A decir verdad, he de reconocer que el título de esta entrada intrascendente iba a ser algo así como «qué moralidad enferma y despreciable tiene una persona que es capaz de sacar odio de esta imagen». Pero que haya que explicar estas cosas es de escuela infantil, como tener que debatir por qué no es muy normal ni respetuoso escupirle en un ojo al vecino del quinto, aunque te caiga fatal, cuando coincidas con él en el ascensor; así que mejor partir de la otra pregunta, la de los impedimentos para realizar algo.
Dijo Voltaire que «si quieres saber quién te controla, mira a quién no puedes criticar», y partiendo de esa base, que considero poco discutible, así como del contexto no es difícil sacar determinadas conclusiones. Más allá del posible interés mediático de nuestro país en su enconada lucha de control fronterizo con Marruecos, los hechos objetivos son que, el pasado 18 de mayo, tanto el GEAS de la Guardia Civil como el ejército y personas voluntarias de Cruz Roja rescataron a decenas de menores de morir ahogados en las aguas de Ceuta. Hay infinidad de fotos que así lo atestiguan, pero a los bichos desalmados de siempre no les da por criticar al ejército o a la benemérita, sino a Luna, una cooperante de Cruz Roja, la más indefensa del grupo de rescate, por abrazar a un chico subsahariano que lloraba tras llegar a la costa. Luna tuvo que cerrar sus redes sociales debido a la cantidad de burradas, insultos y amenazas que estaba recibiendo por parte de la España cañí más reaccionaria y ultraderechista. Sigue leyendo