«Tire Dié» (1960)

Fernando Birri en el XXIII Festival Internacional de Cine en Guadalajara

     Hace poco más de un año falleció en Roma, sin aspavientos por parte de la prensa generalista, el cineasta argentino Fernando Birri. Reconocido como padre del nuevo cine latinoamericano su influencia en el cine social documental es reconocida en el mundo del celuloide. Fundador de varios institutos cinematográficos, su trayectoria no pasó desapercibida para el Festival Internacional de Cine de Innsbruck, que le concedió en 2010 un premio honorífico.

    «Tire dié» fue su primera película, rodada sin apenas medios, con la ayuda de diferentes alumnos y alumnas de la escuela de cine, pero con un resultado que, a todas luces, ya preconizaba por dónde iría a discurrir el resto de su obra. El documental, cuyo título es un homónimo de la frase tire diez (tire diez centavos), nos muestra con tanta naturalidad como crudeza, la vida de los niños pobres de las afueras de Santa Fe, Argentina, que corren en paralelo a los trenes de cercanías pidiendo a los viajeros algunas monedas.

«Cien niños esperando un tren» (1988)

Aside

100 niños     Ignacio Agüero lleva realizando documentales treinta y cinco años, así que mal seguro que no lo ha hecho. Los numerosos premios internacionales que han conseguido sus películas así lo confirman, como sucedió con el filme que nos ocupa, «Cien niños esperando un tren», tercero de su filmografía y que ya radiografiaba muy bien los derroteros que iba a tomar la carrera del director chileno.

     «Cien niños esperando un tren» narra la puesta en marcha de un taller de cine con niños y niñas en una aldea de Santiago. Todo parece desarrollarse de la forma más natural posible dentro del contexto de un grupo de infantes que nunca han ido al cine, que apenas conocen el proceso de realización de una película y a quienes se les ofrece la posibilidad de crear los elementos clásicos del séptimo arte. El disfrute se palpa a manos llenas, pero lo que se mueve detrás de bambalinas, la pobreza, la desigualdad, el control social y la violencia ejercida sobre la población durante la dictadura de Pinochet no puede resultar más evidente. Tanto es así, que un simple documental sobre un taller de cine fue clasificado por el gobierno para mayores de 21 años; seguramente no llegó a ser censurado porque el régimen no andaba en horas de vacas gordas. No es baladí recordar que el mismo año de la realización de este documental, Ignacio Agüero formó parte del equipo de producción de la franja electoral por el «No» en el Plebiscito nacional de Chile, cuyo triunfo permitió las elecciones democráticas al año siguiente que desembocaría en la derrota de Pinochet y su consecuente salida del gobierno.

     Menos de una horita. A disfrutar.

«Tavarataivas» (2013)

tavarataivas

     Hay películas que da un poco igual si están o no bien hechas. La planificación, los encuadres, la fotografía… Daría lo mismo casi que estuvieran rodadas al completo en plano general, encuadre horizontal y la luz constante de las doce de un mediodía cualquiera y hasta vulgar. Hay filmes que dicen, que transmiten, que te hacen pensar y si es uno capaz de dejar de rastrear en su interior cinéfilo, aprende cosas importantes de la vida sin tener que esforzarse lo más mínimo. Por más defectos que tenga también la narración y no todo cuadre a la perfección como si fuese un cuadro de Velázquez.

     Un documental de un tipo de 26 años, Petri Luukkainen, rodado por él mismo y siguiendo sus propias peripecias a lo largo de un curioso año, lleva consigo todas las papeletas para gozar de las primeras e irracionales pautas técnicas, aunque exagero bastante, pero si en algo toca fibra es en la sección dos; esa de meterte los dedos y hacerte mirar las cosillas nimias que tienes en tu piso de tres al cuarto y que tanto necesitas. Continue reading

«La historia del camello que llora» (2003)

Camello que llora2    Si eres mujer, de Mongolia, te da por dedicarte al cine y encima haces semidocumentales tienes que ser muy buena para hacerte un hueco y ser además nominada a los Óscar.

     Todo eso en su conjunto lo tiene de sobras la directora Byambasuren Davaa, que con un estilo tan delicado como ausente de artificios sumerge al espectador en medio del desierto mongol y lo hace observador impaciente de pueblos que ya han sido olvidados y fagocitados por la sociedad de consumo capitalista.

     Codirigida por el director italiano Luigi Falorni, a quien conociera en Munich, «La historia del camello que llora» es el paradigma del lugar en el que pone la nota la directora y guionista residente en Alemania, tal y como volvería a mostrar al público con «El perro mongol»: hacerlo partícipe de la vida sencilla de los nómadas que habita en una yurta en mitad del desierto del Gobi. La excusa que le sirve de preludio es el nacimiento de una cría de camella albina que la madre rechaza sin que lleguemos a saber muy bien por qué. Antes, durante y después de dicho suceso, Davaa nos golpea la mente una y otra vez con la trascendencia de en dónde reside lo verdaderamente importante para tener una vida plena. Y no son los recursos, ni el progreso, ni un trabajo estable… sino el amor y el respeto a la naturaleza, a aquellas tradiciones que no han perdido ni su cordura ni su belleza; en definitiva, hacia toda realidad con la que nos relacionamos a diario y hacia la que debiéramos quizá hacer un mayor esfuerzo por comprender, como la única forma viable de hallar una solución o asumir con tranquilidad no lograr hallarla. Continue reading