Constantino Cavafis

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Kavafis by raschiabarile

     De antemano, vuestras disculpas, ante lo que no es ni pretende ser una reseña, pues se me hace del todo inviable, sino puro sentimiento, lo único a lo que decido acogerme con vuestra venia. Espero lograr explicarme… con lo que ello implique.

     Dijiste: “Iré a otra tierra, iré a otro mar…” Primer verso de la Antología de Cavafis. Noche del 26 de marzo, tumbado en la cama poco antes de que Morfeo me acogiera en sus brazos.
“… que, junto a ese retorno,
pueda también devolvernos nuestra pequeña alcoba”. Dos últimos versos. 9 de abril, sentado en incómoda e innatural postura delante de la pantalla encendida de mi ordenador. Exultante, nervioso y emocionado como ese niño que era hace muchos años poco antes de pasar la última página de cualquier aventura de Mortadelo y Filemón. Placeres de momentos efímeros, pero de infinitos eternos. 

     No os ofendáis, mi sentida intención no es igualar a Cavafis con Ibáñez, y mucho menos comparar sus sensibles poemas con las sencillas viñetas de los agentes de la T.I.A. Mi intención es mi emoción. Tal cual, porque a partir de superar las gruesas dificultades iniciales de tantos versos dedicados a la antigüedad griega, a emperadores romanos y de sobrevivir a las necesarias notas explicativas para no perderme en el caos, sucumbí, me mecí en las olas del mar de Cavafis, que jamás surcó ninguno, y me hizo atravesar tierras ignotas, en las que nunca estuve. Y vibré, como en la vida me ha sucedido en la poesía, cuyos libros eran habitualmente “condenados” a ocupar únicamente el ingrato y breve espacio entre la vigilia y el sueño, entre el sueño y el desvelo matutino… Pero no pude hacerlo así. Cuando me ganó el corazón, Cavafis in aeternum.

     Cavafis, al igual que Kant o tantos otros genios, no abandonó ni por un segundo su ciudad natal, y habremos de suponer que en eso radica lo hermoso y necesario de su pensamiento: que no habita en su mente lugar para nada más que la experiencia de lo vivido, que fue mucho y doloroso (partiendo de su declaradísima homosexualidad). Pura e inigualable contradicción: sobriedad emotiva, anhelo y desprecio de tiempos pasados (tan mejores y tan peores), certeza mortal de incertidumbre, erótica sensualidad, y especialmente esa reposada ironía, que lo es tanto que necesita ser explicada para ser comprendida. Y todo en cada verso, en cada letra… Cavafis era de una meticulosidad que asustaba; diez años podía tardar en modificar y transformar hasta conseguir estar a gusto y satisfecho con un poema. Bendita locura, alabada paranoia, como Hitchcock, Chaplin o Kubrick en el cine, que permiten alcanzar cotas de perfección y hermosura imposibles de abordar con absurdas palabras.

     La vida de Cavafis fue tu alma, surque o no cualquier mar, porque lo imposible del todo es huir de uno mismo. Y hacedle caso, en su amor al desencanto francés de Baudelaire:

     “No confiéis tan sólo en lo que veis.
     La mirada de los poetas es más aguda.
     Para ellos la naturaleza es un jardín familiar.

     En un oscuro paraíso los demás hombres 
     siguen a tientas un camino arduo.
     Y la única luz que, a veces, como chispa
     efímera ilumina su paso
     en la noche es la breve sensación
     de una magnética, casual vecindad,
     corta nostalgia, escalofrío de un instante,
     sueño del amanecer, alegría
     inocente que súbita fluye
     en el corazón y súbita huye.”


     Haced caso al poeta y, por compasión, leed a Cavafis.


Itaca

Cuando emprendas tu viaje a Itaca
pide que el camino sea largo,
lleno de aventuras, lleno de experiencias.
No temas a los Lestrigones ni a los Cíclopes,
ni al colérico Poseidón,
seres tales jamás hallarás en tu camino,
si tu pensar es elevado, si selecta
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo.
Ni a los Lestrigones ni a los Cíclopes
ni al salvaje Poseidón encontrarás,
si no lo llevas dentro de tu alma,
si no los yergue tu alma ante tí.

Pide que el camino sea largo.
Que sean muchas las mañanas de verano
en que llegues -¡con qué placer y alegría!-
a puertos antes nunca vistos.
Detente en los emporios de Fenicia
y hazte con hermosas mercancías,
nácar y coral, ámbar y ébano
y toda suerte de perfumes voluptuosos,
cuantos más abundantes perfumes voluptuosos puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias
a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu pensamiento.
Tu llegada allí es tu destino.
Mas no apresures nunca el viaje.
mejor que dure muchos años
y atracar, viejo ya, en la isla,
enriquecido de cuanto ganaste en el camino
sin aguardar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje.
Sin ella no habrías emprendido el camino.
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado.
Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia,
entenderás ya qué significan las Itacas.


El viejo

En una esquina del café sonoro de murmullos confusos
un anciano sentado se inclina sobre la mesa,
leyendo un periódico, sin compañía.

Y en el ocaso de su miserable senectud 
piensa cuán poco gozó en los años)
cuando tuvo la fuerza y el verbo y la belleza.

Sabe que está muy viejo, y lo siente, y lo ve.

Y, sin embargo, le parece que la juventud 
fue ayer. ¡Corto intervalo, corto! 

Y piensa en qué forma lo embaucó la prudencia,
cómo de ella se fió y qué locura
cuando la engañadora le decía: «Mañana. 
Tienes todo tu tiempo».

Se acuerda de los impulsos que detuvo y cuántas
delicias sacrificó. Ocasiones perdidas
que burla ahora su prudencia insensata. 

…A fuerza de rumiar pensamientos y recuerdos
el vértigo lo invade. Y se duerme 
inclinado sobre la mesa del café.


Murallas

Sin consideración, sin piedad, sin recato
grandes y altas murallas en torno mío construyeron.
Y ahora estoy aquí y me desespero.
Otra cosa no pienso: mi espíritu devora este destino;
porque afuera muchas cosas tenia yo que hacer.
Ah cuando los muros construían cómo no estuve atento.
Pero nunca escuché ruido ni rumor de constructores.
Imperceptiblemente fuera del mundo me encerraron.

Adonis

Adonis en Cracovia (2011), por Mariusz Kubik

Adonis en Cracovia (2011), por Mariusz Kubik

     Cuando camino de La Ciudadela, lugar donde se celebró hace poco más de un año el I Festival Internacional de Poesía y Prosa de México, el poeta de la experiencia Luis García Montero se encontró en medio de un atasco montado en un autocar en compañía de Ali Ahmad Said Esber, poeta sirio más conocido como Adonisel granadino relata que soltó un decidido comentario al respecto: «el autobús de los poetas está detenido, pero los poetas no se detienen, no dejan de hablar». “Una buena metáfora de la situación actual” -le responde Adonis-. “El mundo superficial, con tanta prisa y tanta mecanización, no hace más que provocar su propio atasco”. 

     Adonis, en realidad, puede permitirse el lujo de decir lo que se le antoje, entre otras cosas y sobre todo porque cada palabra que dice parte de su propia experiencia. Viviendo en la diáspora desde hace décadas y ya sufriendo penas de cárcel con apenas 25 años tras ser condenado a seis meses de prisión por subversivo, la vida del poeta de Qasabin, dentro de las propias idas y venidas tras tantos años en la brecha y que confluye en buena medida en un cierto panarabismo, es un ejemplo de compromiso crítico e irrenunciable principio en pos de una sociedad y un mundo distintos. Su concepción sobre el verdadero exilio es el paradigma de la libertad creativa a la que debe aferrarse un poeta. Existen dos tipos de exilio: el geográfico y el de pensamiento, y el primero, que tan sólo puede ser circunstancial, es una nimiedad comparado con el segundo, pues el exilio de pensamiento es el alejamiento de uno mismo, de nuestras emociones y sentimientos y es padecido por muchos, aún viviendo en su propia tierra, sin ser ni sentirse libres de hacer y deshacer. Palabras profundas y serias en boca de aquél que habla de sí mismo como un ser que ya nació siendo exiliado y que poco a poco fue superando esa realidad vital y encontrándose a sí mismo más allá de fronteras y demagogias. 

     Sobre el estilo poético de Adonis, considerado por quienes de esto saben como un referente internacional en poesía árabe y eterno candidato al Nobel de Literatura, podríamos simplemente recordar una de sus citas: «un verdadero escritor es aquel que inventa su propia lengua y su propia forma, la transgresión y la manera de expresar su pensamiento y su vida». Adonis crea un universo distinto, divergente, con una sabia y pulcra mezcolanza entre el realismo más descarnado y la espiritualidad más esperanzada muy cercana al sufismo y su simbolismo. Sus poemas, rebosantes de vida y de juventud eterna, son el mejor cariz que da sentido al seudónimo acogido por el propio poeta desde la temprana edad de 17 años.

     Finalicemos compartiendo fin y fundamento con la responsabilidad vital de Adonis y su lucha intestina: “yo no estoy seguro nunca de conseguir lo que pretendo, pero siempre trato de lograrlo. Es mi camino”. Amén.

Homenaje a ellos

¡QUÉ VELOZ es la bala!
No obstante, jamás llegará.

Están sentados-
                sus pestañas son velas,
sus manos restos de navíos.

De vez en cuando
el cielo envía un ángel para visitarlos
mas éste se pierde por el camino.

Avanzo en su dirección.
Entre ellos, muerta, una mujer a la que amé.
Entre ellos, un niño que se parece a mí.

Aprenden el alfabeto de las olas
para leer las playas.

Tu pálida imagen
relumbra nuevamente en ellos:
¡Salve! Feminidad de la tierra.

Sin embargo…
No veo en sus heridas ninguna rosa
y las estrellas, sobre ellos, permanecen blancas.

Intentó cruzar la calle:
no pudo andar por la sombra
ni pudo andar por el sol
ni halló, entre ambos, camino.

El día se inclina,
el cielo se acurruca
y el sol
se contenta con ser bastón
para el viejo vendedor de fruta.

Se ahoga al recordar.
Se ahoga al intentar olvidar:
es un infierno que se devora.

El humo es tinta
que escribe el tiempo.

Calle-
templo que se apoya en las muletas de sus oraciones.

De las ventanas cuelgan espectros
que no son ni cuerpos ni ropajes.
Preguntad a la silente misa
que flota sobre los escombros.

El tiempo corre a mi lado
en una pesadilla que improvisa el camino.

La ceniza
que ha devorado a los muertos
no se acuerda de ninguno.

El cielo afirma que desciende
y camina entre la gente.
Tal vez sea cierto
mas yo no lo veo.

Con hilos de rosa
amarraban la muerte
y la arrojaban al regazo del agua.

Despojos de figuras en el cuerpo del aire:
son los hijos del Líbano
que embellecen el libro de la tierra
y enmiendan el horizonte.

Si el mar envejeciera 
elegirá Beirut como recuerdo. 

A cada instante la ceniza demuestra
que es el palacio del futuro.

Desesperado,
hasta el aire se dispone
a tender el cuello a cualquier asesino.

Rebaños de sangre
pastan por la superficie de la tierra.

¿Cómo podrá cicatrizar esa herida?

¿Y cómo podría alumbrarse de otra?


Las cosas

Si atravesara la herida hasta el crimen.
Si camuflara la locura y las banderas,
tendría un sombrero para ocultarme;
tanto en la victoria como en la derrota
violaría el soñar sobre los párpados.
Estaría y no estaría en la tierra.

Pero he vinculado a las cosas
mi rostro, mis honduras y dios.
Acepté de buen grado el vivir sin amuleto,
a dibujar la vida
con la muerte, el espejismo
y las cosas.


Acepté de buen grado el vivir con las cosas.

Charles Bukowski

Bukowski by pamukcuceveyediprens

Bukowski by pamukcuceveyediprens

Cuarenta y nueve años tenía el enfant terrible Bukowski (con lo que ya se hizo algo tarde para ser considerado como tal) cuando gracias a la generosidad pecuniaria del editor John Martin pudo dejar de realizar los más diversos trabajos (en ese preciso momento como cartero de una oficina de correos de Los Ángeles) y dedicarse en cuerpo y alma a la escritura, su pasión, así como a beber, fumar y seguir teniendo una ‘mala’ vida sin tener que preocuparse de dónde sacaría el dinero para mantenerla.

Poemas, artículos y algún que otro relato era lo único que hasta entonces había entregado al público el escritor de origen alemán. En un mes escribió su primera novela, «Cartero», cuyo evidente título inicia una secuencia de obras marcadamente autobiográficas protagonizadas por su alter ego Henry Chinaski. Rompió entonces todo tipo de moldes a nivel de escritura creando la simplicidad estilística cargada de rudeza e incorrección política que vino a llamarse realismo sucio y que es de fácil indigestión para espíritus y estómagos sensibles.

Capaz de lo más cáustico y de lo más sensible, de despertar las más altas pasiones y fobias, Charles Bukowski nunca ha pasado desapercibido en cada una de las facetas a la que se ha acercado, incluidos guiones de cine y de novela gráfica. Un ser especial, dolorido y errante como cualquier humano de infancia infeliz.

Vivir de cubos de basura

el viento sopla fuerte esta noche
y es viento frío
y pienso en los chicos
de la calle.
espero que algunos tengan
una botella de tinto.

cuando estás en la calle
es cuando te das cuenta de que
todo
tiene dueño
y de que hay cerrojos en
todo.
así es como funciona la democracia:
coges lo que puedes,
intentas conservarlo
y añadir algo
si es posible.

así es también como funciona
la dictadura
sólo que una esclaviza
y la otra destruye a sus
desheredados.

nosotros simplemente nos olvidamos
de los nuestros.

en cualquier caso
es un viento
fuerte
y frío.

Pobreza

es el hombre que tú nunca has visto quien
te mantiene alerta,
el que ha de venir
algún día.

él no se encuentra en las calles o
en los edificios o en los
estadios,
o si está allá
lo he pasado por alto de algún modo.

él no es uno de nuestros presidentes
u hombres de estado o actores.

me pregunto si se encuentra allí.

bajo las calles
paso delante de farmacias y hospitales y
teatros y cafés
y me pregunto si él se encuentra ahí.

he mirado casi durante medio siglo
y él no ha sido visto.

un hombre vivo, verdaderamente vivo,
digamos cuando desciende la mano
al encender un cigarrillo
ves sus ojos
como los ojos de un tigre mirando fijamente
al pasar en el viento.

pero cuando las manos bajan
es siempre los
otros ojos
los que están allá
siempre siempre.

y pronto será demasiado tarde para mí
y habré vivido una vida
con farmacias, gatos, sábanas, saliva,
periódicos, mujeres, puertas y otros surtidos,
pero en ninguna parte
un hombre vivo.

Mario Benedetti

:icondaviddurangarcia: Retrato de Mario Benedetti by daviddurangarcia

Retrato de Mario Benedetti by daviddurangarcia

     Pensaba derramar decenas de letras acerca de Benedetti, el anciano venerable de mostacho interminable y sonrisa franca. Hablar de su encarnada política, de su exilio, de sus premios e incluso de sus colaboraciones con músicos como Nacha Guevara, Daniel Viglietti o películas como “El lado oscuro del corazón”.

     Entonces razoné de verdad, haciendo efectiva la realidad de que a nadie le resulta desconocido el ilustre poeta y escritor uruguayo, que a tantos les emociona como a tantos les repele. Pensé que Benedetti es emoción primera y tardía, que cargado desde siempre de fake, de poemas atribuidos o modificados que en realidad no eran suyos o no de esa manera y forma, como ya pasara con otros grandes autores también marcados por filias y fobias (García Márquez uno de ellos sin duda). Que su mayor culpa deba ser quizá que se le entiende y un poeta popular y comprensible, cuyos versos escribimos desde adolescentes en las carpetas de apuntes (“Hagamos un trato”, “Te quiero”…), no puede ser bueno, o al menos no al nivel de otros.

     Y me paré. Y decidí no escribir más de lo ya compartido. Y copiar sólo un poema. Y preguntar, a quien lea: ¿por qué odias o adoras a Benedetti? ¿Qué poema te llevó a ese extremo? ¿Te es dulce o vulgar su voz?

     Prometo con toda solemnidad que aquellos poemas que os emocionaron u os hicieron sentir y vibrar las cuelgo en esta entrada, con cariño, con la ternura que siento hacia un poeta (bueno o malo, qué más da) que me hizo amar los versos.

No te salves

No te quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
no te salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
no te quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo

pero si 
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo.