«Frankenstein 04155» (2015)

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Tragedia en Santiago de Compostela by Emijrp

     Aunque no es fácil elegir el documental que más asco me ha hecho sentir de formar parte de la raza humana, pues muchos hay, no puedo evitar recordar una vez y otra “The Cove” (2009), sobre la matanza anual de delfines en el Parque Nacional de Taiji, Japón. Como por norma, soy bastante vehemente con los EE.UU., en este caso podría sacar casi una lista interminable de los que defenestran su imperio, aunque podría elegir con el entusiasmo de la vergüenza “Hearts and Minds” (1974), que retrata los efectos de la invasión en Vietnam. Hoy, por suerte o por desgracia, me toca compartir mi más profunda repugnancia hacia este país de caudillos y dictadores tras ver (y sufrir) el documental “Frankenstein 04155”, del director gallego Aitor Rei.

     Frankenstein era el apodo que, en los círculos ferroviarios, le pusieron al malogrado Alvia 04155 que descarrilara en la tristemente famosa curva de A Grandeira en Angrois, causando 80 muertos (78 según la policía científica) y 145 heridos. Al final, como en el Yak-42, en el Spanair o en el metro de Valencia, el culpable era el maquinista o el piloto. Se depuraron todas las posibles responsabilidades políticas.

     Y es que, lo más terrible y dramático del documental de Rei, no es ver de corrido y machacaditas todas y cada una de las irregularidades y parches a nivel de seguridad que se llevaron a cabo para poner en funcionamiento el AVE rumbo a Galicia con la premura que dan unas elecciones, ni los lloros, ni la impotencia de las víctimas, ni las mentiras de los de siempre, ni la impunidad. Lo terrible y dramático del filme lo resume el padre de una de las víctimas, con una lucidez cristalina, mientras recordaba las palabras ejecutadas como una sentencia por José Blanco, entonces Ministro de Fomento, ante las cámaras de televisión.

     “No me arrepiento de nada”.

     Uno de los máximos responsables de que sobreviniera la tragedia muestra en abierto, delante de todo el planeta la misma conciencia que un colín. Sigue leyendo

RBU (o en qué consiste la dignidad)

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    No conozco una sola persona o colectivo que viva inmerso en el trabajo con grupos de exclusión social que esté en contra de la Renta Básica Universal (RBU). Más bien, prácticamente todos con los que tengo relación abogan por su implantación y hasta realizan campañas a su favor considerándolo uno de sus principales imperativos. Por otro lado, es de sobras conocido que diversos intelectuales y economistas de renombre y de diferente marco ideológico esgrimen argumentos contra dicha ayuda estatal acusándola, entre otras cosas, de favorecer el control gubernamental, el neoliberalismo y la individualidad, como si apoyar la medida fuera incompatible con otras políticas sociales. Entre ellos mi querido Vicenç Navarro, cuyos análisis socio-económicos suelo apreciar muy cordialmente.

    En este sentido, no resulta baladí sino clarificador que en Suiza, uno de los países donde el dinero y las inversiones son de lo más trascendente y la pulcritud institucional llega a cotas inalcanzables para el resto de los mortales, se rechazara la propuesta mediante referendo con una negativa de más del 75% de la población.

    Resumiendo un poco, la RBU consistiría en una ayuda del gobierno a todos los ciudadanos por el mero hecho de serlo, ya sean ricos o pobres, y sin ningún tipo de contraprestación por parte del benefactor. Y claro, eso de cobrar trabajes o no trabajes no es del gusto de muchos, sobre todo de quienes apelan con la pesadez plomiza de quien tiene algo que ganar que lo que dignifica a los seres humanos es, precisamente, el trabajo. Lo que mi mente pensante me dice al respecto es que este modelo ideológico respecto al trabajo y a la RBU responde a un concepto clasista, prejuicioso y capitalista. No es mi intención detenerme mucho en argumentos y explicaciones magistrales que suelen superarme ampliamente sino poner algún botón de muestra de ese inframundo que nos rodea y del que en ocasiones insistimos en negar su existencia, pero no está de más algún apunte antes. Sigue leyendo

Juan Bernier

    ¿Quién es este hombre? Preguntaréis muchos, entre los que incluyo indefectiblemente a cordobeses y cordobesas, a pesar de ser ésta la provincia de nacimiento (concretamente la localidad de La Carlota) del que debiera ser ínclito poeta Juan  Bernier, cofundador del grupo Cántico, y del que aún es difícil saber cómo superó la censura del régimen franquista.

     El más social de entre sus amigos poetas de esta generación, homosexual no confeso (no hace falta explicar mucho el por qué y tan sólo lo narra en su diario) muchos de sus poemas jamás pierden actualidad. Tal vez por su tendencia al desencanto, o quizá más a la crítica al desencanto asumido, a la utopía.

     Podría haberlo escrito ayer, en lugar de en medio de la dictadura, lo que es una lástima y casi una tragedia, pero aquí lo comparto, con devoción, hacia aquél que debiera ser más conocido.

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Politics by Dandy-Jon

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«Niños de calle»

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Child by Wolfie-chama

     «Soy occidental, luego fagocito», podría ser el lema a mostrar por toda la tierra cada vez que un urbanita del mundo (sub)desarrollado pone sus zarpas en alguna parte del resto del planeta. Y no importa quien caiga, porque el derecho siempre me ampara, y si no lo hace me lo invento.

     Incluso ante aquellas situaciones de más flagrante adulterio respecto a los derechos de las personas más débiles, habrá alguna cuestión trascendental (que suele ser económica, todo sea dicho) que me permita hacer de mi capa un sayo y de mis ojos visera.  Por poner un poner: la destrucción de favelas para dejar paso libre a las solidarias Olimpiadas de Río que gustosamente contemplaremos en nuestras pantallas planas de nosécuántas pulgadas sin echar cuentas de los centenares de niños y niñas expulsados de sus hogares o que están siendo sacados de las calles (más bien eliminados) por gusto e imagen del contribuyente.

      Ea, que nos aproveche si no nos abruman las ganas de vomitar. Va por la infancia dolorida, la injustamente usada para nuestros fines… la que nunca ha tenido voz ni voto.

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