Del amor que redime

Preciosa y bondadosa reseña de mi última novela, «Yo lo que quiero es el castigo», de la mano de Jesús Aller, publicada también en Rebelion.org el 25 de septiembre pasado.

Aviso para navegantes: desgrana completamente toda la trama de la novela, incluyendo el final. Si alguien sufre espasmos con los destripes, mejor leerla después de la obra.

Gracias por tus palabras, Jesús.

Reseña de «Yo lo que quiero es el castigo».

 

Publicación y presentación de mi tercera Novela: «Yo lo que quiero es el castigo»

Al igual que el papá y la mamá se alegran cuando tienen un nene o una nena, quienes nos falta eso, a veces, tenemos hijas en papel o en digital: yo ya voy por la cuarta. Familia numerosa.

Os presento a mi nueva criatura: «Yo lo que quiero es el castigo», novela narrada en la voz de una adolescente con una familia un tanto desestructurada que vive en un barrio excluido. Y su familia, como todas en realidad, tiene sus secretos.

Estáis invitades a las tres presentaciones que, de momento, están programadas:

  • Jueves 10 de octubre a las 19:00 en la patio del Rey Heredia (Córdoba)
  • Viernes 15 de noviembre a las 20:00 en la Casa de la Cultura (Don Benito)
  • Lunes 25 de Noviembre en el Centro de la Mujer de las Margaritas (Córdoba), por el Día contra las Violencias Machistas. Aún por confirmar para evitar que la hora coincida con la manifestación u otros posibles actos.

La novela se puede pedir en cualquier librería y por internet (también en formato digital). Recomiendo, obviamente, la página de la editorial, a cuyo editor, Antonio, agradezco como es difícil saber cuánto, que sea tan rarito como yo y haya optado por publicar la novela bajo la Licencia Libre totalmente permisiva: https://www.dyskolo.cc/product/15470918/yo-lo-que-quiero-es-el-castigo

En Córdoba se encuentra disponible en la librería del Mercao Social La Tejedora.

«Solo me queda una foto de mi madre, la que llevaba siempre mi abuela en el refajo y que salía también mi padre con una cara de cabreo que se te quitaban las ganas hasta de mirarlo. Ahora lo único que se ve de él es el hombro, porque mi abuela la cortó por la mitad y así, que más cutre no podía ser, la puso en una de las baldas del mueble del salón, al lado de la falsa de mi primera comunión con un traje prestao para sacar la foto y de la de mi hermana, vestida de pija, cuando cumplió dieciocho tacos».

(Del diario Reflexiones, paranoias y demás paridas de Jeni Maldonado)

Todas las familias tienen secretos

Todas las personas tenemos secretos…

La vida tiene secretos.

«Bitch Planet» (2015)

    Sin lugar a dudas, la mejor manera de explicar de qué va la novela gráfica esta, tan desconocida, llamada congruentemente Bitch Planet, es copiar el texto que aparece en la contraportada de sendos volúmenes con ligeras modificaciones (que coloco entre paréntesis):

¿Eres NO CONFORME?

¿Te AMOLDAS a tu ETIQUETA? (¿ENCAJAS bien en tu HUECO?)

¿Eres demasiado GORDA,

demasiado FLACA,

demasiado ESCANDALOSA,

demasiado TÍMIDA,

demasiado RELIGIOSA,

demasiado LAICA,

demasiado PUDOROSA,

demasiado SEXUAL,

demasiado GAY (QUEER),

demasiado NEGRA,

demasiado MORENA (RARA),

demasiado LO-QUE-SEA-POR-LO-QUE-TE-ESTÉN-JUZGANDO-(VAN-A-JUZGAR)-HOY?

    Viendo la serie de HBO El cuento de la criada, basada en la novela homónima de Margaret Atwood (otra obra distópica como la que nos ocupa), en más de una ocasión me preguntaba dónde estaban metidas las chicas que se empeñaban una y otra vez en seguir siendo díscolas, o incluso aquellas que no pretendían serlo, sino que simplemente no se ajustaban a derecho ni a la norma social. Por poner un poner: ¿todas las mujeres de la República de Gilead eran heterosexuales o cisgénero? Menos mal que he tenido la oportunidad de leer el cómic de Kelly Sue DeConnick y Valentine De Landro para salir de dudas: todas las mujeres que no se ajustan a lo establecido y son no conformes están en la cárcel de Bitch Planet, porque «viviréis vuestras vidas haciendo penitencia y sirviendo aquí, y que la madre tenga misericordia de vuestra alma».

    La novela de Atwood incidía en una sociedad patriarcal que esclavizaba a las mujeres en beneficio exclusivo del varón, pero la creación de DeConnick y De Landro da una vuelta de tuerca convirtiéndose en una especie de sentido homenaje a todas aquellas mujeres que son juzgadas por no ser lo que se espera de ellas, por no comportarse como debieran y deciden luchar con todos los medios a su alcance para liberarse de esa opresión blanca heteropatriarcal que decide hasta cómo debes peinarte, con quién acostarte o ante quién inclinar la cabeza. Sigue leyendo

Equidistantes

     Hace un par de semanas tuve el placer de ver la miniserie de televisión «Así nos ven» (2019); iba a usar el término disfrutar, pero seguramente no es el más oportuno. Cuatro episodios de algo más de una hora de duración, con guion y dirección de la realizadora y actriz afroamericana Ava DuVernay. La idea no es hablar de los logros y aciertos de la serie en cuestión, aunque bien merecería una entrada en un blog de contenido social (no caigo ahora en ninguno), sino compartir que, a raíz de una crítica realizada por un usuario de una conocida web de cine, me entraron ganas de romper de inmediato mi voto de no escribir durante el mes de agosto.

     Corto y pego:

«La serie me deja sensaciones encontradas, está el hecho de lo necesario de la denuncia de una justicia torticera, se guía más por la urgencia y el color de la piel, que de buscar la verdad, expuesto en su primer y segundo episodio, con crudeza, dureza, pero también cayendo en lo simplista, los buenos son muy buenos y los malos son peores, sin aristas, resta credibilidad (…)».

      Y ahora es cuando voy y explico de qué leches va la historia, basada de verdad de la buena en hechos realísimos.

     La tarde del 19 de abril de 1989, un grupo de aproximadamente 30 jóvenes afroamericanos y latinos entraron al Central Park, para cometer actos de vandalismo, algo habitual en aquellos años. Al mismo tiempo, Meili corría cerca de allí cuando fue derribada y arrastrada 90 metros. Luego fue violada múltiples veces y golpeada brutalmente. Su agresor la dejó allí, cubierta de sangre, desnuda y casi muerta. Cuando despertó tras permanecer en coma durante 12 días, no recordaba nada del feroz ataque.

      La Policía de Nueva York actuó de inmediato y asumió que los adolescentes detenidos por los estragos en el emblemático parque de Nueva York también fueron responsables de la violación e intento de homicidio de Meili. En ese grupo se encontraban Antron McCray, Yusef Salaam, Korey Wise, Raymond Santana y Kevin Richardson de entre 14 y 16 años. Inicialmente, iban a ser acusados de disturbios, pero la jefa de la unidad de delitos sexuales de la fiscalía de Manhattan, Linda Fairstein, determinó sin pruebas y con la necesidad del cerrar el caso que ellos eran responsables de la violación y construyeron el caso alrededor de la culpabilidad de los cinco menores. Fueron interrogados durante horas y horas por los agentes, sin presencia de abogados ni de sus tutores legales, hasta que «confesaron» haber participado en la violación. A pesar de que en el juicio declararon que habían sido forzados a mentir, no les creyeron. Tampoco tuvieron en cuenta un informe del FBI que decía que las pruebas de ADN sobre el cuerpo de Meili y un calcetín con el semen del agresor no coincidían con los registros de los sospechosos. Todos pasaron entre seis y trece años en prisión.

      En 2001 un violador en serie llamado Matías Reyes, que estaba encarcelado en el mismo centro que Korey Wise, confesó que él había agredido a Trisha Meili y la había dado por muerta. Su ADN coincidía en más del 99% con el hallado sobre el cuerpo de Meili y en el calcetín encontrado en la escena del crimen. Sigue leyendo