«La gran belleza» (2013)

la grande bellezza POSTER by HerrTrudov

la grande bellezza POSTER by HerrTrudov

Si hay una novela de literatura contemporánea cáustica, dolorosa y francamente punzante con el pulular humano que solemos llamar vida es «Viaje al fin de la noche» del repudiado Céline; y si existe un filme actual que hubiera rodado sin reticencias Fellini sería sin duda «La grande bellezza», a pesar de sus excesos o precisamente en virtud de ellos, pues también eran esencia primordial en el imaginario personal del director de «La dolce vita» -con la que bastante comparte en espíritu la película que nos ocupa-, mas parece ser placer exclusivo de la crítica rendir pleitesía al consagrado mientras pone en entredicho similares recursos en otros que no lo son.

Con una cita de la obra de Céline comienza la cinta de Sorrentino, y no es casual que así lo decida el director, también guionista, pues desde el principio ha de dejar cristalino el propósito fiel al que se rinde la película: la vida. No ya su sentido profundo, su devenir presente y futuro, la casuística o la pulcritud existencial… La vida, la raíz que habría de mantenerse y que nos hace posibilitados de percibir la belleza en incontables ocasiones librándonos de lo que el filme no se cansa de repetirnos hasta el ensalmo: el esnobismo y el hedonismo extremo.

Sorrentino, como ya hiciera el nombrado Fellini -y según mi parecer destroza sistemáticamente con la exageración Almodóvar-, nos regala unos personajes extremos, curiosos y del mismo modo memorables, partiendo del sentir interior de un artista, de una persona llena hasta el hartazgo de la nada que lo rodea y que ha renunciado per se a la búsqueda de un valor más elato. Imposible se me hace no ver esa evidente similitud entre el título de la obra de Sorrentino: «La grande bellezza», y la política y socialmente incorrecta sátira reconvertida en película de culto del extravagante Marco Ferreri: «La grande bouffé», y ambas, sin llegar siquiera a rascar fondo, también hablan de lo mismo en equidistantes perspectivas: de reventar de gusto aunque en ello perdamos la vida, física o psicológicamente hablando.

Decía Lennon eso de que «la vida es aquello que nos sucede mientras nosotros andamos ocupados haciendo otros planes». Sorrentino no nos ofrece otros planes, nos llama a la reflexión, a echar raíces, y a no olvidar la primera gran belleza que percibimos y que nos invita a seguir buscándola sin imposibles, sin causas perdidas… Aferrándonos a lo que existe.

https://www.youtube.com/watch?v=YbdSk6EsxWc

«La mano» (1965)

Jirí Trnka creando algunas marionetas para

Jirí Trnka creando algunas marionetas para «Las aventuras del buen soldado Svejk»

Son menos de 20 minutos, el corto. Y suponen todo un legado, pues esta última incursión en el mundo del cine, pocos años antes de morir de manera prematura, del gran Jirí Trnka es uno de los más tristes y duros alegatos que pueden verse en pantalla sobre la libertad creativa.

Trnka, proveniente de una familia de fabricantes de marionetas, ya había mostrado su compromiso como autor a mediados de la década de los 50 llevando al cine en varios cortos la conocida novela antibelicista «Las aventuras del buen soldado Swejk» del también checo Hasek, y siguiendo la preciosa línea de animación stop-motion desarrollada especialmente por el director polaco Ladislaw Starewicz y que ha llegado casi sin modificaciones técnicas hasta la era actual, crea una historia conmovedora y dura que no deja resquicio para la bondad del Estado, que mata y cuando consigue su propósito se siente con la autoridad moral de hacer al fallecido un funeral con todos los honores. Aún sorprendente resulta que en el momento de su estreno pasara la censura comunista; algo rectificado con rapidez dejando el filme en el ostracismo durante veinte años.

Una absoluta delicia, que dio discurso y disparo de salida al característico cine de animación checo de directores de la talla de Jan Svankmajer.

«Intocable» (2011)

Nakache, Omar y Toledano en los Premios Lumières 2012

Nakache, Omar y Toledano en los Premios Lumières 2012

Que no confunda esta entrada. Más si cabe si osamos compararla con la absoluta maestría y genialidad de otras.

Porque esta entrada y estos comentarios no responden a la novedad o a lo nunca visto. No son eco de un montaje o una fotografía increíbles y ajustadas al mejor desarrollo posible. Mi decisión unilateral -y más discutible a mi propio juicio que muchas otras- no se basa en la planificación, el encuadre… no se enmarca en maravillosas pijadas técnicas ni en lo que debiera responder a una absoluta obra de arte.

En realidad que nadie se engañe, no voy a hablar de los directores, que comenzaron a trabajar juntos y revueltos en los años 90, ni del genial Cluzet que borda y logra hacer empático un papel a veces muy desagradable, ni de su acertada banda sonora, que en ambos extremos de la melomanía describe la actitud ante la vida de los antagónicos Philippe y Driss… Podría decirse que con escasa lógica he escrito varios renglones para que la longitud de mi reseña -que no merece ser ni llamada crítica- no sea ridícula en su máximo expresión, pues lo único que me urge decir es que «Intocable» transmite vida, tiene alma… corazón puro más allá del sufrimiento. Quedaos sólo con este párrafo, porque es lo único que distingue a este filme del resto de calcas.  Y con todo lo añadido, con lo que pueda resultar excesivo y chirríe respecto a la historia en la que se basa y que novelara el propio Philippe Pozzo de Borgo con el sentido título de «Le second souffle» toca fuerte, invade… y te dejas. Lo que le sobra es superfluo, y me importa un comino.

Viva la vida, porque es lo único real.

https://www.youtube.com/watch?v=HoM8YLjSJcs

«Sin techo ni ley» (1985)

Agnes by daaav

Agnes by daaav

Hace varios años, en unas jornadas sobre «Los sin techo», tuvimos la brillante idea de proyectar esta cinta que casualmente logré encontrar en la web dando infinidad de vueltas de tuerca. «Varda«, me dije, «sinónimo de notabilidad».

– Es muy dura, ¡qué desagradable! -plañía más de una como una desesperada tras la proyección.
– Si quieres le echo azúcar -pensé, pero no lo dije, claro. ¡Cómo si la vida fuera fácil!

Mona, la protagonista real (no lo olvidemos) de «Sin techo ni ley» tiene algo de Francisco, de Rafael, de Antonia, de Loli, de Fernando… de cada una de las personas que, todas las semanas, estuve visitando durante varios meses, en su trocito de calle. También temo encontrar algún día a Francisco aterido, muerto en medio de la nada donde habita. Mona es perfecta, no porque personalmente lo sea, sino porque es una sin techo de verdad, con el morro y el descaro que les caracteriza, con la libertad y la soledad que los nutre y atormenta… con lo que ayuda a aprender.

Varda es una eminencia en el género documental como más recientemente demostrara con «Los espigadores y la espigadora», y aquí lo confirma una vez más. La estructura narrativa del film nos hace ser espectadores y testigos directos de la vida que decidió vivir Mona y que muchos no estamos dispuestos a soportar, porque la odiamos porque a veces nos cuestiona.

Ya quisiera Loach (al que ciertamente aprecio) lograr la cuarta parte de realismo e «invitación al suicidio» que logra Varda.

Muy buena, Varda, sí señora.