



Cuando ve uno, semana tras semana, y año tras año, a personas de los colectivos de apoyo a Palestina, con más o menos ganas, eso nunca lo sabremos, pero constantes y firmes, ¿quién soy yo para perder la esperanza? Ni osé cantar temas cáusticos, no podía tocar, era más bien el momento de dar las gracias.
Había peques en los actos, un buen grupete, aunque solo fuera por elles, para que recuerden que, cuando nadie hizo nada, estuvieron con su familia coloreando sandías, o pintándoselas en la cara, o haciendo barquitos y postales con los colores de la bandera Palestina… P’alante. Seguimos en lucha. ¡¡VIVA PALESTINA LIBRE!!