El titiritero mayor

    Han pasado ya unos añitos, cuatro, desde que mis amigos Kalvis y Leo comenzaron sus andanzas por la web y alrededor de tres cuando dejamos la relación por motivos estrictamente de falta de tiempo material. Ahora volvemos a intentarlo.

     Al final de la entrada comparto algunas de las tiras de antaño, las cuales, por desgracia, siguen de rabiosa actualidad.

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Obscenidad

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The Picture of Dorian Gray by Acrylicdreams

Hace justo ahora 20 años, Milos Forman retrató acertadamente la obscenidad de la doble moral en la cinta “El escándalo de Larry Flynt”. En una de las escenas más memorables de la película, el actor Woody Harrelson, quien encarna de muy buenas maneras al protagonista, editor de la revista pornográfica Hustler, interroga al respetable sobre ¿qué es más obsceno? mientras pasa una proyección de diapositivas: pechos turgentes, mujeres desnudas en actitud poco decorosa… entre otras imágenes de violaciones de derechos humanos, guerras, violencia, hambruna.

    Ni qué decir tiene que al escandalizador Flynt le dieron hasta en el cielo de la boca, pero por aquel entonces -mediados de los 70 del pasado siglo- se convirtió por mérito propio en el defensor a ultranza del respeto escrupuloso a la primera enmienda de la Constitución de EE.UU.:

    “El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios”.

    En lo que debiera ser una vergüenza para algunos de los más altos cargos políticos de este país gañán y tercermundista llamado España, así como para sus medios afines y demás acólitos, he sentido tanto asco tras las diversas manifestaciones y opiniones mostradas por la casta -ahora han demostrado con creces que no les venía mal tal apósito, pues se comportan como esa élite que en el resto ve mugre- hacia otros representantes igualmente dignos y elegidos de forma democrática por la ciudadanía, como si me hubiera comido sin respirar una tonelada de mierda. Sigue leyendo

La tragedia global

 

Atentado de ISIS en Beirut el pasado 12 de noviembre.
41 muertos y más de 200 heridos

Viene al caso -pido al respetable algo de paciencia que quizá no vaya a ser tanta- un examen acerca de los procesos mentales y de las estructuras de pensamiento a raíz de la tragedia ocurrida en París el pasado fin de semana, e invito de igual guisa a quien se precie a no saltarse a la torera la opción, empleada con interés por algunas empresas en su selección de personal, y a realizar el ejercicio que sigue de La mujer y el puente, pues malo tampoco va a ser, como lo de la paciencia, y lo mismo ilumina un algo la oscuridad que, por norma general, decidimos instaurar al hablar de yihadismo o ISIS. Eso sí, quien lo prefiera, a consta de perder algún que otro punto de reflexión, puede saltarse el paréntesis e ir a las conclusiones.

(Una mujer, cansada y sintiéndose desatendida por la cantidad de horas que trabaja su marido-el cuál estaría varios días fuera en un viaje de negocios- se deja seducir en la casa de otro hombre, al otro lado del río del pequeño pueblo donde vive.
Durante la noche, el marido llama a la mujer al móvil para avisar de que se suspendió el trabajo y está volviendo a casa, por lo que la mujer decide irse de la casa de su amante para volver a tiempo a su hogar sin que el marido le descubra.
Sin embargo, al intentar cruzar por el puente, se encuentra con un loco con un cuchillo que amenaza con matarla si intenta cruzar. La mujer asustada, retrocede, sabiendo que la única forma de llegar a su casa es cruzar ese río.
Un poco más abajo, en la orilla encuentra a un barquero, que le ofrece ayudarla a cruzar a la otra orilla si le paga cierta cantidad de dinero. La mujer acepta, pero en ese momento no lleva dinero encima, por lo que el barquero se niega a llevarla si no le paga antes de cruzar el río.
La mujer recuerda que cerca de allí vive un amigo suyo, al cuál no ve desde hace mucho tiempo. Su amigo le responde que desde siempre estuvo enamorado de ella y nunca le había hecho el menor caso hasta ahora. Muy afectado y decepcionado, se niega a darle el dinero.
La mujer vuelve entonces a casa de su amante para pedirle dinero para pagar al barquero, pero el amante no le abre la puerta, temiendo que su marido la haya descubierto.
La mujer, desesperada porque se le acababa el tiempo, decide cruzar el río por el puente, y el loco cumpliendo su advertencia, la mata. Sigue leyendo

«El último de los injustos» (2013)

Lanzmann tras recibir el Oso de Oro honorífico
en la Berlinale de 2013

     Podríamos hablar mucho, y muy bueno, de la vida del periodista y director de cine Claude Lanzmann. Narrar su firme presencia en las filas de la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial por la que recibió diversas condecoraciones, su activismo en diferentes revistas, o su categoría intelectual que lo llevó a codearse con personajes de la talla de Simone de Beauvoir (con la que mantuvo una relación de varios años) o Jean-Paul Sartre (que lo invitara a algún que otro evento literario). Podríamos hablar mucho, pero lo que es difícil -por no decir imposible- de explicar con simples o cultas palabras es su aportación al mundo del celuloide y del documental.

Lanzmann, de familia judía y ateo autoconfeso, estrenó en 1985, tras cerca de quince años de ardua realización e investigación, el monumental trabajo histórico de más de nueve horas sobre el holocausto judío llamado, precisamente, “Shoah” (exterminio, en hebreo). Esta vasta e inefable película documental, compuesta únicamente por testimonios directos de testigos, víctimas y hasta algún que otro verdugo perteneciente a las SS que desconocía que estaba siendo grabado mientras narraba las brutalidades cometidas en los campos de exterminio, no necesita la más mínima presentación o recomendación por parte de nadie y, en virtud de ello, la obra a la que vamos a hacer referencia, también obligada, es “El último de los injustos”, dirigida en 2013, pero estrenada más de un año y medio después, y cuyas imágenes fueron grabadas en aquellos lejanos años 70 del pasado siglo siendo excluidas del montaje definitivo de “Shoah” porque había demasiada tela que cortar y ni el propio Lanzmann tenía clara la oportunidad de exponerlo al público.

«El último de los injustos” recoge en un estilo similar al del filme del que procede -ausencia de imágenes de archivo, de música o de escenificaciones- el brutal y desencantado testimonio de Benjamin Murmelstein, el último presidente del Judenräte (Consejo Judío) del campo de concentración de Theresienstadt, y que es quien se denomina a sí mismo el último de los injustos. Los dos presidentes anteriores fueron ejecutados por los nazis sin excesivos remilgos tras dejar de serles de utilidad y el delito, para muchos imperdonable, de Murmelstein fue haber sobrevivido lo que le condujo a ser acusado hasta su muerte en 1989 de colaboracionismo con el III Reich, viviendo el resto de su vida exiliado en Italia, que es donde se graba la entrevista, sin poder regresar jamás a Israel ni siquiera para declarar como testigo de excepción en el juicio contra el teniente coronel Adolf Eichmann, máximo artífice de la solución final y de la creación de los Consejos judíos.