Acerca de Rafa Poverello

Más allá de la falsedad del nombre, pues no soy pobre ni aunque quisiera en virtud del bagaje socio-cultural del que me es imposible escabullirme, mi espíritu anda de su lado, no porque sean buenos, sino porque se les trata injustamente.

Apestadas

Infolibre, medio del que soy socio, ha publicado el artículo en su sección de librepensadores.

 

    La felicidad no nos transforma siempre en seres generosos; antes bien, debido a esa capacidad humana, bastante generalizada, de lograr ser feliz solo en virtud de pequeñas cosas («un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna…», que diría Groucho), una vez conseguido el objetivo, que al resto lo zurzan.

    Los ejemplos paradigmáticos son la pandemia y la desescalada. Somos personas tan entusiasmadas por lo que, al fin, vamos a poder hacer en cada fase, que olvidamos por arte de magia lo que mucha gente va a seguir sin poder hacer. Además, no debido a limitaciones individuales, sino porque los partidos políticos han podido prever cómo y cuándo abrir bares, restaurantes, hoteles, librerías, peluquerías, talleres («es el mercado, amigo»), pero a día de hoy no hay establecido el más mínimo protocolo de desescalada para las residencias de mayores. Se dice pronto, pero parece ser que los únicos miembros de la comunidad que no disponen de los mismos derechos constitucionales que el resto son las personas mayores que viven en centros sociosanitarios. Da igual que no tengan síntomas e incluso que les hayan realizado el PCR con resultado negativo. Simple y llanamente tienen prohibido salir. Textualmente. En cambio, mi vecina de al lado, una señora de edad provecta, de la que nadie sabe a ciencia cierta si tiene el virus, lo ha pasado o es portadora, abandona el domicilio unas cinco o seis veces diarias por motivos escasamente esenciales desde que comenzó el confinamiento; otras, también mayores de setenta, desde el día cero, han podido salir a comprar, a ir al médico, a sacar al perro, a tirar la basura, a comprarse una webcam o un móvil (las tecnologías todo el mundo sabe que son prioritarias). En sucesivas fases han comenzado a pasear (sin perro), a hacer deporte (sin perro) e ir a la peluquería (sin perro, una vez más), y en menos de una semana podrán desplazarse a segundas residencias o incluso reunirse con familiares y amistades porque, a ver quién decide qué edad es la justa y necesaria para que seas considerada persona de riesgo.

    Mientras tanto, las cuarenta y una personas que tienen como único hogar la residencia de mayores en la que ejerzo funciones de trabajador social y de Responsable de Recursos Humanos llevan prácticamente dos meses sin poder sacar ni la uña del pie gordo del pie a la puerta de salida. Muchas de ellas afectadas por la enfermedad de Alzheimer u otras demencias. Muchas de ellas acostumbradas a pasear por la calle, como mínimo, dos veces al día (o cuando les diera la gana si son autónomas). Muchas de ellas acostumbradas a recibir constante afecto (abrazos, besos y contacto físico) del personal sanitario y del equipo técnico. Sigue leyendo

«Touki Bouki» (1973)

     Para aceptar que el colonialismo es terrible para la cultura, la economía y el avance sociopolítico de los países que lo sufren solo hace falta echarle un ojo a la historia con un mínimo cupo de objetividad. Quienes han opinado (y aún opinan sobre el neocolonialismo industrial y/o tecnológico) que si no fuera por la santidad propia de occidente Dios sabe qué hubiera sido de África, por poner un poner, y en qué estadio inferior se hallarían sus toscos habitantes es que vive de puta madre mirando los realities de la tele.

     El director senegalés Djibril Diop Mambéty solo realizó dos largometrajes: este que nos ocupa y, 20 años después, «Hienas». Obviamente, no puede ser casualidad las coincidencias entre ambos. Touki Bouki significa el viaje de las hienas en wolof, idioma de Mambéty, y en otros de sus cortometrajes o mediometrajes, el director ha empleado dicho animal como símbolo de la maldad en el ser humano. Mambéty, un fiel adepto a la idea de que el capitalismo y la sociedad occidentales han destruido las tradiciones y el modelo social africano, lo tiene claro desde las primeras escenas del filme, y da buena cuenta de qué va el tema:

  • Escena uno: un niño subido en una res por caminos de tierra.
  • Escena dos: un matadero descuartizando una res.
  • Escena tres: dos chicos sobre una motocicleta con unos cuernos de res en el manillar camino de la autopista.

     Y una historia enfocada en la huida, quizá innecesaria, hacia París, tratando de conseguir el dinero a toda costa.

     Puede uno encontrar de todo en esta cinta, considerada por muchos críticos como una de las mejores películas africanas de todos los tiempos junto con «La noire de…»: influencias claras de la Nouvelle Vague, de Buñuel  e incluso del cine de carretera tipo «Easy Ryder».

    Nunca es demasiado tarde para ver cine africano y salir de nuestros cómodos sillones hollywoodienses.

«Héroes y villanos» (Vídeoclip)

Menos mal que tenemos el SARS-CoV-2 para que nos quedemos en casa y podamos darnos a hacer pavadas de las que nunca tiene uno tiempo.

A ver si solo los Celtas Cortos y un grupejo de famosetes van a inflar las redes cantando desde sus casas el Resistiré. Nos toca a Poverello y Cía con «Héroes y villanos versión coronavirus 2020. Esperamos que lo disfrutéis.

Sin corazón

     Ese soy yo; mejor así antes de que me lo suelte alguien después de leer lo que expreso con absoluta franqueza en los parrafitos subsiguientes. Trataré, no obstante, de abrazar la máxima del poeta y dramaturgo francés Jules Renard cuando comentó aquello de que «no soy sincero, incluso cuando digo que no lo soy» para que podáis acogeros siempre al beneplácito de la duda antes de poner en entredicho mi calidad como ser humano.

     En mi caso, a fin de no romper mi voto de obediencia hacia mí mismo cuando decía la semana pasada que no era buen momento de hacer leña del árbol caído del gobierno y de la oposición (llegarán tiempos mejores) simplemente me ha dado por reflexionar (en voz alta pero con profundo respeto a lo que cada cual se siente en condiciones de hacer) sobre los colectivos y gentes de buena voluntad, incipiente solidaridad y fe inquebrantable en unos tiempos de crisis social como pocas veces han existido. Sean ellos y ellas ateos, agnósticos o creyentes de cualquier credo. Procuraré ser breve.

     Poco más de un mes de cuarentena. El tejido social y asociativo y las personas sencillas y de bien se han visto en la perentoria necesidad de buscar alternativas ante las situaciones que están padeciendo (y van a seguir padeciendo) determinados grupos de riesgo desde el inicio del confinamiento. Muchas de las iniciativas propuestas están enmarcadas dentro del ámbito local, pues cada ayuntamiento y cada Comunidad Autónoma, más allá de las directrices del Gobierno central, han establecido protocolos y normativas propios y puede resultar más eficiente en estas ocasiones dar respuestas concretas a situaciones concretas. A nivel estatal, colectivos como PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), Cáritas Española, APDH (Asociación Pro Derechos Humanos) o REAS (Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria) han elaborado diversos documentos de denuncia y/o propuestas de apoyo frente al COVID-19. La mayor parte de ellas dirigidas de manera expresa a las administraciones públicas. Sigue leyendo