Acerca de Rafa Poverello

Más allá de la falsedad del nombre, pues no soy pobre ni aunque quisiera en virtud del bagaje socio-cultural del que me es imposible escabullirme, mi espíritu anda de su lado, no porque sean buenos, sino porque se les trata injustamente.

Concierto Casa Libertad

      Lo dije al principio y así lo siento: en ningún otro lugar tiene más sentido (o menos) tocar canciones de denuncia social como en aquel en el que habitan quienes la sufren.

     Gracias a la Fundación Pro-Libertas por la invitación, que acogimos con gusto, y gracias a May y a Fran (mis compis), al público adulto por el pulcro respeto, al infantil por llenar la sala de alegría, a los sin techo, sin voz, sin justicia por enseñarnos las cosas que son importantes.

     Comparto los primeros quince minutos del tirón, en menor calidad de imagen, y para quien no tenga nada mejor que hacer, un poquito más abajo, el enlace al concierto completo de una hora, con sus fallos, las vocecitas de niños y niñas y todo el cariño que supimos poner.

 

 

«Perorata del apestado» (1981)

Tuberculosis Hospital II, by baleze

Sinopsis:

En 1946, en un sanatorio para tuberculosos de la Conca d’ Oro -castillo de Atlante y campo de exterminio-, unos singulares personajes, supervivientes de la guerra y presumiblemente incurables, pelean débilmente consigo mismos y con los otros, en espera de la muerte. Largos duelos de gestos y palabras; de palabras sobre todo: febriles, tiernas, barrocas a tono con el barroco de una tierra que ama la hipérbole y el exceso. Tema dominante: la muerte que se propaga sutilmente, se disfraza, se esconde, se extravía, musicalmente reaparece. Y todo esto entre los ropajes de una escritura en equilibrio entre el desgarro y el falsete y en un espació siempre más acá o más allá de la historia…que podría incluso simular un escenario o la niebla de un sueño.

     Puede ser que Bufalino no sea Conrad (a quien recuerda en esos personajes que sienten en infinidad de ocasiones lo contrario de lo que hacen o dicen) ni Borges (aunque su dominio del lenguaje nada tiene que envidiarle), pero quien ame la Literatura (sí, con mayúsculas) ha de leer a este señor. Y no pretendo, al señalar a estos dos dificultosos autores, quitar las ganas a nadie, antes al contrario, simplemente apuntar que su prosa, su estilo son bellísimos, aunque te obligue a revisar cada párrafo un par de veces si no deseas perderte cada detalle o matiz sinuoso; o precisamente por eso, porque has de leer cada capítulo como un cuento de aprendizaje crepuscular y pensártelo mucho antes de decidir pasar de improviso al siguiente.

     En mitad de su lectura, y casi al terminar, recuerda por momentos a Céline y su condenado ‘Viaje al fin de la noche’, por el enfoque tan distinto y vital que nos ofrece Bufalino, tan lleno de esperanza en mitad de tanta muerte. Y entonces, justo entonces  aparece un párrafo que confirma mis anhelos: «Yo había realizado un viaje, un viaje importante,pero ahora era difícil entender si entre los ángeles o bajo la tierra». Sigue leyendo