Dirigido por… mujeres. Feminismos y séptimo arte

Son todas las que están, pero no todas las que son. Aunque no era la intención ser exhaustivo, sino heterogéneo, justo y universal, lo que empezó como una diversión se fue convirtiendo casi en un quebradero de cabeza. El asunto es sencillo y asienta sus bases en la cultura metódicamente patriarcal, machista y sexista que atraviesa todos los aspectos sociales y de la que no iba a poder librarse un recorrido por la historia del séptimo arte.

Resulta harto complicado encontrar películas dobladas al castellano o, al menos, con la opción de subtítulos, de mujeres directoras anteriores a 1980 —sí, no me estoy equivocando de año—; hacerlo con mujeres directoras de filmes feministas, aunque solo pudieran atreverse a manifestarlo en las escenas de manera velada para que se les permitiera seguir ejerciendo la profesión que les hacía realizarse como personas, es una tarea para encomendar a Hércules. Más aún si, como se ha comentado con anterioridad, la idea consistía en globalizar el material: Europa, América, Asia, Oceanía, para que la panorámica de la evolución de los feminismos en el cine fuera lo menos parcial posible y atendiera a todas las sensibilidades y culturas.

Como los deseos y la realidad suelen llevarse mal, con lo que nos encontramos se aprecia a la perfección en este gráfico de la página de cine FilmAffinity:

Afortunadamente, en el diagrama, solo aparecen las fichas de filmes que dicha web considera de temática feminista, aunque tampoco dista mucho de este porcentaje una investigación más concienzuda sobre películas que pueden englobarse dentro de este género; más aún si lo reducimos, como así ha sido, a aquellas dirigidas por mujeres.

Así, nos hemos dado de bruces con varios inconvenientes de imposible solución. A saber:

    • Películas de las que no quedaron copias, como por ejemplo Thais (1918), de la primera directora española de cine, Elena Jordi; o imposibles de localizar, como el documental It Happens to Us (1972, Amalie R. Rothschild), sobre la realidad del aborto ilegal.
    • Películas solo disponibles en idioma original, como los documentales Growing Up Female (1971, Jim Klein y Julia Reichert), el primer filme del feminismo moderno, o Y’a qu’à pas baiser (1971, Carole Roussopoulos), cortometraje en favor de la legalización del aborto en Francia que incluye una escena en que una mujer observa con un espejo el aborto que le están practicando; o la cinta Woman Demon Human (1987, Huang Shuqin), considerada la primera película feminista china. (Tanto el primer documental como la cinta china pueden encontrarse en plataformas como Youtube, y el cortometraje francés en Internet Archive.)

En la selección que nos hemos atrevido a hacer, pueden verse filmes de todos los continentes y numerosos países, algunas de ellas de feminismos incipientes con la ruptura de estereotipos, sobre todo las provenientes de la etapa dorada de Hollywood. Por mera justicia, a partir del año 2000 se han escogido un mayor número de películas de Asia y África, en sororidad con las directoras de dichos continentes, con grandes dificultades, o incluso prohibiciones para dirigir, hasta ese momento. Tanto es así que numerosas cintas de otros países, como Reino Unido o Estados Unidos, que forman parte de nuestra selección (Quiero ser como Beckham, Una chica vuelve sola a casa de noche, I Am Not a Witch), están realizadas por mujeres asiáticas o africanas.

En la última página de este catálogo se pueden encontrar seis películas, dirigidas por varones, pero que han contribuido notablemente a la igualdad y a la presencia de mujeres como protagonistas: en géneros vetados hasta entonces (La mujer pirata o Johnny Guitar), en diferentes contextos históricos (El mundo de una mujer, desde la revolución rusa; la sorprendente La kermesse heroica, durante la ocupación española de Flandes) o desde culturas eminentemente patriarcales y hasta misóginas donde la labor de los directores resulta encomiable (La vida de Oharu, mujer galante; La noire de…)

Solo queda disfrutar del cine feminista; el dirigido por mujeres, como es menester.

Comparto desde diferentes servidores de almacenamiento la opción de descarga de todas las películas debido a que mi nube personal no tiene tanta capacidad. He usado otos dos servidores que, al menos, son de código abierto: MEGA y KDrive, del colectivo Infomaniak. Solo faltan las dirigidas por hombres, pero si alguien lo desea se las puedo enviar.

Más abajo se puede descargar el cuadernillo completo en PDF.

Descarga de filmes feministas entre 1906-2014

Descarga de filmes feministas entre 2014-2017

Descarga de filmes feministas entre 2017-2024

Descarga cuadernillo completo en PDF de películas feministas dirigidas por mujeres

‘La mujer rey’ y el clan de los machirulos

 

    Hace pocos días vi La mujer rey (Gina Prince-Bythewood, 2022) y no sabéis la pereza que me entra al leer las críticas (hay que llamarlas de algún modo), supuestamente objetivas, basadas tan solo en sus carencias, sus manipulaciones históricas o su falta de verosimilitud, pero que de manera harto recurrente y cargada de ofensa e indefensión incluyen cosillas del tipo «temas tan en boga ahora en Hollywood», «políticamente correcto», «heteropatriarcado», «turra feminista»… Lo más honroso del asunto es que algunos de los filmes que se nombran y salen a colación como contraparte son nada menos que Braveheart, Gladiator o 300; películas que, como todo el mundo sabe, pueden presumir de ser el paradigma de la exactitud histórica y de la ausencia de manipulación, y que, eso sí, muestran una carga de testosterona y de cojones sobre la mesa que parecen no molestar a dicho clan de machirulos. Porque eso es lo normal, lo clásico, lo no contraproducente y se atiene a lo normativo.

     Lo primero que habría que comentar es que, quizá, sería interesante que, cuando alguien se pone delante de la televisión a disfrutar de una película y sus posibilidades de sentir indignación plena porque muestra el empoderamiento racial o sexual, se ponga en antecedentes. A saber: Gina Prince-Bythewood, directora y guionista, mujer racializada que, desde los años 90, solo ha formado parte de películas, sean de ficción o de género documental, donde la protagonista principal es una mujer negra y versan sobre el racismo y el sexismo, tanto en la industria del cine como en la sociedad, enfocando claramente sus guiones en los derechos civiles y la discriminación. ¿Qué esperas? Es como ir al cine a ver una de Spike Lee y te joda que ridiculicen a los hombres blancos. Pues, oye, si lo que te gusta es la testosterona y los cojones sobre la mesa, te hinchas a ver cintas de John Woo, Michael Bay o Simon West y lo flipas. Incluso de la Marvel, tipo Avengers: Infinity War, en la que da igual que muera la mitad de la población mundial y tres cuartas partes de los protas, porque no suelta una lágrima ni el secundario de relleno. Y tan feliz, oye, que eso sí que es súper verosímil y no hay que buscarle las tres patas al gato.

     El caso es que «La mujer rey» peca de todo lo pecable y no la salva de la quema ni Dios misericordioso; aunque sea verdad que existieron las amazonas de Dahomey, que Nanisca fuera probablemente su primera reina, o que priorizaran en el siglo XVIII el comercio de la palma por encima del tráfico de esclavos (aspecto este último que solo se omite, pero no se niega, en la cinta). Porque lo que nos da realmente igual es que William Wallace fuera, en realidad, de origen noble, pero había que poner que era pobre como las ratas; o que a finales del siglo XIII no se usara el kilt en Escocia; ni se pintaran la cara de azul; o que la famosa batalla del puente de Stirling, tan realista ella en la película, se llamaba así, precisamente, en virtud de que existía un puente, estrecho como él solo, y que lo omiten porque, lo mismo, quedaría poco epopéyico filmar que la caballería del ejército inglés solo podía cruzarlo en parejo de dos en dos y el valeroso Wallace, junto con su pléyade de campesinos aguerridos, no tuvo demasiada complicación para masacrar al ejército inglés hasta que el VII Conde de Surrey tuvo a bien batirse en retirada. Todo esto, como las inexactitudes históricas (o invenciones directas en mor de la espectacularidad) de Gladiator, no importan, porque son machotes quienes rodaron, quienes gritaron, quienes dieron las hostias, con vísceras y sangre, y parece ser que, sin exceso de argumentación, en el aspecto técnico, son mucho más espectaculares.

     Amén, majos, y no, no voy a hablar de las virtudes y las limitaciones de la peli de marras, porque lo que me jode es lo que me jode, lo mismo que me jode de los comentarios machirulos sobre Woder Woman, Capitana Marvel, Sangre en los labios o cualquier otra en la que los músculos son de ellas y las hostias las pegan ellas.

     Y otra cosa, que eso también lo omiten en La mujer rey y nadie lo nombra, porque lo mismo sí que tocaría más la fibra (los cojones) al heteropatriarcado y demás hierbas: las amazonas de Dahomey tenían prohibido sentir placer y lo habitual era que, al entrar a formar parte de su ejército, se les practicara la mutilación genital femenina. Otra burrada androcéntrica y falocéntrica.

 

«Gunda» (2020)

   Determinadas situaciones son imposibles de transmitir si no las has experimentado o llegado a ser parte íntima de tu vida: estar embarazada, tener una hija, sentirse tremendamente sola… Incluso si conforman tu experiencia personal, resulta complicado traducirlas a palabras vanas a menos que sepas narrar sentimientos con la precisión quirúrgica de Clarice Lispector o George Eliot. Si quieres que el personal no se te duerma, ya es de récord.

     Eso es Gunda: una película indefinible e imposible de transmitir por más empeño que le pongas. Llegaría incluso más lejos afirmando que todo lo que se diga a nivel objetivo de la cinta, podría conducir al efecto contrario: que a cualquiera se le quiten las ganas de verla. Documental noruego, en blanco y negro, con secuencias y planos largos y en el que, aparte del silencio, solo se escuchan berridos, gruñidos y cacareos. Pues vaya.

     Sí, pero lo digo, a riesgo de que me linchen: no te pierdas Gunda, cuyo título parece ser que proviene del nombre de la gallina coja que aparece en el documental, no de su protagonista. Y no debe perdérsela nadie, o casi. Aquellas personas que disfruten con el buen cine, porque lo es, y de largo: dirección, montaje, planificación, la excelentísima fotografía en blanco y negro; aquellas a las que ni les gusta ni les disgusta pero están llenas de sensibilidad, porque es difícil encontrar en los anales de la historia del séptimo arte un filme que te haga sentir tanto sin un solo ser humano de por medio y sin ninguna bandita sonora o música de fondo que te remueva las entrañas. Con Gunda no hace falta.

     Solo recomiendo abstenerse a personas acostumbradas a películas de vídeoclip, a quienes les parece lenta la primera media hora de La comunidad del Anillo (Peter Jackson, 2001) y la última de El retorno del Rey (Peter Jackson, 2003) porque no se están matando desde el primer minuto hasta el último. Gunda es cine de contemplación, puro y duro, como aquel otro documental, también excepcional, con el que comparte cierta estructura, bastante de trasfondo y mucho de recursos cinematográficos: Nuestro pan de cada día (Nikolaus Geyrhalter, 2005). Sigue leyendo

«Make More Noise! Suffragettes In Silent Film» (2015)

     Hay filmes necesarios de ver; más allá de sus bondades, su originalidad o su ruptura con los convencionalismos. El ensayo documental «Make More Noise! Suffragettes In Silent Film» es uno de ellos, sin ninguna duda. Un resumen, o casi mejor iniciación, a través del séptimo arte de los primeros documentos de empoderamiento femenino así como la lucha por el sufragio. Tan divertido por momentos como esclarecedor en otros.

      Si por motivos de salud, responsabilidad o incertidumbre, decides quedarte en casa y no acudir a las manifestaciones o concentraciones por el 8M, esta película, realizada y montada, nada casualmente, por dos mujeres: Margaret Deriaz y Bryony Dixon, es una buena elección para ver en el sofá de casa. Poco más de una hora.