
Power by Bateri
La verdadera pobreza no es que con tus ingresos no puedas llegar a fin de mes.
O andar rastreando comida por los contenedores de basura. A la puerta de un supermercado o en la zona VIP de la ciudad.
Tampoco consiste en ser un parado de larga duración, que ya se ha comido todas las prestaciones y está esperando a cumplir los cincuenta y cinco para poder cobrar el subsidio.
La pobreza de verdad no es, per se, haber nacido en un barrio de exclusión, en un gueto, o pertenecer a una familia con graves problemas de desestructuración. Droga, prisión, colectivo en minoría.
No depende de que los munipas te requisen los ajos, los calcetines, el romero de la buena ventura.
Ni de que no tenga tu madre un euro para comprarte las ceras de colores o los cuadernos que exigen en la guardería pública.
La verdadera pobreza es saber que eres pobre y tener asumido que así va a ser por siempre jamás. La verdadera pobreza consiste en creérselo. Y pasar esa fe a los hijos, a los nietos. Negarse las pocas oportunidades que llegan, porque “total, ¿pa’ qué?”.
La pobreza de verdad es acostumbrarse. Y confiar en que se dejará de ser pobre por tener dinero, aunque te lo fundas con complacencia en la primera semana del mes, porque “total”.
La pobreza real es negarse la posibilidad de un cambio, porque nunca te ha sido necesario para lograr sobrevivir. Y pensar que con sobrevivir ya es bastante, que no hace falta ser feliz, o que ni siquiera es posible. Continue reading