Feliz Navidad

No creo yo mucho en los milagros (para ser católico) ni en el esfuerzo (para ser occidental), pero en navidad es uno capaz de creer hasta en les elfes.

No hay que perder nunca la solidaridad y la lucha por la justicia, así que no la pido para estas fechas, como si no importaran el resto del año, solo me dedicaré por una vez a felicitar con una memez, desenfadada y que nos haga simplemente desconectar de tanta pavada. Eso sí, de la monarquía me cuesta olvidarme, vaya.

Cuidarse

     El verbo cuidarse, así dicho, es hermoso, porque no tiene sujeto preciso: puede por tanto referirse a una misma y al resto de mortales que nos rodean y que necesitan, grosso modo, el mismo cariño y la misma ternura que cualquiera.

     He aprovechado este período de vacaciones para hacer algunas reformas en el blog y modificar enlaces a canciones y vídeos una vez que el servidor habitual parece haberse caído de manera definitiva. Ligeras reformas, pero que me apetecían.

     También me ha dado tiempo de pensar, igual que he hecho durante el confinamiento, la pandemia y esos meses un tanto aciagos del inolvidable año 2020. He dejado de lado tareas que me costaba apartar llevado por la inercia y, dentro de mi relativa asociabilidad, he redescubierto que hay personas, no muchas, con las que se puede quedar para no hacer nada. Esas son las mejores e irrepetibles.

     Lo único que deseo a todo el mundo es que siempre tenga a mano personas con las que no hacer nada, y que nos cuidemos. Con el amor infinito de quien no tiene nada que perder.

     Que pase y se siente el 2021. Lo acogeremos con amor infinito.

¡¡FELIZ LUCHA!!

no-podria-mirar

«No podría mirar a mis hijos a los ojos y decirles que ellos viven así, porque yo no me animé a luchar.»

     Puede que no sea ésta la felicitación más apropiada para el año nuevo, pero confío en que sí. Al menos es lo que pretendo.

     Tengo que decir que no acabó muy bien este 2016. El 25 de diciembre falleció de forma inesperada una de las personas mayores de mi curro. Mercedes. Un encanto de señora, que siempre me recibía con una sonrisa en el hall de entrada y me despedía con otra en el mismo lugar. Desde su silla de ruedas.

     En la madrugada de ayer, 30 de diciembre, a la hermana muerte le dio otra vez por hacer de las suyas. Una amiga de Mercedes, Manolita, que solía estar a su lado en la entrada, también murió cogiéndonos a todos por sorpresa.

     Ochenta y cuatro y noventa y seis años tenían respectivamente.

     Ya entrada la mañana me llama por teléfono una compañera del equipo. Una auxiliar de geriatría. Me dice que había ido a hacerse unas pruebas, porque tenía dolor en el cuello, en la espalda… algo tan común en este gremio que nunca le echan cuentas. Le acababa de decir el especialista que tenía una artería a punto de estallarle y que no podía seguir trabajando porque su vida corría serio riesgo. Lleva trabajando de auxiliar desde jovencilla. Se puso a llorar. Sigue leyendo