y colaborar muy directamente en la guerra de Yemen. Sigue leyendo