Mis exigencias 2018

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Force of the people, by Pavel Constantin

     No, no soy terrorista ni he secuestrado a nadie para pedir un rescate, pero es que estoy ya un poco harto de buenos deseos y de peticiones. Los primeros porque son como las palabras que se lleva el viento, poco dignos de esfuerzo y de confianza, y las segundas porque parece que siempre tienen que venir después de un perdone usted que lo moleste.

     Tampoco voy a exigirme nada a mí, por más que pueda sonar feo eso de poner condiciones a los demás y no meterse uno en el saco; lo que sucede es que en este saco ya está uno metido de entrada y lo que hace falta es que nos metamos todos y todas, de manera especial quienes lo cerraron a cal y canto con una cantidad de peña ingente dentro que está a punto de asfixiarse como no abramos pronto, aunque sea haciendo una milimétrica entrada de aire con un alfiler de punta roma.

      Además, dichas exigencias son meridiana y notoriamente más fáciles de cumplir que aquellas típicas proposiciones no de ley de inicio de año resumidas en ir tres días por semana al gimnasio, empezar con la dieta, dejar de fumar o completar esa colección de la que siempre acabas comprando a la postre sólo el primer fascículo. Y bueno, son tareas más fáciles porque no dependen sólo de la buena voluntad y mejor fe, de la que solemos andar escasos los homo consumens, sino porque siendo tan dados a pensar en el dinero como el único dios verdadero que cantaba Sabina, hay pasta de sobra para cumplirlas. Sigue leyendo

Rasgarse las vestiduras

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syrian Refugees | by FreedomHouse

      Es terrible lo de los refugiados. El drama. La crisis. Como lo quieran llamar, para darle bombo o quitárselo.

     Es terrible. Los gobiernos a nivel individual. La UE a nivel global. Los compromisos adquiridos que no hace falta cumplir. Asilo, derecho de asilo. Abrir las puertas.

     Terrible. Podemos ver la tele y hasta llorar a diario. De angustia, de impotencia. Los niños. Sobre todo los niños. ¿Qué nos queda si no? Llorar, manifestarse, rogarle a Dios o a quien sea… votar a otro partido. Todo para que la conciencia no nos mate, si es que nos queda algo de ella.

     Todo. Menos implicarse mucho de manera personal. Menos cambiar de costumbres. No vaya a ser que tengamos follones.

     Vienen porque están en guerra, porque destruyen sus casas, porque asesinan a sus familias. Vienen porque no existe en su territorio la más mínima seguridad.

     “Ojalá no tuvieran que venir, que abandonar su hogar”, podemos llegar a oír como culmen de una verdad absurda. Como si la responsabilidad de que vengan fuera de vete tú a saber qué impresentable dictador, o de cualquier facción del ISIS.

    La última, por el momento al menos, fue hace unos días: los dos destructores de la armada estadounidense que han participado en el bombardeo con misiles de crucero en Siria tienen su base en Rota. Las buenas relaciones con los aliados. Fundamental para la paz.

     La penúltima y la antepenúltima son tan gordas y variadas que podemos echar un ojo con enorme rubor sólo de pasada.

     Que por aquello de sacar algo de pelillas el Ministerio de la Guerra del Gobierno de España envía armamento a la coalición liderada por Arabia Saudí que destruye Yemen. Y a otros países en conflicto y con serias acusaciones por parte de los colectivos en defensa de los derechos humanos: Bahréin, Túnez, Egipto, Turquía, Israel… Huelga decir que en la Resolución del 24 de diciembre de 2008 la ONU prohíbe exportar armas a estos países. Claro, que los mayores exportadores de armas del mundo son, curiosamente, las cinco naciones con derecho de veto en Naciones Unidas: EE.UU., Francia, Alemania, Rusia y China. España ronda cada año entre el sexto y el séptimo puesto, lo que no está nada mal.

     Que una de las empresas de armamento y de seguridad más importantes de España, Indra, pertenece al lobby de presión que vende cámaras de vigilancia y otros dispositivos a Frontex, la agencia Europea encargada de controlar las fronteras exteriores para que a la Guardia Civil le dé tiempo de apalear a las personas inmigrantes antes de que salten el muro de la vergüenza de Ceuta y Melilla o, si llegan con retraso, al menos no tarden demasiado en sacarlos a rastras al otro lado de la frontera. Sigue leyendo

Las elecciones y mis prioritarias sandeces

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Stop Electing Idiots, por Noveoko

Me dicen mis amigos que soy un radical. Mis enemigos ya lo comentaban hace tiempo.

    Comentan, entre otras muchas cosas, que soy más inocente que una piruleta por creer que las cosas van a ir a mejor por el mero hecho de que decida no colaborar con ellas. Y eso que ya saben de sobra que, en realidad, me importa bastante más hacer lo que considero justo aunque supuestamente pueda servir de poco.

     Me sueltan eso de que es una pavada luchar contra la sociedad de consumo, que no la cambia ya ni Merlín, porque está engarzada en nuestros corazones igual que el mejor de los diamantes. Y que el alumbrado navideño ayuda al comercio, a que la gente consuma y podamos salir de la crisis, y da puestos de trabajo, entre otras personas a quienes las ponen, claro, que si no, me aseguran, estarían en el paro y el país andaría bastante peor. Me dicen que mucha gente vive de esto, de las fiestas. Vamos, que si no, también serían pobres y habría que ayudarles. Incluso me han llegado a decir que con lo mal que están las cosas la peña al menos se alegra con las luces y hasta les ayuda a olvidarse de sus problemillas. Que gracias a que compramos de aquí y de allí, aunque sean artículos que no sirven de nada o no son necesarios, los bares siguen abiertos, y los comercios, y los supermercados…
     Confieso que he estado a un palmo de convertirme y creer que gracias al consumismo y a nuestra forma de vida la cosa no anda tan mal. Menos mal que ayer estuve en la oficina de Cáritas y algunas personas, sin comerlo ni beberlo, junto con la realidad del barrio y otras ocurrencias me recordaron mis prioridades.
    Carmen tiene una artrosis atroz en las manos que le impide trabajar. Ni ella ni su pareja tienen dinero para pagar la bombona de butano y, con esas manitas deformes, ha de fregar y ducharse con agua fría. Deben en una tienda de comestibles una cantidad de dinero nada despreciable que al menos les ha ayudado para seguir malviviendo.
     Por su lado, Encarni, su marido y su hijito de seis añitos tampoco tienen ingresos -ni fijos ni variables- y llevan alrededor de siete meses sin pagar la hipoteca de su vivienda y, aunque gracias a la ayuda de Stop Desahucios han conseguido la Dación en pago, en unos pocos meses es posible que los echen del piso. Huelga decir que, con la inmensa lista de espera de las viviendas sociales, no tienen donde meterse.
     Y luego está, por ejemplo, Manuela, que hasta hace dos días no tenía ni un colchón para dormir, pero como está en trámites de divorcio y su marido se niega a abandonar la vivienda, no puede pedir ninguna prestación porque en su domicilio figura los ingresos de la paga del marido, aunque no le pase ni una moneda de cobre.
     Cuando cerré la puerta de la oficina y salí a la calle también pude comprobar un año más, sin el más mínimo esfuerzo, que como la barriada en cuestión donde suceden tantas miserias no está en el centro y los vecinos deben de pagar menos impuestos municipales, aunque haya también muchos comercios de barrio no hay ni una puta luz de navidad que los alumbre más allá de las que cada cual haya decidido poner en sus balcones, que no son muchas.

Prioridades

     Entrada actualizada el 7 de julio de 2016

 

Me llamaron de Endesa el otro día.
“Buenas tardes. Soy fulanita, de Endesa. Nos ponemos en contacto con usted…”
“Para ver por qué paso de vosotros y me he cambiado de compañía, básicamente”, pienso. Y acierto con más tino que un campeón olímpico de tiro con arco.
“… es muy importante la opinión de nuestros clientes”. Ex-clientes, querrá decir, y no perder los eurillos mensuales del ala. Como soy prudente llanamente respondo.
“Porque no estoy de acuerdo con la política de su empresa”.
Le da igual, claro, y ella no tiene la culpa, lo más probable es que le paguen por cliente retornado a la casa materna, digo, madrastrerna.
“Estaremos encantados de que vuelva con nosotros, si ahora no lo tiene claro volveremos a llamarle”. Muy amable, estoicamente amable, cual si tuviera hasta tapones en los oídos.
“Cuando no engañen más a la gente con fraudes me vuelve a llamar”.
Adiós y hasta pronto.

Y es que estamos todos la mar de cabreados con Endesa (y con muchas cosas más, por supuesto). De hecho, una conversación que versaba también sobre tan ínclita empresa de electricidad mantuvimos hace unos seis meses en una jornada de Pastoral Obrera. Gente mucho más alternativa y solidaria, es de suponer, que una telefonista que trabaja para la citada compañía. Por tanto, quedó más cristalino que el agua de un manantial de sierra comprado por Coca-Cola: son todos unos desgraciados. Entonces, recordando la verdad suma de Gandhi acerca de que los de arriba no van a cambiar porque se conviertan gracias a una iluminación divina sino obligados desde una situación de poder, expuse lo obvio sin pretender crear en realidad el más mínimo debate.
“Sí, pero ¿quiénes de los que aquí estamos no tenemos la luz con Endesa, Iberdrola o una cuenta en CajaSur? Es tan sencillo como hacer una llamada y cambiarse”.
Hubo asentimientos, pero el silencio podía cortarse con el filo mellado y oxidado de una cuchara de palo.
“Comodidad, cambiar la cuenta del banco es un tostón para todo”. Admitía alguien a quien tengo en alta estima.

Más o menos lo esbocé en aquella entrada de blog de no hace tanto llamada “Quejarse sale gratis”, pero digamos que entonces la cosa iba de excusas y del enfermizo mal de nuestro siglo: la esquezofrenia, y hoy, para no dar lugar a salvaguardar la propia conciencia de incoherencias, el asunto es tan simple como hablar de prioridades. En la digna película de la todopoderosa y tendenciosa Disney “Big Hero 6” (Chris Williams y Don Hall, 2014) su protagonista Hiro, un niño superdotado de apenas doce o trece años, tras mostrar al público sus minúsculos microbot, movidos por una especie de escáner cerebral, dice: “si puedes pensarlo, puedes hacerlo”.
Parafraseando a Hiro hemos de decir sin gaitas que todo, a fin de cuentas es cuestión de prioridades, y si no puedes hacerlo, es que no lo piensas o que piensas más en otra cosa que te inspira más, aunque joda reconocerlo. En la época de la infinita información vía Internet hay tantas opciones ante cualquier decisión común con implicaciones globales que lo único que puede hacernos elegir entre una u otra es a qué le damos más valor: ¿no hacer una llamada a todos aquellos sitios donde tengo un recibo domiciliado o no apoyar a un banco que promueve desahucios? ¿Hacer lo de siempre para no tener que molestarme o mejor implicarme en un cambio aunque parezca leve?
Lo esbocé, un poco, porque otro era el sentido, ahora, para que el lector (y el que suscribe) revise sus prioridades… digamos.

* Motor de búsqueda en Internet: todos conocemos Google y otros buscadores tipo Yahoo, Bing… a la hora del rastreo de dirección IP y compartir una información privada a la que no tienen derecho y de la que nos llevamos las manos a la cabeza. Pues existen, por ejemplo, Startpage , que vuelca los mismos resultados que Google sin filtrarlos, o DuckDuckGo, con rastreo propio que se dio a conocer a partir del escándalo PRISM; ambos con varios premios de privacidad. Para los más avezados, pues es un motor de búsqueda basado en P2P y habría que instalarlo en el PC, está Yacy, aunque la búsqueda se basa en el intercambio de información de usuarios y por el momento es limitada.

* Medios de comunicación: nos cabrea como a un toro resabiado la manipulación, el control de la información, pero seguimos entrando (comprando) en las webs de El país, El mundo, ABC, Marca, As… porque nadie habla mejor de noticias o de deporte que estos impresentables que han apoyado sin ambages el canon AEDE que prohíbe los enlaces (cualquiera, incluso los libres) en Internet. Pues existe una amplia lista de medios que se han negado a firmar el Canon, y algunos de lo mÁs generalistas (no sólo hablamos de Diagonal, Tercera Información…): Agencia EFE, Europa Press, La Gaceta… Uno mismo. Prioridades.

* Servicio de mensajería: Gmail depende de google, hotmail de la mastodóntica Microsoft… sendas empresas más que censuradas y denunciadas repetidas veces por saltarse a la torera la protección de datos (aparte de su propio funcionamiento global y empresarial). Hay alternativas, como en casi todo. Un correo electrónico con interfaz web, estable, y creado en plataforma de software libre GNU/Linux: openmailbox. Pero es taaaaan insoportablemente cansado cambiar de e-mail.

* Móvil: no es este el espacio apropiado para hablar detenidamente de la extracción del Coltán, pero sí de ofrecer la opción factible y responsable: Fairphone, creado a partir de componentes respetuosos con el medioambiente y con las personas. ¿Qué cuesta una pasta? No más que una tele de plasma de nosécuántas pulgadas, que unas vacaciones a Praga y Budapest, o que uno de esos de última generación que no ofrecen ‘gratis’ a los 18 meses para que sigas con contrato de permanencia. Prioridades. Y siempre queda la opción del segunda (o tercera) mano. Prio-ri-da-des.

* Compañía de telefonía: son, con diferencia, las empresas que más denuncias anuales suman por fraude, incumplimientos… Vamos, no conozco a nadie que no haya echado pestes y toneladas de excrementos sobre sus cabezas. Pero el hecho es que en caso de cambiarnos lo hacemos a otra igual o peor al final. ¿Y no joroba eso de ‘para que te quedes con nosotros te bajamos la cuota mensual a niveles irrisorios’? Coño, ¿y no me lo podéis hacer por buena fe sin tener que pedir portabilidad? Eticom. Aún casi en pañales, creada por una cooperativa catalana, que aparte de tarifas móviles ya está en condiciones de ofrecer servicios de fijo e internet, aunque está teniendo algunos problemas -casualmente- a la hora de ponerse de acuerdo con las compañías que le alquilan los servicios. Hay que aportar la cuota de socio para poder disfrutarla, pero ya digo: prio-ri-da-des. Para jugar a la bonoloto o a las quinielas cada semana no hay que ser socio, desde luego.

* Banca: sí, en esto estamos casi todos de acuerdo. Son los más mamones entre los mamones. Fundamentales en el desarrollo y mantenimiento de la crisis y el endeudamiento, pero bueno, los pongo verde y ya está. Al fin y al cabo son todos iguales y es un follón cambiarse. Prioridades. Opciones: con sus luces y sombras Triodos Bank, un banco ético que funciona con todos los servicios habituales en la entidades, pero con transparencia a la hora de donde invierten (nada de armamentos, empresas de gas, telecomunicaciones, petroleras…); Proyecto Fiare, entidad de depósito y crédito, ya con operatividad para particulares de manera normalizada; y una tercera, poco contemplada, pero seria y distinta, las Cooperativas de Crédito, muy distintas en fundamentos al resto de bancos y cajas, así como en sus proyectos, aunque hay que andar con ojo porque algunas, como Arquia, tienen acciones y fondos de inversión en empresas de industria militar (INDRA).

* Compañías eléctricas: no hace falta extenderse mucho en sus objetivos, conocidos muy de sobra por el respetable. Denunciadas innumerables veces y condenadas por fraude al consumidor. Pues también existen cooperativas, la mayoría de energía verde cien por cien renovable: Zencer, Gesternova, Som… También se necesita previa aportación de socio, pero ¿quien le pone pegas a participar activamente en una cooperativa alternativa? Seguro que lo que nos roban otras con los contadores eléctricos digitales no nos lo devuelven por no tener participaciones.

* Petroleras: lo más chungo a nivel de alternativas reales, la verdad verdadera, a menos que compres un coche nuevo híbrido o vayas en bici, lo que no es mala opción, desde luego. El transporte público o el coche compartido es otra posibilidad, parcial, pero posibilidad. Plantearse con objetividad si sale más rentable tener coche o alquilarlo sólo cuando haga falta puede ser igualmente un gesto de responsabilidad. Y si no queda más remedio y aunque es obvio que las gasolineras familiares compran el combustible a las gordas, al menos nos negamos a repostar en éstas o en las de autoservicio que, por norma general, no es que sean más baratas curiosamente, a pesar de que la atención sea más deficiente.

* Alimentación y ropa: sí, es comprensible y de Perogrullo, los productos de alimentación y textiles biológicos y/o de comercio justo son más caros, lo mismo que una birra en un bar y pocos deciden tomársela cada día en la casa. Prioridades eran, ¿no? Barato-explotación versus menos barato-solidaridad. Hasta zapatos hay de material cien por cien reciclado, vegetariano o vegano. ¿Pedirlo por Internet sin probártelo? Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh. Un hotel sí, aunque luego sea una puta mierda comparado con las fotos.

¿Lo he dicho? Prioridades. Y disculpas por la extensión. No volverá a repetirse, y al fin y al cabo era el último de mis reclamos antes de darme vacaciones a principios de agosto.