No está uno acostumbrado a tocar dos noches seguidas y a acostarse a horas intempestivas para gente de mi edad, una edad provecta (no somos los Rolling), pero todo mereció la pena.
Del certamen de Trebujena nos vinimos con el segundo premio (y ninguna foto de la actuación, así somos en nuestra dejadez) y un buen lote de gente maja, aparte del lote en sí de tres botellas de vino de la comarca.
En Cañero disfrutamos del ambiente, de la infancia que se apoyó en los escalones del escenario y de la generosidad en los oídos del público, entre quienes se encontraban activistas feministas a las que nunca puedo dejar de admirar.
¡Ay si el ayuntamiento trifachito supiera lo que había subvencionado! Se cortaba las venas.