«Arrugas» (2007)

A mi yeya querida
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Paco Roca es Dios by ReverendoGore

A cualquier hombre o mujer de bien le encantaría afirmar con una rotundidad infalible que el trabajo al que se dedica es perfecto y un ejemplo de dignificación del ser humano. Eso me gustaría decir a mí, trabajador social de una residencia de personas mayores y nieto más que orgulloso de una abuela a la que amaba profundamente y que ha pasado los últimos cuatro años de su vida en un hospital-residencia. Entonces, cuando uno se haya en esa dicotomía cáustica entre realismo y deseo, llega Paco Roca, uno de los más lúcidos historietistas de nuestro país, y con ese dibujo supuestamente primario y exento de florituras que llega desde lo hondo a jóvenes y adultos, amantes o no del noveno arte, te da de bofetones en toda la boca. Porque el creador valenciano me dice con una simplicidad apabullante aquello que ha de cambiar en el lugar en el que curro por difícil que pueda resultar, pues no habla de oídas ni de leyendas urbanas.

A ver… Diferencia entre estereotipo (1) y realismo (2).
1. Los negros tiene un sentido especial para el ritmo.
2. Los políticos mienten.

Si alguna situación supera el 90% de los casos no es ni estereotipo ni prejuicio ni previsibilidad, sino puro y dañino realismo. Sigue leyendo

«Maus» (1980-1991)

Art Spiegelman (2007)

Art Spiegelman (2007)

Dejándome vencer por el éxtasis (y no me refiero a la droga de diseño, aunque bien podría ser debido a los efectos que en mí produce su lectura) rescato para los amantes de la buena literatura, porque eso son los buenos cómics, «Maus», una obra imprescindible e imperecedera y un cambio radical en lo que significó la animación para adultos a principios de los 80. Sin ninguna duda el mejor cómic contemporáneo que he tenido la suerte de leer (y no me olvido de otras buenas muestras de género como son «The Sandman», «Watchmen» o «From Hell»).

El historietista  estadounidense de origen sueco Art Spiegelman, proveniente del mundo underground y cuyos padres, unos judíos polacos, sobrevivieron al exterminio judío sucedido en el campo de Auschwitz, nos regala un golpe de realidad con una novela gráfica autobiográfica, dividida en dos partes que actualmente se publican en un solo tomo y basada en las ingratas experiencias narradas por su progenitor, protagonista absoluto de la obra.

Más allá del apartado gráfico, cuyo dibujo y estilo naif sirven de manera magistral a la narración y le confiere un maravilloso contrapunto, con unos medidos juegos de sombras de carácter expresionista y una exquisita estructura narrativa, Spiegelman demuestra un gran sentido del ritmo gráfico y para el diseño de viñetas otorgando a la historia de una durísima sensibilidad y de una metódica cohesión entre dibujo y guión. De igual modo no se puede obviar la certera decisión del autor de utilizar grupos de animales como símbolo de lo que es evidente, antes y en otras latitudes sigue siendo ahora (judíos-ratones/nazis-gatos) y que ha sido repetido con posterioridad hasta la saciedad.

«Maus» supuso un antes y un después en la novela gráfica para adultos y en la forma de enfocar el diseño y el uso del dibujo y su influencia en el cómic posterior y en escenas y estructura de determinados filmes sobre el holocausto como «La lista de Schindler» son más que evidentes. Una obra casi perfecta, que trata con finísimo enfoque y ausencia de demagogia un tema demasiado trillado para la generación presente, pero que muestra con sequedad indignante (muy al estilo de lo que lograra hacer con anterioridad y terrible normalidad Levi en su novela «Si esto es un hombre») lo que nunca debiera haber pasado y que no ha impedido sucesivos holocaustos.

Por si no queda claro: un magnífico regalo para estas fechas.

Viñeta de Maus

Viñeta de Maus

«Paracuellos» (1977-2003)

1No me impactó “Paracuellos”, y no es ni un reproche ni una decepción, sino todo lo contrario. Ya hubiese querido yo cabrearme, sentirme impotente y que se me quedaran los ojos como platos -que motivos haylos- en lugar de que lo único que me dejaran de piedra fueran mis propios recuerdos.

No soy hijo de la posguerra, eran finales de los 70, aunque también algún que otro maestro nos hacía cantar aún el Cara al Sol antes de cada clase. Entre 8 y 10 años iba teniendo, un colegio privado y un sacerdote de apellido tan incongruente como sarcástico, el padre Paz. Los alumnos internos lo odiaban a tan alto nivel como le temían, los externos tal vez nos aferrábamos más a lo segundo. No sé si el padre Rodríguez, director del Auxilio Social Paracuellos, inventó la bofetada a dos manos, lo que tengo por seguro es que el padre Paz o leyó “Paracuellos” o estudió en el mismo seminario que el susodicho. En una ocasión nos hizo ir corriendo al patio, formar (ni recuerdo bien por qué, tal vez alguno de mis compis había dicho alguna burrada) y empezó a dar tortas a dos manos sin parar del primero hasta el último. Ninguno nos caímos; sería el efecto ese tan característico del que hablaba el director de Paracuellos: a dos manos el niño no se cae y le puedes seguir ‘guanteando’. En una de esas, ya en clase de Ciencias (gracias a Dios de las pocas asignatura que nos daba), hizo sangrar el oído de uno que no supo contestarle ‘bien’ a una pregunta. Incontestable fue ese día que llegó a clase con el alma dividida -en el caso de que tuviese alma, claro-: “Hoy estoy contento y triste. Contento porque todos habéis aprobado el examen, y triste porque no puedo pegar a nadie. Así que voy a dejar caer los folios de examen, el que no los coja antes de llegar al suelo cobra.” Los de las últimas filas cobraron todos. Mi mala suerte es que mi apellido empieza por la erre y nos sentábamos por orden alfabético.

También nos reíamos, sin malicia o con alguna, pues siempre había alguien más tonto que uno al que amarrarse para servirte de chivo expiatorio-, y Carlos Giménez lo cuenta todo con una naturalidad y un realismo tan pasmosos, lo bueno y lo peor, que tan sólo queda hundirse en el sillón y no saber si reír o sonarte el moco con su dibujo sin fisuras, de una técnica impagable, cuyo estilo humorístico contrasta maquiavélicamente en multitud de ocasiones con la verdad contada. ¡Qué doloroso suele ser lo autobiográfico por más humor que le metas!

Un pero, con diferencia me parecen más completas y originales las tiras de los primeros años, cuando la planificación de viñetas era exactamente idéntica en cada episodio, las historietas más breves y directas y resultaban de una curiosa originalidad. Cuando comenzó a despertarse el dragón, poco a poco Giménez va concediéndose más licencias habituales en los cómics de publicación continuada y al ser las “desventuras” algo más largas pierden fuerza y se ve obligado a recuperar algunas peripecias anteriores para hacer comprender la situación personal, el carácter y el devenir de sus personajes a los incipientes lectores. Maravillosa su propia caricatura como Pablito, el que mejor pinta del “Hogar” siempre entrecomillado, altamente inspirado por “El cachorro” de Iranzo que tan decisivo fue en la opción de Giménez como dibujante de tebeos. El segundo pero es más personal. No me puedo creer que en 600 páginas de viñetas e historias tan sólo decida meter a una buena persona dentro de la élite del “Hogar”, y encima sea una jovenzuela de pasado triste, antigua superviviente de los Auxilios Sociales y a la que echan después de un único y sintomático episodio. ¡Qué dolor!

Hace unos meses celebramos en el cole el 25 aniversario de mi Promoción. Muchos no fueron auspiciados y condenados por los malos recuerdos. El resto nos acordamos del padre Paz y todos debimos vivir un Paracuellos; lo que más nos surgía era el grito divertido e impotente de tantos compañeros de Pablito tras las puertas del Auxilio Social: “El padre Paz… mecagoensuputamadreeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee, desgraciaodemierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa”.

«Perramus» (1983)

Alberto Breccia by Taba26

Alberto Breccia by Taba26

Necesitaría 7 vidas y más páginas que El Quijote para elaborar una concienzuda y fidedigna reseña sobre “Perramus”. Ni tengo las vidas de un gato ni tantas páginas como El Quijote, por lo que tal reseña ni será concienzuda ni fidedigna, pues la única forma cierta de conseguir esa excelencia sería leer este maravilloso lienzo, perpetrado entre Sasturain y Breccia, al menos un millar de veces y renunciar explícitamente a dicho abordaje que ni me atrevo a comenzar. Demasiados piratas me esperan con tan escasas armas a mi disposición.

     Mi empresa ya fue harto difícil desde el empeño inicial de tener en mis manos esta inusual obra, creada y publicada en cuatro partes -de desigual aunque similar nivel- entre 1983 y 1990. En edición sólo la última: “Diente por diente”, del resto sin noticias de Dios e incluso ni presentes o disponibles en las sempiternas webs de segunda mano. Tal es así que me vi obligado a crear una sola ficha para todas ellas, en la única edición conjunta -creo que extinta- de 1990, pues resultó del todo imposible rescatar las de las tres primeras: “El piloto del olvido”, “El alma de la ciudad” y “La isla del guano”. Las dudas surgían en mi mente y colapsaron: ¿cómo era posible que este título, considerado por muchos críticos como un referente y la obra maestra de Breccia hubiera desaparecido del mapa y ninguna editorial decidiera reeditarlo? Tras su lectura se me despejaron todas las dudas… 

     “Perramus” es una novela gráfica muy difícil de querer por su propia idiosincrasia. Tal vez, para no conducir a engaño, la misma portada de cada edición lo deja cristalino: el dibujo exquisito de Breccia alcanza unos límites de experimentación que jamás en mi vida había visto. Desde el perfecto uso de la aguada a lo largo de toda la obra (considero que la técnica de dibujo más difícil con creces), pasando por el raspado a cuchilla para conseguir esos excelsos claroscuros tan característicos de su pluma (no en vano era conocido como el Maestro del blanco y el negro) o el recurso a aspectos del Pop Art (como el uso detallado de recortes o de la técnica del collage). A esta evidente dificultad para el gran público, más acostumbrado a la tinta o a los trazos firmes y definidos provenientes del estilo y diseño de los cómics norteamericanos o del mismo Breccia de Mort Cinder, se une el descomunal componente metafórico y alegórico que Sasturain le infunde a los guiones y que invita, una y otra vez, a detenerse, pararse a pensar y releer, sabiendo a ciencia cierta que ni así has llegado a comprender todos los matices políticos y sociales que desprenden sus páginas.

Perramus_02     Difícil de querer, lo acepto, pero necesario de acoger, con el cariño que estemos dispuest@s a otorgarle. Ese dibujo destrozado de Breccia, que tanto me recuerda a la etapa oscura de Goya, y los guiones satíricos y espesos de Sasturain son la evidente necesidad al sentido y significado de esta obra, culmen de la denuncia cínica y despiadada hacia las dictaduras y la falta de libertad y de ideales que, empiece donde empiece, termina abarcando a estados e individuos de una manera casi indisoluble: el “pan y circo” de Juvenal y que tan bien recuerdan los autores en uno de los episodios. El propio anti-héroe de la historia, Perramus, un cobarde que olvida que lo es, no tiene ni nombre -dicho término define una prenda tipo gabardina, símbolo quizá de la identidad ocultada para no ser eliminada-, y los “milicos” no disponen de rostros, son calaveras andantes, faltos de identidad, de humanización. Breccia y Sasturain optan por el derrumbe crónico y global a través de lo grotesco y lo metafórico, y en sus países imaginarios -que bien podrían ser los gobiernos de Chile o Argentina- nadie se salva, ni los gringos, simbolizados en una recurrente lluvia de mierda (perdón), ni la propia revolución, “una enfermedad que se cura con el tiempo”.

     …y nos queda Borges, alma de la historia, maestro de cultura y sabiduría cuando abre la boca, y ese “lugar” donde convergen cada uno de los personajes, reales o ficticios, que se hacen presencia: García Márquez, Osvaldo Pugliese, Richard Gómez… Todos tiene cabida en este universo paralelo que da miedo e interroga en virtud de tanta realidad.

     Termino con Kavafis, como el propio Borges: “cuando emprendas tu viaje a Itaca pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias. Llegar allí es tu destino. Mas no apresures nunca el viaje. Itaca te brindó tan hermoso viaje. Sin ella no habrías emprendido el camino. Pero no tiene ya nada que darte”.