Navidad es

Buon Natale, by Alicia

     Navidad es que una niña de ocho años, que para poder asistir a clase tiene antes que despertarse solita y arreglar a sus hermanos pequeños, sonría delante del público en el altar y, en mitad de la obra de teatro, cante «que no haya soledad en Navidad».

     Navidad es que un niño de seis años le devuelva el estuche de colores a una amiguita algo menor de edad por el mero hecho de que se ha puesto a llorar y él siente pena.

     Navidad es que una mujer de 80 años, que apenas sabe leer y escribir y que casi nunca salía de casa, se suba a un escenario y, con una sonrisa de oreja a oreja, sea capaz de memorizar varias líneas de un guion y no le importe confundirse.

     Navidad es que un padre de familia, muy amante de la cerveza y con escasos recursos económicos, te regale una Paulaner Hefe-Weißbier por el hecho trivial de que has logrado hacer que a su hija le vuelva a arrancar normalmente el Windows 10. Sí, el Windows 10; habrase visto.

     Navidad es que una pareja de adolescentes visiten en una residencia a una persona mayor, enferma de Alzheimer en estadio moderado, y no se despeguen de su lado por más que lo único que sea capaz de hacer es repetir una vez y otra las tres mismas frases.

     Navidad es que una anciana muera en paz en su cama, sin sonda naso-gástrica ni sujeciones físicas, e imagines que, a pesar de la demencia, una leve sonrisa apareció en sus labios.

     Navidad es…

     Navidad es todas aquellas pequeñas cosas que suceden en apenas unos días, sin darnos cuenta, pero que nos hacen descubrir que la vida merece ser vivida.

     ¡¡FELIZ NAVIDAD!!

 

Síndrome de Solomon

«Ellos se ríen de mí por ser diferente, yo me río de todos por ser iguales» (Kurt Cobain)

Conformismo-conformism-conformity

Conformism, by MartaMinic

     Andrea tendrá unos 10 añitos; pelo largo, nariz achatada y unas gafas de esas de varias dioptrías que hacen que tus ojos parezcan los de los gemelos Scooter y Skeeter. Ayer noche comenzó a mover las caderas a mi lado, en medio de los bancos de la nave central del templo, mientras su tita esperaba recibir el sacramento de la confirmación. Le toqué el codo, con dos dedos, me miró y me abrazó las caderas; más alto no llegaba. Andrea tiene retraso mental y lo normal es que, los niños y niñas de su clase o de catequesis, no quieran jugar con ella o incluso le hagan burla.

      No es nada extraordinario lo de echar unas risas o sacarle punta a aquello que se sale de lo que una sociedad, un tanto anormal, considera normal. Pero la culpa no es de los tiernos infantes: Children see, children do, rezaba el lema de un conocido vídeo sobre educación e influencia positiva. Se me viene el ejemplo de la frase que largó una madre hace cuatro días mal contados en uno de los patios del barrio.

     –Que te he dicho mil veces que no insultes a la gente, so imbécil.

     Claro; y seguro que también hemos oído en más de una ocasión aquello de:

     –¡¡QUE NO CHILLES, HOSTIAS!!

     Nenes y nenas escuchan desde que son unos micos cómo las personas adultas hacen chanzas de los gordos, de los calvos, de los maricas, de los negros, de los gitanos… Durante los años que he acompañado a personas con algún tipo de discapacidad incluso he oído soltar repetidamente a numerosos seres humanos repletos de bondad:

     –¡Ay, pobrecita! Continue reading

Sinceridad a mansalva

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     Desde chico escuchábamos decirlo. Aquello de que los niños y los borrachos dicen la verdad. Será que, por aquel entonces, nadie había oído hablar del Alzheimer, porque si existe una persona que diga la verdad, o al menos su verdad sin tapujos ni ponerle flores no vaya alguien a sentirse mal, es un enfermo de Alzheimer. Dice incluso aquellas cosas que de toda la vida se había callado por vete tú a saber qué idea preconcebida. Por ejemplo: «¡qué simpático es tu marido, hija!», aunque te caiga como una patada en los ovarios y sólo lo muestres cuando tienes la cabeza ida el 75% del tiempo.

     No pretende ser esta entrada una vanagloria de la sinceridad a mansalva, como si se viera uno en la santa obligación de soltar por la boca todo lo que se le ocurra, caigan o no caigan propios y extraños, porque la verdad tiene que estar por encima de todas las cosas a imagen de un Dios de consecuencias imprevisibles. No, no es necesaria la crueldad, pero menos lo es la estulticia, y el mentir de tal forma y manera, dejándonos llevar por subjetivos condicionamientos sociales y culturales o por salir airosos e impolutos de en medio de un conflicto, que hasta acabemos creyendo que nuestras falsedades son verdad o, al menos, mentiras necesarias. Tampoco soy yo de los que cree y confía en las mentiras piadosas, que suelen serlo casi siempre para quien las dice.

     El jueves salimos a ver un par de los patios que formaban parte del Festival FLORA con las personas mayores de la residencia. La cosa era simple: ocho artistas internacionales se dedicaron a adornar con motivos florales igual número de patios de la capital cordobesa. Desde diferentes perspectivas históricas, culturales… y esas cosas que dicen las instituciones para darse importancia. Patricio fue una de las personas que quiso –o eso nos dijo en ese 25% del tiempo que decide las cosas– acompañarnos. Hay que desplazarlo en silla de ruedas y era yo quien lo llevaba de aquí para allá intercambiando pareceres de la manera más informal y anárquica que alguien pueda imaginar.

     Llegamos a la creación expuesta en la Fundación Antonio Gala. En el centro de un patio andaluz rodeado de un atrio de hermosos arcos de corte neoclásico. Junto a la fuente, el artista, de cuyo nombre no logro acordarme, había colocado de forma desordenada dos enormes ramas secas de árbol adornadas con flores naturales –concretamente buganvillas y orquídeas- y posadas ambas sobre una alfombra de musgo natural. Continue reading