La pobreza de verdad

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Power by Bateri

    La verdadera pobreza no es que con tus ingresos no puedas llegar a fin de mes.

    O andar rastreando comida por los contenedores de basura. A la puerta de un supermercado o en la zona VIP de la ciudad.

    Tampoco consiste en ser un parado de larga duración, que ya se ha comido todas las prestaciones y está esperando a cumplir los cincuenta y cinco para poder cobrar el subsidio.

    La pobreza de verdad no es, per se, haber nacido en un barrio de exclusión, en un gueto, o pertenecer a una familia con graves problemas de desestructuración. Droga, prisión, colectivo en minoría.

    No depende de que los munipas te requisen los ajos, los calcetines, el romero de la buena ventura.

    Ni de que no tenga tu madre un euro para comprarte las ceras de colores o los cuadernos que exigen en la guardería pública.

    La verdadera pobreza es saber que eres pobre y tener asumido que así va a ser por siempre jamás. La verdadera pobreza consiste en creérselo. Y pasar esa fe a los hijos, a los nietos. Negarse las pocas oportunidades que llegan, porque “total, ¿pa’ qué?”.

    La pobreza de verdad es acostumbrarse. Y confiar en que se dejará de ser pobre por tener dinero, aunque te lo fundas con complacencia en la primera semana del mes, porque “total”.

    La pobreza real es negarse la posibilidad de un cambio, porque nunca te ha sido necesario para lograr sobrevivir. Y pensar que con sobrevivir ya es bastante, que no hace falta ser feliz, o que ni siquiera es posible. Sigue leyendo

Botón taumatúrgico

     Los ojos se me salían de las órbitas, las pupilas de las cuencas. Hasta las órbitas de las propias órbitas. Lo que es capaz de hacer una tabla de estadísticas. Milagros que ya quisiera el mayor taumaturgo de toda la historia de la humanidad. San Gregorio era un manteca al lado del Sistema para la Atención y la Ayuda a la Dependencia (SAAD).

    La reunión traba de acercarnos a la realidad de las personas mayores en Andalucía, y los datos que figuraban en la presentación eran del último informe de CC.OO sobre la situación de este colectivo en España, pero extraídos del sistema de información del SAAD.

     Era una cosa tal que así. Con esa curvita tan maja que parece que se sale del panel de su elevación progresiva a cotas infinitas.

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     Y el menda, que trabaja en temas de Dependencia desde hace la pila de años no sale de su asombro y comenta. Como no se puede callar ni debajo del agua.

     – Eso es imposible. No se está atendiendo cada vez a más gente.

     Claro, es que hay trampa, y más de una, aparte de que no hablamos de porcentajes de atención respecto a las solicitudes. Pero esas cosas no se dicen. Sigue leyendo

Beaterio

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Legionarios españoles portando el Cristo de la Buena Muerte en la Semana Santa de Málaga, por davric

     Castos, puros, intocables.

     Me explayo esta semana. Espero que sepáis disculpar lo que no acertará a ser quizá más que un continuum de expurgos en virtud de la amalgama de corajinas que se me han acumulado en estos últimos días. Entre el Drag-queen y los de Hazteoír.org me ha dado el cerebro para mucho. Serán esas cosas que tiene el ser católico.

     No quiero hacer apología de la libertad de expresión, esté más de acuerdo o no con una noticia o con la otra, ni hacer referencia a esa frase tan atribuida a Voltaire, aunque parece ser que salió de la pluma de su biógrafa: “no estoy de acuerdo con lo que dices, pero daré mi vida para que puedas expresarlo”. Quiero hablar llanamente de las cosas que chirrían, que rozan lo grotesco y dicen mucho de aquello de que nuestras ideas nunca necesitan ser demostradas, sólo las de los demás.

     Es terrible que una persona se burle de la religión, sobre todo -o exclusivamente mejor- si es la mía. “A nadie se le ocurriría hacer tal cosa de Mahoma. Se liaría parda”, comentan. Lo cierto es que en el Islam, aunque no se les pueda considerar iconoclastas, por tradición está prácticamente prohibido representar al profeta desde el siglo VIII, sea en buena disposición o en mala. Así sucede dentro de la comunidad suní, que supone el 90% del mundo musulmán. Da lo mismo si es simplemente yendo en burro de camino a la Meca. Sin embargo, el catolicismo no es parco en imágenes. Al contrario. Sólo habrá que esperar un mesecito para que se las saque a pasear a mansalva por infinitas calles de nuestras ciudades, pueblos y hasta aldeas. No es lo mismo per se, representar pues a la Virgen que a Mahoma.

     Ahora bien, el tema es el respeto debido, y aquí ya es ponerse a hilar muy fino. Finísimo. Respeto, la palabra mágica. Supongo que cuando se habla de respeto en este sentido, quien lo nombra se debe de referir únicamente a aquellas personas ajenas a la religión católica que hacen burla de nuestras santas tradiciones, aunque sea durante unas fiestas paganas. Porque se da por supuesto que si llevan a cabo similares hechos o palabras grupos de fe altamente contrastada no es burla, sino broma o comentario situacional. Ejemplos hay muchos. Por poner un poner:

     – ¡Arriba con la Chochona! –como han solido nombrar a la Virgen del Rosario algunos de sus cofrades a la hora de levantarla porque pesa como un muerto. Muy divertido, claro. El roce hace el cariño.

     Y la mar de divertidas las más de cien hermandades camino del Rocío, incontrolables, que hasta los mismos implicados reconocen la imposibilidad de concienciar a tanta peña de que respeten el entorno, de que no se mamen en honor a la Blanca Paloma. Muy católico apostólico y romano todo. Pero es que se sienten tan alegres y dichosos por ir a ver a nuestra Señora.

     Y los legionarios. Con el Cristo en un hombro y el fusil en el otro. Los vellos como escarpia.

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Ternura

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Military Baby by mrsbananaboat

    Paco tiene cerca de setenta y cinco años. Era militar. A comandante llegó. No me caen bien los militares, todo sea dicho. No creo yo que pueda construirse un mundo más justo y más solidario a base de tiros y de invadir países, por más que quieran vendernos el asunto como ayuda humanitaria y de defensa de la democracia. Cada vez que veo a un tipo vestido de uniforme, con el casco, el fusil G36 colgado del hombro y un par de granadas en la cintura lo primero que se me viene a la mente es la humanidad y la democracia.

     Paco me cae bien. Desde que llegó a la residencia de mayores tras su paso por el hospital, aquejado de un ictus que apenas le dejaba moverse y que le había provocado, según decían los expertos, una especie de demencia vascular. Mirada cristalina, silla de ruedas y apenas podía comunicarse. Te miraba, se sonreía. Poco más.

     Lo pusimos en la habitación con otro recién llegado, Pascual, con demencia senil y cuya única preocupación durante sus primeros tres días en el centro era escaparse para irse a su casa y darle de tortas a quien tratara de impedírselo. Al poco tiempo se adaptó, hasta mostraba una sonrisa pícara cuando charlabas con él o cuando le tocaba el trasero a alguna de las auxiliares mientras le bañaba. En cierta medida da igual que ahora fuera más feliz, porque se debía en parte a que no aspiraba a ser libre.

     Ambos se tiraron un par de semanas levantándose a todas horas, interrumpiéndose mutuamente el descanso nocturno, orinándose por las esquinas de la habitación, bien porque no llegaban al baño bien porque pensaban que ese era el baño. Igual da. En varias ocasiones, cuando las auxiliares pasaban a hacer la ronda de noche por las habitaciones se encontraban a Paco tumbado en la cama de su compañero. A su ladito. Por despiste, decíamos. Sigue leyendo