«L.A. Confidencial» (1990)

james_ellroy_by_raschiabarile-daccwqy

James Ellroy by raschiabarile

    Como novelista debe de dar bastante coraje que te conozcan por la película, buenísima, que escribieron otros de alguna de tus obras. De lo peor: “¡ah, ¿pero está basada en un libro? Pues seguro que no es mejor que la peli”.

    James Ellroy, del que tenemos la suerte de que siga vivo mientras escribo estas líneas, nació en Los Ángeles en 1948. Su infancia transcurrió en la época ideal para que algún o algunos desalmados asesinaran a su madre mientras iba a la ciudad, dejándolos, a ella tirada en mitad de un descampado, y a él huérfano por partida doble. Nunca se llegó a descubrir a las personas responsables del crimen. Como es de suponer, tamaña experiencia, terrible y dramática donde las halla, marcó las preocupaciones vitales de Ellroy que se reflejan conspicuamente a lo largo de su obra: corrupción, violencia, desesperanza y nihilismo. Con estos adjetivos sobra decir cuál fue el género que le ayudó a espantar -o al menos asustar un poco- a sus fantasmas: novela noir, hard-boiled o como queramos llamarle.

    Y bueno, sí, la novela L.A. Confidencial es mejor que la película de Curtis Hanson (para los incorregibles diremos que, al menos, es igual). Aunque sea porque es anterior, aún más compleja y ácida y porque, como el porcentaje de lectores es infinitamente menor que el de cinéfilos, Ellroy no tuvo que pensar si aquel párrafo o aquella escena tan explícita iban a censurárselos o resultaría desagradable para el público. Sigue leyendo

fobias

Fobos: en la mitología griega, personificación del temor y el horror.

phobia_by_reality_must_die

Phobia by reality-must-die

claustrofobia
zoofobia
hidrofobia
la fobia del miedo

islamofobia
homofobia
xenofobia
la fobia del odio

fobias,
de odio y de miedo
congéneres
de miedo y de odio
simétricos

algofobia
cainofobia
ataxofobia
diquefobia
epistemofobia
panofobia

fronemofobia
eleuterofobia

…….

fobofilia

«Frankenstein 04155» (2015)

800px-tragedia_en_santiago_de_compostela_o

Tragedia en Santiago de Compostela by Emijrp

     Aunque no es fácil elegir el documental que más asco me ha hecho sentir de formar parte de la raza humana, pues muchos hay, no puedo evitar recordar una vez y otra “The Cove” (2009), sobre la matanza anual de delfines en el Parque Nacional de Taiji, Japón. Como por norma, soy bastante vehemente con los EE.UU., en este caso podría sacar casi una lista interminable de los que defenestran su imperio, aunque podría elegir con el entusiasmo de la vergüenza “Hearts and Minds” (1974), que retrata los efectos de la invasión en Vietnam. Hoy, por suerte o por desgracia, me toca compartir mi más profunda repugnancia hacia este país de caudillos y dictadores tras ver (y sufrir) el documental “Frankenstein 04155”, del director gallego Aitor Rei.

     Frankenstein era el apodo que, en los círculos ferroviarios, le pusieron al malogrado Alvia 04155 que descarrilara en la tristemente famosa curva de A Grandeira en Angrois, causando 80 muertos (78 según la policía científica) y 145 heridos. Al final, como en el Yak-42, en el Spanair o en el metro de Valencia, el culpable era el maquinista o el piloto. Se depuraron todas las posibles responsabilidades políticas.

     Y es que, lo más terrible y dramático del documental de Rei, no es ver de corrido y machacaditas todas y cada una de las irregularidades y parches a nivel de seguridad que se llevaron a cabo para poner en funcionamiento el AVE rumbo a Galicia con la premura que dan unas elecciones, ni los lloros, ni la impotencia de las víctimas, ni las mentiras de los de siempre, ni la impunidad. Lo terrible y dramático del filme lo resume el padre de una de las víctimas, con una lucidez cristalina, mientras recordaba las palabras ejecutadas como una sentencia por José Blanco, entonces Ministro de Fomento, ante las cámaras de televisión.

     “No me arrepiento de nada”.

     Uno de los máximos responsables de que sobreviniera la tragedia muestra en abierto, delante de todo el planeta la misma conciencia que un colín. Sigue leyendo

RBU (o en qué consiste la dignidad)

norendimos

    No conozco una sola persona o colectivo que viva inmerso en el trabajo con grupos de exclusión social que esté en contra de la Renta Básica Universal (RBU). Más bien, prácticamente todos con los que tengo relación abogan por su implantación y hasta realizan campañas a su favor considerándolo uno de sus principales imperativos. Por otro lado, es de sobras conocido que diversos intelectuales y economistas de renombre y de diferente marco ideológico esgrimen argumentos contra dicha ayuda estatal acusándola, entre otras cosas, de favorecer el control gubernamental, el neoliberalismo y la individualidad, como si apoyar la medida fuera incompatible con otras políticas sociales. Entre ellos mi querido Vicenç Navarro, cuyos análisis socio-económicos suelo apreciar muy cordialmente.

    En este sentido, no resulta baladí sino clarificador que en Suiza, uno de los países donde el dinero y las inversiones son de lo más trascendente y la pulcritud institucional llega a cotas inalcanzables para el resto de los mortales, se rechazara la propuesta mediante referendo con una negativa de más del 75% de la población.

    Resumiendo un poco, la RBU consistiría en una ayuda del gobierno a todos los ciudadanos por el mero hecho de serlo, ya sean ricos o pobres, y sin ningún tipo de contraprestación por parte del benefactor. Y claro, eso de cobrar trabajes o no trabajes no es del gusto de muchos, sobre todo de quienes apelan con la pesadez plomiza de quien tiene algo que ganar que lo que dignifica a los seres humanos es, precisamente, el trabajo. Lo que mi mente pensante me dice al respecto es que este modelo ideológico respecto al trabajo y a la RBU responde a un concepto clasista, prejuicioso y capitalista. No es mi intención detenerme mucho en argumentos y explicaciones magistrales que suelen superarme ampliamente sino poner algún botón de muestra de ese inframundo que nos rodea y del que en ocasiones insistimos en negar su existencia, pero no está de más algún apunte antes. Sigue leyendo