Remedios equivocados

Old Window Dependent Think Dementia Woman View

Como cada domingo poco antes de las siete de la tarde Rosario está sentada en la segunda o tercera banca del templo con el andador de aluminio acoplado a su lado; la observo mientras salgo a tropel de la sacristía, guitarra en mano y en dirección al coro muy justo ya de tiempo. Me llama entonces, con su voz apagada, como a duras penas.

Rosario es una anciana encantadora, aunque dicha cualidad no haya de ir necesariamente acompañada de un delicado estilismo. Su cabello parece un peculiar híbrido entre el permanentado y cualquier peluca sintética de los años sesenta, y sus labios, carmesíes en exceso y notoriamente remarcados más allá de sus naturales márgenes, harían intuir al más escéptico que en el domicilio carece de espejos. Hace ademán de incorporarse mientras se aferra al andador; me acerco y al tiempo que le indico con un gesto que permanezca en su sitio la beso en la mejilla e intercambiamos una mirada de interpelación. Sus ojos parecen dos chinchetas negras clavadas en un panel:
– Nada, me la han denegado en Servicios Sociales.
Su rostro arrugado y casi contrito, como si la culpa fuera suya, me observa con deseo de absolución.
– ¿Y te han explicado por qué? ¿No tienes suficientes puntos?
La pregunta es el máximo perdón que soy capaz de otorgar sabedor de que la responsabilidad sobre tamaña estupidez no es suya.
– No sé… ya me ves.
La contrición ha dado paso a la cara descompuesta e impotente de quien padece estreñimiento.

Lo del baremo para poder acceder a las ayudas a la dependencia, y más en concreto para el servicio de apoyo en el domicilio, podría considerarse un despropósito. Si nos atenemos de manera nada puntillosa a las disposiciones que rigen la normativa autonómica y la ordenanza municipal -ambas de 2007- toda persona dependiente es sujeto de solicitar dicho servicio, lo cual puede traducirse de manera implícita como que cualquier persona dependiente es sujeto igualmente de que su petición sea rechazada. Traduciendo también sin haber ‘estudiao’ idiomas: la cuantía, importe y nivel de baremación de las ayudas depende sencillamente del presupuesto del ayuntamiento más que de la conjunción de otros factores mucho más consistentes desde un punto de vista de necesidad social. Sólo así es comprensible una doble paradoja, absurda y demencial para cualquier homo sapiens con medio dedo de frente, cumplida a pie juntillas en el caso de Rosario y que hace realidad palpable la cita de Einstein: “hay dos cosas infinitas, el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro.”

     Rosario es viuda, no puede realizar desplazamientos largos como el común de los mortales y apenas mantiene la bipedestación sin la ayuda perentoria de su andador, tiene una paga no contributiva, vive sola y está casi imposibilitada para asearse de forma autónoma. Hace apenas tres años, cuando el gasto social era aún una dificultad salvable y tan sólo en virtud de una pequeña aportación económica con la que colaborar en el coste total de su atención, esta anciana encantadora disponía de una persona que acudía a su pisito varios días por semana en horario de mañana y de tarde para asistirla en el aseo y en la necesidad imperiosa de levantarse y acostarse a diario, así como de un servicio de comida a domicilio ya que le cuesta media vida comprar y cocinar. Pero pasaron esos años, tres dijimos. Rosario no ha mejorado, antes al contrario, y ahora se le ha denegado el derecho a ese servicio que parece otorgarse de manera inversamente proporcional a los arrechuchos físicos sufridos por la persona que debe ser asistida.

La segunda paradoja es muchísimo mejor y más caótica. Tras esforzados estudios, los Servicios Sociales de zona, apremiados por la urgencia y las limitaciones de Rosario en el desempeño de las actividades de la vida diaria, elaboraron un informe social concediéndole por fin una prestación para remodelar el aseo y sustituir la bañera por una placa de ducha, mucho más accesible a todas luces.

En la actualidad Rosario, a la que observo alejarse renqueante apoyada en su andador tras acabar la eucaristía, dispone de una placa de ducha más resplandeciente que Venus y tan ornamental como el jaspe, pues no va a poder estrenarla en su vida al no contar con el servicio de alguien que la ayude a meterse dentro. “La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Groucho sabía más que los ratones colorados.

«Umberto D» (1952)

Umberto D. by ZILDA

Si Roberto Rossellini es, en el neorrealismo italiano, el ejemplo de compromiso político en situaciones de conflictos armados como bien patente se nos muestra en «Roma, Ciudad abierta», «Paisá» o «Alemania: año cero», nadie como De Sica ha logrado transmitir dentro de este movimiento, e incluso a lo largo de la historia del séptimo arte, con tanta hondura y dolor la realidad social de la posguerra y de los excluidos. «Umberto D», último episodio de su mal llamada trilogía neorrealista tras «El limpiabotas» y la más conocida «Ladrón de bicicletas», es la más descarnada y madura. Ni un ápice de efectismo y realismo social ha perdido la terrible historia de Don Umberto -interpretado por un fantástico Carlo Battisti-, un funcionario jubilado con una pensión miserable que no le alcanza ni para malvivir. Sin familia, al borde del desahucio, habitual de los comedores sociales¿Nos suena?

Dejo el enlace con una de sus memorables escenas. Un desangelado Umberto y su casi único amigo: su perrito Flike.

https://dailymotion.com/video/x20o3y3

«No me puedo morir»

Super Man vs Doomsday by kongzillarex619

Soplaban otros vientos en aquel año de 1948. De posguerra eran, ácidos y alborotadores de pelo hasta para un calvo, pero aún Bogart podía atreverse a soltar en el film noir ‘Cayo Largo’ eso de más vale un cobarde vivo que un héroe muerto y quedarse más ancho que pancho metido en su papel de antihéroe sensato. Hoy en algunas de sus películas no le dejarían ni darle una calada a un pitillo; lo que hay que ver. El caso es que sé de muchos ciudadanos civilizados que crujirían a guantazos al tipejo del sombrero Panamá si soltara esa perla en según qué círculos: en estos tiempos de emboscadas lo heroico es mantenerse con vida, pues no hay cobardes tan rápidos y capaces como para huir de la quema a rutinario golpe de zancada.

Ahí andaba yo, dentro de un salón blanco rotísimo de paredes agrietadas, acompañado de otros cobardes a mi imagen y semejanza y confiado tras mi cordial mediocridad. La reflexión conjunta que nos sometía merodeaba socarronamente alrededor de esa valentía inaudita a la que habría que aferrarse para mantener la esperanza más allá de tanto dato socio-económico que, proyectado sobre la pared como recauchutada estadística, nos recordaba unos agujeros negros de paro difíciles de cerrar ni aun con la ayuda de El Hombre de Acero.
Entonces, tras los bosquejos y a pesar de las acometidas rabiosas de algún que otro Juicio Final*, Superman se hizo Intrahistoria.

      El duelo surgió con una espontaneidad inesperada. El pistoletazo de salida lo dio el porcentaje de parados de la provincia de Córdoba: un 37,75 de nada, lo que supone la nada despreciable cifra de más de 141.000 personas sin derecho constitucional a un trabajo, ya no digo digno. Y yo, inocente y virgen -ambos en sentido figurado-, convencido como estaba de lo doloroso de aquel plato frío y de que todos los presentes, miembros de una comunidad parroquial asentada en un barrio periférico y acuciado por la necesidad, éramos netamente de izquierdas con mayor o menor cojeo me llevé un bofetón que casi me tumba de la silla.
– No se trabaja por que no se quiere. Conozco mucha gente a la que le han ofrecido trabajo y prefieren seguir viviendo del cuento. La cosa no está tan mal.

     
     La retahíla duró apenas unos minutos más, menos mal; paró justo a tiempo de que no se me reventara el hígado ni me saliera una úlcera gastroduodenal. Recordé irremediablemente a Manuel Azaña y aquella verdad que soltó y que casi nadie se otorga la dicha de cumplir de que “si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar”. Yo tampoco le hice demasiado caso respecto a lo del silencio, claro, y aunque mi primera intención iba por los derroteros de proponer a quien se acababa de disfrazar de Juicio Final para un puesto directivo en la OCDE, cuyos principios ideológicos acerca de los malos hábitos de los parados había demostrado compartir a pie juntillas**, al final salté como un resorte percutiendo exclusivamente sobre los pensamientos clasistas y la prueba empírica contrastada a partir de esas palabras de no haber salido nunca de las cuatro cómodas paredes de casa y vivir en ‘Los mundos de yuppie’ (sí, no está mal escrito, me refiero a esos yuppies). En mi verbigracia y verborrea me explayé de seguido soltando a velocidad de cohete variopintos datos estadísticos  y ofreciendo incluso mi puesto en la oficina de Cáritas durante una semanita. Algún compañero de izquierdas, quizá más taimado, recurrió a lo absurdo e injustificado de la generalización: “Casi 5.000.000 de parados ¿y ninguno quiere trabajar? Pongamos que viven del cuento 500.000, ¿y el resto?”. De las 12.741.434 personas que malviven ya en España en riesgo de pobreza y/o exclusión*** -lo que supone un 27% del total aunque en Córdoba como siempre nos gustó llamar la atención ronda el 29%- es una lástima que aún no se tuvieran noticias, porque se habría llegado a la lógica conclusión de que esta peña no tiene ni para mojar sopa porque les sale de los huevos.

Gracias a Dios, para poner un poco de cordura nada almibarada al asunto, Carmen sí cumplió aquello a lo que se refería Azaña, de sobra. Fue en ese preciso momento cuando levantó su mano temblorosa y con voz quebrada se dedicó a compartir, sencillamente, aquello de lo que sabe y que hizo el efecto balsámico que no lograron miles de estadísticas:
– Yo no entiendo muchas de estas cosas, pero mi hermana lo está pasando muy mal por eso que decís de las pensiones. Tiene una paga de 400€ y se han ido a vivir con ellos otro hijo, su nuera y dos nietos, porque ya no ganan nada y no podían seguir viviendo ni de alquiler. Hablando con ella el otro día me dijo “estoy desesperada. No me puedo morir, porque si me muero ¿de qué van a vivir estos si sólo entra mi paga en casa? No me puedo morir”.

Touché.

Bogarth se descubrió ante aquella heroína de la Intrahistoria y le entregó su sombrero Panamá a sabiendas de que acababa de presenciar lo que podría ser el comienzo de una gran amistad. Por su parte Superman decidió retomar al instante la figura humanamente débil de Kent y pasó, a aquella enérgica mujer, el relevo de la capa roja con letra áurea para que se la entregara sin dilación a su hermana, mucho más necesitada que él de la inmortalidad. Carmen, haciendo de nuevo acopio de sencillez y elegancia, no optó siquiera por darles las gracias a ambos; tampoco hizo falta. Tras escuchar su sentido discurso pudo verse como Juicio Final partía en retirada, con el rabo entre las piernas y sin decir ni una sola palabra más.


* Doomsday (Juicio Final) es el nombre de un personaje ficticio en los cómics del Universo DC, un supervillano conocido especialmente por combatir y matar a Superman en la historieta ‘The Death of Superman’ de 1990.
** “Un parado de larga duración puede haber adquirido malos hábitos como el de no trabajar” así se refería José Ángel Gurría, secretario general de la OCDE a los parados de larga duración en España. http://www.lasexta.com/noticias/economia/secretario-ocde-dice-que-parados-larga-duracion-tienen-malos-habitos_2012113000236.html

*** Último informe de la Red Europea contra la Exclusión y la Pobreza (EAPN) del año 2012 según datos extraídos del año anterior. http://www.eapn.es/noticias/186/12741434_personas


Fotografía del filme “La muerte del Superman” (Warner Wors., 2007)

El enemigo del pueblo

Wheelchair by Stevepb

Algo de mala suerte tengo. Cinco minutos de descanso es todo a lo que me acojo en la sobremesa y suena el teléfono.
– ¿Sí? -eso de diga me pareció siempre muy de usted-. Hola, mamá, ¿qué tal?
– Bien… Bueno, regular -cierto que muy optimista no es que haya sido nunca la mujer que me trajo al mundo, pero parecía el tono algo más sensato esta vez.
– ¿Y eso?
– Pues que nos ha llegado una carta de ISFAS* y dicen que a partir del 31 de diciembre ya dejan de pagar la residencia de la abuela.
Profusa interrogación por mi parte, otro ‘¿y eso?’, digamos.
– Los recortes en la dependencia o qué sé yo…
Verdes pusimos a más de uno. Yo con inusitada compostura, tal vez en mi reserva inconsciente de no poner aún peor cuerpo a mi madre. Colgué, tras besos múltiples, recuerdos a papá y demás familia y obviando las bondades referidas a la susodicha de los máximos responsables de tamaño desconcierto. Tan inocentes ellas y tan víctimas como lo es la madre de mi madre.

Mi abuela se rompió el fémur dos veces hace unos tres años. Esa falta de calcio que casi siempre se hace tarde para echarle cuentas, mucho más cuando se pasa de los 90. Se negó a andar tras las cáusticas operaciones -no fue adrede, pero sucedió- y ahora depende de que la levanten de la cama en la que yace empotrada y así poder huir temporalmente del destino metódico de las úlceras. Me llora cuando me ve y aunque tiene Alzheimer todavía recuerda mi nombre y de qué nos conocemos. No tengo que poner exceso de celo para buscar conversación con ella, cada diez minutos podemos repetir de pé a pá la misma historia como en un bucle de eterno retorno. Otro indeseado ‘Memento’.

A esta mujer desvencijada y dependiente, una santa de esas que canoniza la Iglesia -lo que casi siempre es más un lastre que una bendición- por haber aguantado con horrenda resignación la cruz de un esposo notoriamente molesto, sargento chusquero con y sin uniforme, de los que hacen la vida imposible a espadazos y de quien no se puede hablar bien ni aun después de muerto; a esta buena mujer, comentaba, como a tantas otras en su situación, el Ministerio de la Guerra -así se llamaba renunciando al eufemismo hasta hace bien poco- le niega la ayuda que sí se merece hasta diciembre.

Recortes, palabra mágica para los ricos y azote para los pobres. Recuerdo entonces los que sufrió el Ministerio del Ataque -lo cambiamos también- a principios del ejercicio 2012: 8,8%, que siendo infinitamente menos marcado que en educación, sanidad y demás vainas poco importantes para mantener el estado de bienestar -mejor lograrlo en virtud de los cazas Eurofighter-, es además una verdad a medias. De repente, hace un mes, sin que figurara en los presupuestos generales esos del descuento del 8,8%, su monto experimentó un súbito e ¿inesperado? incremento del 28,21% cuando, en los primeros días de septiembre -el mes en el que se aprueban aquellas peliagudas proposiciones que han de pasar desapercibidas al vulgo-, el Consejo de Ministros aprobó un crédito
extraordinario de 1.782 millones de euros para deudas acumuladas en programas de armamento**. Blanco y en botella. ¿Recortes o prioridades? Otro eufemismo, como el de daños colaterales. Mi yeya, con su mirada vítrea, cristalina e inocente, es un daño colateral de una nación que opta por comprar recursos para ‘defenderse’ como entelequia mientras deja desfallecer a quienes la componen. “No entendéis que conviene más que muera un solo dependiente por el pueblo, y no que perezca toda la nación” (Jn 11, 50). Se equivocan de enemigos -en el hipotético caso de que los hubiera-. Como anunciara el lacerante dramaturgo noruego Ibsen en su obra ‘Un enemigo del pueblo’ a finales del XIX los de arriba deciden a golpe de decretazo quienes lo son, y en esta ocasión el cuento no parece avocado a un final justo.

Mi abuela tiene suerte, más de la que yo tuve durante mi siesta infinitesimal. Dispone de ahorros, gracias a la avaricia desmedida que en vida hubo de soportar de su cónyuge -del que olvidó causalmente el nombre como única victoria- y, en una tal vez circunstancial oportunidad, a la Seguridad Social por el momento le da un poco de corte dejarla en el desamparo -vete tú a saber un
día de estos-. No es pobre, pero no todas las viudas de militares, no todos sus dependientes gozan de ese privilegio. Triste, casi fundido en mitad del despropósito, descubro que en realidad no he de afanarme en encontrar remiendos a costuras gestionadas a sabiendas de. No es cuestión de dinero,
de tener más o menos, sino de prioridades.

– Mamá, ¿y qué vais a hacer?
– Pues gracias a Dios la abuela tiene dinero ahorrado si no…

Si no el exilio infinito, a donde fue a parar mi siesta absurda.

* El Instituto Social de las Fuerzas Armadas (ISFAS), es el organismo encargado de gestionar -junto con Clases Pasivas- el Régimen Especial de la Seguridad Social de las Fuerzas Armadas y de la Guardia Civil.
** La deuda acumulada ascendía a 27.000 millones de euros en los Programas Especiales de Armamentos (PEAS). Contratos de larga duración para la compra de armamento. Algunos ejemplos: 87 cazas Eurofighter. Contrato firmado hasta 2024; 239 blindados Leopard 2E. Contrato firmado hasta 2017; 80 torpedos DM2A4. Contrato firmado hasta 2023.