«Taxi Teherán» (2015)

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Jafar Panahi by olivierploux

     Que sí, que Irán está en el punto de mira, que forma parte del Eje del Mal y a casi todos les cae como una patada en el culo (según qué día, todo sea dicho), pero que Panahi se juega la vida en cada largo que rueda va más allá de toda explicación lógica y de que haya que defenderlo simplemente porque nosotros somos los buenos y los malos quienes lo mantienen en arresto domiciliario con la prohibición expresa de rodar. Y no se la juega sólo por el mero hecho, descarado y machacón, de seguir rodando, sino por lo que cuenta cuando lo hace.

     Puede que no alcance el nivel de intensidad de su anterior “Esto no es una película”, pero “Taxi Teherán” vuelve a ser una nueva vuelta de tuerca al cine de autor, comprometido, original y que sólo tiene miedo a la falta de coherencia.

     ¿Dónde empieza la realidad y acaba la ficción? ¿Qué es real y qué no, si es que puede haber diferencia sin que elegir sólo conduzca a la acomodación y a la injusta moderación? Panahi de nuevo te obliga al compromiso, a no permanecer al margen, a tener que ponerte de parte de alguien. Otro filme necesario, como respirar, como el dolor sufriente ante la injusticia, como la libertad autoimpuesta.

     Se respira la incomodidad, el desaliento, pero queda la rosa, con espinas, que si no no lo sería, pero la rosa.

     Puedes descargar la película completa con subtítulos en castellano agregando el siguiente enlace a tu aMule/eMule:

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Venta de armas: el egoísmo idiota

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    Tengo una compañera de trabajo que es tonta. Espero podáis disculparme el aparente exabrupto, porque en realidad no es tal si, obviando el significado coloquial que se atribuye a dicho concepto, nos atenemos al sentido primero que figura en el DRAE: dicho de una persona: falta o escasa de razón o entendimiento.

     Se llama Amparo la susodicha, es limpiadora, tiene sesenta y tres años largos y lleva currando desde que Franco era cabo. El caso es que habló con ella el representante de CC.OO., muy feliz, porque le informó de la magnífica posibilidad de jubilarse cobrando el salario íntegro en virtud de no sé qué acuerdos con la Seguridad Social y el Servicio de Empleo. Parece ser que, para sorpresa de propios y extraños, puso una cara rara, como si le hubieran propuesto amputarse un brazo, y tras pensarlo demasiado poco tiempo dijo que no.

     Honestamente me dan un poco igual sus motivos, que mucho tuvieron que ver con la desconfianza, con ver enemigos inexistentes y con no querer hacerle quizá un favor a una compañera más joven que se quedaría con su puesto de trabajo. Lo que tengo más o menos claro es que se comportó con un egoísmo tan estéril como idiota.

     No soy yo de los que piensan que el egoísmo, en alguna ocasión por ínfima que sea, puede resultar beneficioso siquiera para quien lo ejercita, pero hay ocasiones en las que su estulticia flagrante supera cualquier entelequia. El ejemplo es Amparo, y el comercio de armas.

     España -mientras su Gobierno en funciones se entretiene poniendo a caldo a Maduro, echándose las manos a la cabeza con los ataques del Estado Islámico, y comportándose como un genocida con la expulsión de las personas refugiadas- anda en estos últimos años entre el sexto y el séptimo exportador de armas del mundo, y es cuanto menos clarificador sobre su egoísmo idiota cuáles son dos de sus mayores clientes en la venta de armamento: Venezuela y Arabia Saudí. Lo crucial es llenarse los bolsillos, de las dictaduras y del terrorismo que luego nos afectan ya hablarán después en las tertulias de la tele. Sigue leyendo

«Pelle, el conquistador» (1987)

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Bille August, en Malmö, 1988

     Es difícil hablar con propiedad de determinadas películas. Hay películas que destilan tanta emoción que sólo pueden contemplarse. Sin duda “Pelle, el conquistador”, del danés Bille August, es una de ellas.

     Podría resumirse el significado, la profundidad de la historia en una única pregunta que proviene del propio título y quizá deberíamos hacernos no sólo al terminar de ver el filme, sino a lo largo de nuestra vida, con las personas que conocemos y que nos puede hacer conscientes de a qué personajes le damos valor. ¿Qué es conquistar?

     Cuando estrenaron la cinta de August aún era yo adolescente, de esos que disfrutan con las pelis de aventuras, de guerras infinitas y acción. No hace falta hilar muy fino para reconocer en qué piensa uno cuando lee un título como el que nos ocupa. Seguro que es de un guerrero parecido a Atila, o a Alejandro Magno, o a Julio César…

     La verdad es que Pelle es un niño, inocente y confiado cuando, procedente de Suecia, llega con su padre a la isla danesa de Bornholm, ambos esperanzados en una vida respetable con que dar cumplimiento a sus sueños. No es distinto en su bondad Lasse Karlsson -un inconmensurable Max Von Sydow-, al que ni se le pasa por la cabeza la situación de esclavitud e indignidad a la que se verán sometidos, de las que parece imposible escapar.

     Pelle demuestra una y otra vez, en mitad de la miseria y de las opciones imperfectas, que conquistar no consiste en invadir países, en someter a pueblos, en descubrir continentes. Conquistar es dejarse invadir a uno mismo, redescubrirse y lograr sobrevivir con dignidad a la pobreza más inmunda sin necesidad de reprochar ni echar nada en cara.

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