Acerca de Rafa Poverello

Más allá de la falsedad del nombre, pues no soy pobre ni aunque quisiera en virtud del bagaje socio-cultural del que me es imposible escabullirme, mi espíritu anda de su lado, no porque sean buenos, sino porque se les trata injustamente.

La bolsa o la vida

money_money_money_by_jfphotography

Money Money Money by jfphotography

     Ronda los cincuenta y cinco años, y desde hace más de quince reside en España, el país de las falsas oportunidades. En un pueblecito de los Andes donde impartía clases se dejó querer por un español que trabajaba para una ONG de desarrollo; se enamoraron y decidieron abandonar Perú para afincarse en la tierra del odiado Pizarro. Tras no demasiadas dudas -debido principalmente al permiso de residencia y demás gaitas, sólo de conspicuas exigencias para quien no sea deportista de élite-, optaron por contraer matrimonio antes de partir.

     Fueron amargas las despedidas, principalmente hacia unos progenitores en la senectud -el padre muy enfermo- a los que no sabía cuando volvería a ver. Lloraban el resto de sus hermanas, como si fuera a desplomarse el universo sobre sus melancólicas cabezas, aun sabiendo que no habría lluvia que despojara la realidad de su inmediato cumplimiento.

     Las únicas veces que Alina ha podido abrazar de nuevo a sus padres en estos tres lustros no ha sido, desde luego, gracias a las bondades de la tierra de las oportunidades, que se sigue comportando con los extranjeros igual que lo hiciera Pizarro hace cuatrocientos años en tierra ajena cuando el extranjero era él. La última vez que regresó a Perú fue para el funeral del padre, teniendo que renunciar a su sueldo durante quince días.

     España no es ni madrastra, es una miserable criatura que sólo adopta en virtud de la cartera y consigue que la reina de Blancanieves parezca un hada madrina. Ni Lovecraft en su imaginario hubiera ideado un monstruo informe y repugnante capaz de producir tanta grima.

    La puta (pura) realidad es que para que las hermanas de Alina puedan venir a este apestoso estado -que no sería capaz de limpiar ni Yahvé sumergiéndolo siete veces en el Jordán– las condiciones que se les exigen son tan portentosas como los Doce Trabajos de Hércules. Me conformaré con compartir una, la más surrealista, estúpida, taimada, aberrante y que deja bien a las claras -si es que había dudas- el espíritu mercantilista e inhumano de la pérfida Europa. Sigue leyendo

«Marionetas»

puppet_not_by_altair4444

Puppet Not by altair4444

        Decía Ernesto Sabato que «si nos cruzamos de brazos seremos cómplices de un sistema que ha legitimado la muerte silenciosa». No es el primero ni el último que afirma la complicidad y responsabilidad de aquellas personas que sabiendo de situaciones injustas prefieren evitar los conflictos y lanzar al vuelo un paz y amor.

      En estos últimos días he tenido la oportunidad (y la suerte) de poder debatir con personas, que me parecen de lo más honradas y responsables a nivel social y revolucionario, sobre la validez (o no) de la noviolencia como forma de resistencia y activismo frente a la militancia que no renuncia a ningún método cuando el objetivo es el bien común y la caída de un sistema injusto.

          Podemos debatir, confrontar, estar en desacuerdo… pero con lo que no se debe perder demasiado tiempo es esperando a que el sistema cambie solo, por buena voluntad, y no hacer nada al respecto es la única opción ilegítima al ciento por ciento.

          Una marioneta es lo más deseado por cualquier nación. Que compusiera esta canción hace casi veinticinco años y siga en boga puede no ser motivo de demasiada esperanza, pero en este cuarto de siglo he visto cada vez a más compañeros y compañeras que resisten.

MARIONETAS

He visto marionetas de traje gris marcando un ritmo marcial

y un par de tetas de maniquí en busca de humanidad.

Cibernéticos y escépticos los rostros de un gran futuro,

Tan experto e inmaduro que es difícil entre el claro-oscuro de salvar.

625 ilusiones encuadradas en pal-color.

Que importa ser si puedes tener sin ser ni un poco mejor.

Patológicos, neuróticos los medios como los fines,

Y en la vida como en cine siempre gana quien tiene más bíceps ¡vaya marrón!

Pero en rosa es el deseo de las cosas que me creo,

Que dar rienda a este sistema es aceptarlo igual.

Es sentirse marioneta y simular que es una treta

Pa’seguir en la cuneta sin pensar.

Millones de borregos en el redil opinan que be, be, beee.

Me dijo un ciego que pa’vivir lo mejor es mirar sin ver.

Epidémicas y endémicas las causas de nuestros males;

Este mundo es de caudales, sólo quien tiene dinero vale ¡menuda fe!

Robótica integrada al dulce hogar y al cerebro del país.

No entienden nada de libertad, el programa es pensar por ti.

Catedráticos emblemáticos inventan literaturas

Sobre nuestra gran cultura que reposa en la basura del porvenir.

Pero en rosa es el deseo…

He visto multitudes buscando paz y haciendo escuchar su voz.

Pierden del túnel la oscuridad, se sienten rayos de sol.

Los noviolentos y auténticos van heredando la tierra,

Sin prejuicios, sin fronteras, siendo libres aunque con barreras, destruyendo el clon.

Porque en rosa es el deseo de las cosas que yo veo…

«La muerte de Artemio Cruz» (1962)

carlos_fuentes_by_andreanibaldi

Carlos Fuentes by AndreAnibaldi

    Si existe una novela que me haya embargado de una profunda tristeza al terminar sus páginas es, sin duda, “La muerte de Artemio Cruz”. Una obra polifónica de desencanto, de pobreza, caciques… de valores revolucionarios perdidos o, aún peor, trasnochados y mudados al otro lado del espectro bajo demasiado humanas justificaciones.

    Tal vez la propia vida -tan activa como confusa políticamente- de su autor Carlos Fuentes pueda servir de cueva y refugio acerca de lo que un ser humano está o no dispuesto a conceder para salir indemne que no airoso, al menos de manera temporal, ante los envites cáusticos de la puta realidad. Decía el dicho aquello de que si uno no vive como piensa acaba pensando como vive y puede que sea cierto que nada sea realmente obligado y sometido a un cruel destino, puede que en cierta medida todos seamos víctimas y/o verdugos del libre albedrío, pero desde luego no envidio a Artemio Cruz. La víctima y el verdugo, donde el pasado, el presente y el futuro se fragmentan y entremezclan de manera magnífica en un uso particular de la tercera, primera y segunda persona del singular respectivamente y de manera alterna en cada uno de sus doce capítulos. Narrador omnisciente, individuo y conciencia entremezclados en lo que fue, lo que es y lo que pudo/deseó haber sido.

    Pero ya digo que no envidio a Artemio Cruz, por más que un genial círculo de eterno retorno nos haga recordar que en cada muerte hay un nacimiento, que nada está escrito de antemano, que hay posibilidades de comenzar de nuevo en medio de la mugre: “tiempo que se llenará de vida, de actos, de ideas, pero que jamás será un flujo inexorable entre el primer hito del pasado y el último del porvenir”, comenta el narrador en las páginas finales del libro. No envidio a Artemio Cruz, porque debe de ser terrible haber perdido la esperanza demasiado pronto y arrepentirse demasiado tarde. No quiero exhalar mi último aliento viendo mi vida como un cúmulo de decisiones que no me han hecho feliz ni a mí ni a los que me han rodeado.

    ¿Lo he dicho? No envidio a Artemio Cruz, aunque en lo más profundo quiero creer que el pobre Artemio, se arrepienta o no, lo justifique o no, sabe de sus muchos errores, al menos el de haber perdido a la única mujer que amó y por la que fue amado. Sigue leyendo