Venta de armas: el egoísmo idiota

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    Tengo una compañera de trabajo que es tonta. Espero podáis disculparme el aparente exabrupto, porque en realidad no es tal si, obviando el significado coloquial que se atribuye a dicho concepto, nos atenemos al sentido primero que figura en el DRAE: dicho de una persona: falta o escasa de razón o entendimiento.

     Se llama Amparo la susodicha, es limpiadora, tiene sesenta y tres años largos y lleva currando desde que Franco era cabo. El caso es que habló con ella el representante de CC.OO., muy feliz, porque le informó de la magnífica posibilidad de jubilarse cobrando el salario íntegro en virtud de no sé qué acuerdos con la Seguridad Social y el Servicio de Empleo. Parece ser que, para sorpresa de propios y extraños, puso una cara rara, como si le hubieran propuesto amputarse un brazo, y tras pensarlo demasiado poco tiempo dijo que no.

     Honestamente me dan un poco igual sus motivos, que mucho tuvieron que ver con la desconfianza, con ver enemigos inexistentes y con no querer hacerle quizá un favor a una compañera más joven que se quedaría con su puesto de trabajo. Lo que tengo más o menos claro es que se comportó con un egoísmo tan estéril como idiota.

     No soy yo de los que piensan que el egoísmo, en alguna ocasión por ínfima que sea, puede resultar beneficioso siquiera para quien lo ejercita, pero hay ocasiones en las que su estulticia flagrante supera cualquier entelequia. El ejemplo es Amparo, y el comercio de armas.

     España -mientras su Gobierno en funciones se entretiene poniendo a caldo a Maduro, echándose las manos a la cabeza con los ataques del Estado Islámico, y comportándose como un genocida con la expulsión de las personas refugiadas- anda en estos últimos años entre el sexto y el séptimo exportador de armas del mundo, y es cuanto menos clarificador sobre su egoísmo idiota cuáles son dos de sus mayores clientes en la venta de armamento: Venezuela y Arabia Saudí. Lo crucial es llenarse los bolsillos, de las dictaduras y del terrorismo que luego nos afectan ya hablarán después en las tertulias de la tele. Sigue leyendo

Venganza

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bombing for peace by suckup

      Hay una novela terrible en su autenticidad, se llama “Abril quebrado”, y es del escritor y activista albanés Ismaíl Kadaré. La historia que narra proviene del anacrónico código de honor de determinadas zonas de Albania conocido como el Kanun, una deuda de sangre según la cual si una familia asesina a un miembro de otra, una ley no escrita ampara a esta última y le otorga alrededor de un mes de plazo para vengarse quitándole la vida al responsable. Ni qué decir tiene la inutilidad de tal norma tácita que introduce a todos los afectados en un ciclo eterno de odio e incertidumbre amparado por la costumbre.

     Puede que muchos nos estemos echando las manos a la cabeza, porque somos seres humanos sensatos, occidentales y con código ético muy por encima de tamaños pazguatos, pero, en realidad, no hay que salvar ninguna distancia para extrapolar esta nimiedad de alguna región montañosa del sureste de Europa a lo sucedido tras la respuesta del gobierno belga al atentado en Bruselas. Venganza. Punto pelota. Podemos edulcorarlo con los matices que nos alienten a sentirnos civilizados, como la defensa propia, el derecho de un territorio a defenderse, la lucha contra el terrorismo y en favor de los valores de la democracia… aspectos que, por otra parte a día de hoy, dudo que convenzan ni al más crédulo de los fieles. Bombardear con cazas poblaciones donde hay civiles, niños y mujeres no puede encontrar ninguna justificación a menos que provenga de lo socialmente aceptado y establecido, aunque sea una barrabasada.

     Y este quizá sea el trasfondo por el que todo nos resulta tan natural y espontáneo. Si vas al cine a ver una de vaqueros lo normal es que si un indio mata a un grupo de colonos, el bueno se los cargue. De hecho, nadie espera que al final tenga un ataque de humanidad y los perdone. Si es una de intriga y a un policía le asesinan a su familia ¿quién es el guapo que puede jurar sobre lo que considere más sagrado que no está con el alma en vilo hasta que no se los ventila a todos en la última escena? Incluso aquellos filmes que pretenden vender humo, como “The Revenant” (muy bien hecha, todo sea dicho), acerca de que la justicia sólo es de Dios, resulta que a la postre Dios se hace hombre y se venga de una criatura que se ha portado regular. El reconcomio toca techo, por poner un ejemplo de lo más práctico, en la cinta de Santiago Mitre “La patota”, en la que una joven es violada por un grupo de chicos del instituto donde imparte clases. Ella decide no denunciarlos, trata de entenderlos, de hablar con ellos, y llevar el tema de una manera menos dramática, opta por no abortar tras haber quedado embarazada, por no señalarlos en la rueda de reconocimiento… ¿Quién entiende a esta buena moza? Ni su amiga, ni su padre, ni sus propios agresores… posiblemente ni casi nadie de los espectadores. Sigue leyendo

«Del 69»

2656507127965    No hay nada tan reconfortante para el común de los mortales como el hecho de que un colectivo, una sociedad, una nación cometa la más atroz de las tropelías. Lo de menos es que uno mismo forme parte del grupo en cuestión, pues la responsabilidad personal dentro de una decisión global se diluye igual que un azucarillo en una taza de café hirviendo.

    La maldad de otros tiene un efecto impermeabilizante que ya quisiera para sí cualquier bota de montaña. Se encuentra uno tan ocupado protestando, lanzando sapos y culebras, indignándose con el comportamiento ajeno que no le queda tiempo para darle pábulo a la propia grosería y es sencillo pasar de puntillas sobre las tropelías e insolidaridades individuales. Pero el caso es que cada ser humano es injusto en la medida de sus posibilidades, y que la UE se haya comportado como la peor madrastra posible no justifica que en nuestra vida cotidiana, en nuestra historia personal no luchemos por el derecho de toda persona a buscar una vida mejor. Y no hablo sólo de los refugiados, ni de los países empobrecidos… sino de mi vecino del quinto, de los ciudadanos considerados de segunda y que malviven en barrios en situación de exclusión o a la vera del camino.

    Cambiar la historia a beneficio de todos no depende de los poderosos; no son ellos precisamente quienes lo han intentado siquiera una vez. Lo han hecho personas que no pasaron de puntillas, que observaron los acontecimientos con rigor y a las que les importó más el futuro que el hecho de recoger frutos inmediatos.

    Que nadie se atreva a vivir en paz mientras la paz sólo sea propiedad de unos pocos.

    El vídeo de la canción corresponde al acto de presentación del libro “Con patente de corso” de mi amiga, la escritora Mercedes Gallego. Para escuchar el tema en estudio puedes pinchar aquí.

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«Malditos los que vienen en nombre del dolor»

    Mañana, en una hora cercana al mediodía, podría apostar la cabeza sin demasiado riesgo de perderla a que Rajoy, Soraya, García-Margallo asistirán como buenos católicos del cumplimiento (cumplo y miento) a la misa del Domingo de Ramos. Al tiempo que los habitantes de Jerusalén, sacarán ramas de olivo y extenderán su mantos para recibir a quien viene en el nombre del Señor: Jesús, Hijo del Hombre, cuya vida y muerte fue reflejo de la lucha por los desvalidos, los excluidos, los que necesitaban el apoyo que le negaban las instituciones. Rajoy, Soraya, García-Margallo, en esta Europa más farisaica que católica, puede que escuchen compungidos en mitad de la eucaristía la pasión y tortura a la que los poderosos de entonces sometieron a aquel en quien dicen creer o tener fe. A Hollande lo puede salvar de la incoherencia su agnosticismo, no su ética, a Merkel y a muchos otros desde luego que no los rescata de la quema ni el santo que los fundó.

    Antes de esa hora, las doce de la mañana, los países que gobiernan estos grandes de las naciones, en lugar de dar la bienvenida ataviados de mantos y palmas, expulsarán con repugnancia y cajas destempladas a aquellos que vienen como extranjeros en nombre del Señor, a los desvalidos y excluidos, a los que necesitan ese apoyo que se les niega.

    No puedo sentir un asco mayor: “¡Malditos los que vienen en nombre del dolor!”, decís a boca cerrada. “¡Id al fuego eterno, hijos de puta, reservado para el diablo y sus ángeles!”, escucho responder, “porque lo que le hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños a mí me lo hicisteis”.

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Lepper Messiah by SuperPistaxito