Acerca de Rafa Poverello

Más allá de la falsedad del nombre, pues no soy pobre ni aunque quisiera en virtud del bagaje socio-cultural del que me es imposible escabullirme, mi espíritu anda de su lado, no porque sean buenos, sino porque se les trata injustamente.

Dos tipos de personas

Valla de Melilla 2005, by fronterasur

     Existen dos tipos de personas, y no estoy resumiendo mucho ni generalizando, no es como aquello de quienes echan azúcar al cacao en polvo y quienes no. Los dos tipos resultan bastante cristalinos: aquellas que piensan que todos los seres humanos gozan de los mismos derechos y aquellas que opinan que no. Punto pelota. (Saco de la ecuación un apartado, del que ya hablamos en alguna ocasión, para no meter demasiadas categorías: aquellas personas que piensan que todos los seres sintientes tienen derechos, y aquellas que no.)

      Centrando de nuevo el asunto en los seres humanos, el tema del reconocimiento de los derechos fundamentales para todo el mundo es la base de cualquier posible diálogo. Es la primera pregunta que deberíamos hacer a nuestro interlocutor o interlocutora si la cosa puede tender a ponerse calentita.

      –¿Tú crees que todos los seres humanos, por el mero hecho de serlo, tienen los mismos derechos?

      Si te dice que no, mejor cada uno en su casa y Dios en la de todos, porque el debate no son los negros, los maricas, los pobres, las chorbis, los moros o el vecino del quinto que me da mucho por saco; la clave está en que la persona con la que tratas de establecer un diálogo simplemente está convencida que, a nivel moral, político o social, hay una peña que sí que debe disfrutar de todos los derechos habidos y por haber, y otra que no. Las causas (me cuesta llamarlo argumentaciones) que suelen argüir para tales pensamientos pueden ser múltiples y variopintas: lugar de nacimiento, dinero, esfuerzo, estudios, estrato social, cultura, trabajo, comportamiento, sexo, nacionalidad… pero el fondo de la cuestión es el que comentamos: un inmigrante indocumentado no tiene derecho a venir a mi país, una pareja de lesbianas no tiene derecho a que su unión se llame matrimonio, una persona con discapacidad intelectual no debe tener derecho a ejercer el sufragio activo, quien no trabaja no tiene derecho a la seguridad social, etc etc etc.

      Y a ver, demuéstrale a alguien que todo ser humano debe de gozar de iguales derechos aunque me dé coraje, miedo, asco y hasta me pueda parecer injusto en ocasiones. Es un asunto meramente ideológico, ético y de desarrollo moral, tan íntimamente relacionado con nuestra forma de entender la vida y las relaciones que ese diálogo que tratamos de mantener tiene todos los visos de acabar como el rosario de la Aurora. Porque hablamos de derechos fundamentales, que no se pisan entre ellos a fin de justificar nuestras dudas, como el derecho a la vida, a la no discriminación, a poder desplazarse libremente, a ser tratado con dignidad…

      Si ante aquella primera pregunta acerca de los derechos, la persona que tienes frente a ti suelta aquello de sí, pero… aún puede quedar un rayo de esperanza, aunque no deberíamos bajar la guardia, porque esos peros suelen sonar muy parecidos a sí, es muy majo, pero…

      Para el próximo curso esta es la tarea: antes de hablar con alguien sobre la inmigración, el movimiento LGTBIQ+, los feminismos o la guerra en Siria, preguntemos a ese alguien si dicho colectivo tiene los mismos derechos que yo. Por ahorrar tiempo, mismamente.

El duende del Bejarano

     En el año 2000, un compañero de un grupo ecologista y por la defensa de los caminos públicos, ya extinto (como centenares de especies desde aquel no ten lejano tiempo), me pidió que dibujara un cómic realista con toques de fantasía para concienciar a las futuras generaciones sobre la importancia de respetar y proteger los espacios naturales, de manera particular el arroyo Bejarano. El guion era prácticamente de él, Bartolomé Olivares.

      Lo acabo de reencontrar y me apetece compartirlo, con sus luces y sus sombras.

«Yo, tú… él»: entrevista en Canal Extremadura Radio

     No me gusta nada el teléfono, imaginaos una entrevista en directo por ese medio: sin ver a la persona interlocutora, sin referencias y escuchando bien pero mal y raro.

     Es difícil soltar en tan poco tiempo tantos o sea, pues… Pero si alguien no tiene otra cosa que hacer durante diez minutos…  Me ha hecho mucha ilusión.

«Human» (2015)

«HUMAN» by Adam Bałazy

     «Human» es de esos documentales de los que no se puede decir nada, porque son inexplicables, y la única posibilidad que existe de entender su profundidad es verlo. Sobre un fondo croma negro, decenas de seres humanos relatan con emoción sus experiencias personales ante las situaciones más heterogéneas que pueden darse en la vida: desde la homosexualidad hasta el amor, la violencia, la pobreza o la guerra. Sin parecerse, no es difícil asociar su estilo directo y de entrevista con el empleado por el gran Claude Lanzmann en su descomunal trabajo sobre los campos de exterminio nazis: «Shoah» (1985).

     El fotógrafo y realizador, también francés, Yann Arthus-Bertrand, quien ya demostrara su talento para darle fuerza a las imágenes con el documental de dominio público «Home» (2009), intercala diferentes escenas y paisajes en medio de las entrevistas que potencian y reafirman lo que alcanza a ser la especie humana dentro de su realidad, para lo bueno y para lo malo.

     Hay variadas versiones de la película: la que se proyectó en su estreno y en festivales, de tres horas de duración; la habitual en los cines, de dos horas y cuarto, que es la que compartimos a continuación en versión original subtitulada al castellano; y la extendida que montó Arthus-Berthand, de hora y media más. Pinchando aquí su pueden ver todas las entrevistas del film en diferentes idiomas.

     Como las emociones no hay quien las viva de un tirón, no hay prisa. O al menos solo la que el espectador o espectadora quiera darse.