«¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?» (2013)

    La belleza no se puede explicar. Hay gente que lo intenta: quienes escriben, componen, incluso mindundis como yo. Pero, en realidad, como sucede con el amor, la esperanza o el placer, es imposible desbrozar el sentimiento, cada sensación, lo que nos provoca cada instante en el que se hace presente cualquiera de esos sentimientos. La belleza, el amor, la esperanza o el placer tienes que experimentarlos. La persona que escribe, compone o es mindundi como yo, sabe que todos los seres humanos hemos vivido en algún momento esas verdades intangibles y tienen capacidad de abstracción, por eso suele ser relativamente sencillo (y falso) el uso de comparaciones, de la hipérbole, mostrar las lágrimas o el gemido, y aún de forma más cutre colocar de fondo una música melancólica. Todo el mundo que no esté afectado por un trastorno lo entiende.

    Lo realmente difícil es hacer sentir desde el silencio, desde la nada, desde el puro trámite y la supuesta intrascendencia. «¿Quién le zurcía los calcetines al rey de Prusia mientras estaba en la guerra?», la novela gráfica que nos ocupa, tiene como título un obvia pregunta retórica que mucho tiene que ver con esos supuestos hechos intrascendentes: ¿quién leñes le va a zurcir los pantalones y hacerle los mejores platos al rey cuando está en la guerra? La madre, ¿quién si no?.

    Precisamente por todo a lo que hemos hecho referencia, se hace complejo, y hasta absurdo, escribir más de unas escasas líneas sobre este sencillo y espectacular cómic que va sobre la entregada vida de cuidados de una madre. Como podría ser cualquiera. Y por eso, porque no hay comparaciones, ni hipérboles, ni apenas lágrimas o gemidos, ni música melancólica de fondo, sino tan solo silencios y trámites es necesario leerla. Para entrar en esa nada de los cuidados y del amor que lo es todo, aunque nada diga.

     Puedes descargar la novela gráfica completa en castellano pinchando encima de la imagen.

País Moreno

En país Moreno, la inmensa mayoría de sus habitantes tiene el pelo de color oscuro: entre negro carbón y castaño claro. Las gentes de la zona se sienten inmensamente orgullosas del tono de su melena. Lo lucen por la calle de manera esplendorosa, casi vanagloriándose de formar parte de ese pueblo digno de pelo bruno. Da igual que pueblen sus cabezas rizos, ondas, lisuras o alopecias galopantes; lo importante es entrar dentro de la gama.

No es menos cierto que, en país Moreno, una proporción nada desdeñable de la población tiene el pelo rubio o dorado. Sin embargo, debido a que, por norma general, el vecindario ha presumido de aquella manera tan excesiva de gozar de un color de cabello oscuro, y llevan desde que el mundo es mundo creyéndose el pueblo elegido por ese simple hecho soberanamente abstruso, la gente rubia o de pelo dorado se ha pasado décadas y décadas usando pañuelitos, tocas, gorros o sombreros de variadas formas y tamaños (chistera, bombín, panamá, pamela…) para ocultar el propio orgullo de pelo diverso. Incluso algunas de ellas se teñían el pelo para sentirse seres más normativos y conformes. Más queridos en definitiva. Sigue leyendo

«Bitch Planet» (2015)

    Sin lugar a dudas, la mejor manera de explicar de qué va la novela gráfica esta, tan desconocida, llamada congruentemente Bitch Planet, es copiar el texto que aparece en la contraportada de sendos volúmenes con ligeras modificaciones (que coloco entre paréntesis):

¿Eres NO CONFORME?

¿Te AMOLDAS a tu ETIQUETA? (¿ENCAJAS bien en tu HUECO?)

¿Eres demasiado GORDA,

demasiado FLACA,

demasiado ESCANDALOSA,

demasiado TÍMIDA,

demasiado RELIGIOSA,

demasiado LAICA,

demasiado PUDOROSA,

demasiado SEXUAL,

demasiado GAY (QUEER),

demasiado NEGRA,

demasiado MORENA (RARA),

demasiado LO-QUE-SEA-POR-LO-QUE-TE-ESTÉN-JUZGANDO-(VAN-A-JUZGAR)-HOY?

    Viendo la serie de HBO El cuento de la criada, basada en la novela homónima de Margaret Atwood (otra obra distópica como la que nos ocupa), en más de una ocasión me preguntaba dónde estaban metidas las chicas que se empeñaban una y otra vez en seguir siendo díscolas, o incluso aquellas que no pretendían serlo, sino que simplemente no se ajustaban a derecho ni a la norma social. Por poner un poner: ¿todas las mujeres de la República de Gilead eran heterosexuales o cisgénero? Menos mal que he tenido la oportunidad de leer el cómic de Kelly Sue DeConnick y Valentine De Landro para salir de dudas: todas las mujeres que no se ajustan a lo establecido y son no conformes están en la cárcel de Bitch Planet, porque «viviréis vuestras vidas haciendo penitencia y sirviendo aquí, y que la madre tenga misericordia de vuestra alma».

    La novela de Atwood incidía en una sociedad patriarcal que esclavizaba a las mujeres en beneficio exclusivo del varón, pero la creación de DeConnick y De Landro da una vuelta de tuerca convirtiéndose en una especie de sentido homenaje a todas aquellas mujeres que son juzgadas por no ser lo que se espera de ellas, por no comportarse como debieran y deciden luchar con todos los medios a su alcance para liberarse de esa opresión blanca heteropatriarcal que decide hasta cómo debes peinarte, con quién acostarte o ante quién inclinar la cabeza. Sigue leyendo

«Parentesco» (1979)

    En 1960, cuando Octavia E. Butler tenía 13 años y soñaba con ver publicados sus relatos en las grandes revistas de ciencia ficción de la época, su tía, quizá con la buena voluntad de quien te quiere y no desea que te estrelles frontalmente, y demasiado pronto, con la realidad, le dijo «nena, los negros no pueden ser escritores». Eran los años 60 del pasado siglo; técnicamente podría incluso haberle dicho que los negros no podían ser personas con derechos.

    En uno de sus relatos, la conocida como la gran dama de la ciencia ficción, recordaba que justo a esa edad de 13 años pensaba que no había leído ni una sola línea escrita por una persona negra. Pero se empeñó, y en un mundo y un género dominado por blancos, se hizo un hueco gigantesco, aunque, tristemente, siga siendo una absoluta desconocida entre quienes se consideran fanáticas de la Ci-Fi.

    «Parentesco» resume en parte toda la temática sobre la raza, la sexualidad, la violencia y la diferencia, tal y como ella la percibía en su entorno. El argumento es simple: una mujer negra que vive en California a mediados de la década de los 70, es transportada en varias ocasiones y durante distintos lapsos de tiempo, por circunstancias que se irán dando a conocer a lo largo de la trama, a una plantación de personas esclavas en los años de la Guerra de Secesión de Estados Unidos donde conoce su desagradable historia familiar y a algunos de sus antepasados. Sigue leyendo