Acerca de Rafa Poverello

Más allá de la falsedad del nombre, pues no soy pobre ni aunque quisiera en virtud del bagaje socio-cultural del que me es imposible escabullirme, mi espíritu anda de su lado, no porque sean buenos, sino porque se les trata injustamente.

Publicación y presentación de mi tercera Novela: «Yo lo que quiero es el castigo»

Al igual que el papá y la mamá se alegran cuando tienen un nene o una nena, quienes nos falta eso, a veces, tenemos hijas en papel o en digital: yo ya voy por la cuarta. Familia numerosa.

Os presento a mi nueva criatura: «Yo lo que quiero es el castigo», novela narrada en la voz de una adolescente con una familia un tanto desestructurada que vive en un barrio excluido. Y su familia, como todas en realidad, tiene sus secretos.

Estáis invitades a las tres presentaciones que, de momento, están programadas:

  • Jueves 10 de octubre a las 19:00 en la patio del Rey Heredia (Córdoba)
  • Viernes 15 de noviembre a las 20:00 en la Casa de la Cultura (Don Benito)
  • Lunes 25 de Noviembre en el Centro de la Mujer de las Margaritas (Córdoba), por el Día contra las Violencias Machistas. Aún por confirmar para evitar que la hora coincida con la manifestación u otros posibles actos.

La novela se puede pedir en cualquier librería y por internet (también en formato digital). Recomiendo, obviamente, la página de la editorial, a cuyo editor, Antonio, agradezco como es difícil saber cuánto, que sea tan rarito como yo y haya optado por publicar la novela bajo la Licencia Libre totalmente permisiva: https://www.dyskolo.cc/product/15470918/yo-lo-que-quiero-es-el-castigo

En Córdoba se encuentra disponible en la librería del Mercao Social La Tejedora.

«Solo me queda una foto de mi madre, la que llevaba siempre mi abuela en el refajo y que salía también mi padre con una cara de cabreo que se te quitaban las ganas hasta de mirarlo. Ahora lo único que se ve de él es el hombro, porque mi abuela la cortó por la mitad y así, que más cutre no podía ser, la puso en una de las baldas del mueble del salón, al lado de la falsa de mi primera comunión con un traje prestao para sacar la foto y de la de mi hermana, vestida de pija, cuando cumplió dieciocho tacos».

(Del diario Reflexiones, paranoias y demás paridas de Jeni Maldonado)

Todas las familias tienen secretos

Todas las personas tenemos secretos…

La vida tiene secretos.

PRISMA: Orgullo LGTBIQ+ en Aguilar de la Frontera

No es fácil de explicar con palabras los sentimientos que se produjeron en mi interior tras compartir la preciosa jornada, segunda edición de PRISMA, en Aguilar de la Frontera para visibilizar y poner en valor la realidad del colectivo LGTBIQ+ en entornos rurales.

Tras la proyección del interesante corto documental «Escribe tu historia», compartí la mesa redonda con miembros de la Asociación Todes Transformando y de diferentes ámbitos sociales, educativos y culturales donde contamos nuestra experiencia y nuestras vivencias dentro del contexto de una sociedad heteronormativa y binaria. Se habló desde diferentes ángulos: docente, psicológico, legal, religioso, sexilio… sin desperdicio.

Muchas gracias al Ayuntamiento de Aguilar, por permitirme formar parte de este momento y, sobre todo, por abrazar la diversidad sexual y de género. Y hasta me dieron la oportunidad de cantar un tema.

 

 

‘La mujer rey’ y el clan de los machirulos

 

    Hace pocos días vi La mujer rey (Gina Prince-Bythewood, 2022) y no sabéis la pereza que me entra al leer las críticas (hay que llamarlas de algún modo), supuestamente objetivas, basadas tan solo en sus carencias, sus manipulaciones históricas o su falta de verosimilitud, pero que de manera harto recurrente y cargada de ofensa e indefensión incluyen cosillas del tipo «temas tan en boga ahora en Hollywood», «políticamente correcto», «heteropatriarcado», «turra feminista»… Lo más honroso del asunto es que algunos de los filmes que se nombran y salen a colación como contraparte son nada menos que Braveheart, Gladiator o 300; películas que, como todo el mundo sabe, pueden presumir de ser el paradigma de la exactitud histórica y de la ausencia de manipulación, y que, eso sí, muestran una carga de testosterona y de cojones sobre la mesa que parecen no molestar a dicho clan de machirulos. Porque eso es lo normal, lo clásico, lo no contraproducente y se atiene a lo normativo.

     Lo primero que habría que comentar es que, quizá, sería interesante que, cuando alguien se pone delante de la televisión a disfrutar de una película y sus posibilidades de sentir indignación plena porque muestra el empoderamiento racial o sexual, se ponga en antecedentes. A saber: Gina Prince-Bythewood, directora y guionista, mujer racializada que, desde los años 90, solo ha formado parte de películas, sean de ficción o de género documental, donde la protagonista principal es una mujer negra y versan sobre el racismo y el sexismo, tanto en la industria del cine como en la sociedad, enfocando claramente sus guiones en los derechos civiles y la discriminación. ¿Qué esperas? Es como ir al cine a ver una de Spike Lee y te joda que ridiculicen a los hombres blancos. Pues, oye, si lo que te gusta es la testosterona y los cojones sobre la mesa, te hinchas a ver cintas de John Woo, Michael Bay o Simon West y lo flipas. Incluso de la Marvel, tipo Avengers: Infinity War, en la que da igual que muera la mitad de la población mundial y tres cuartas partes de los protas, porque no suelta una lágrima ni el secundario de relleno. Y tan feliz, oye, que eso sí que es súper verosímil y no hay que buscarle las tres patas al gato.

     El caso es que «La mujer rey» peca de todo lo pecable y no la salva de la quema ni Dios misericordioso; aunque sea verdad que existieron las amazonas de Dahomey, que Nanisca fuera probablemente su primera reina, o que priorizaran en el siglo XVIII el comercio de la palma por encima del tráfico de esclavos (aspecto este último que solo se omite, pero no se niega, en la cinta). Porque lo que nos da realmente igual es que William Wallace fuera, en realidad, de origen noble, pero había que poner que era pobre como las ratas; o que a finales del siglo XIII no se usara el kilt en Escocia; ni se pintaran la cara de azul; o que la famosa batalla del puente de Stirling, tan realista ella en la película, se llamaba así, precisamente, en virtud de que existía un puente, estrecho como él solo, y que lo omiten porque, lo mismo, quedaría poco epopéyico filmar que la caballería del ejército inglés solo podía cruzarlo en parejo de dos en dos y el valeroso Wallace, junto con su pléyade de campesinos aguerridos, no tuvo demasiada complicación para masacrar al ejército inglés hasta que el VII Conde de Surrey tuvo a bien batirse en retirada. Todo esto, como las inexactitudes históricas (o invenciones directas en mor de la espectacularidad) de Gladiator, no importan, porque son machotes quienes rodaron, quienes gritaron, quienes dieron las hostias, con vísceras y sangre, y parece ser que, sin exceso de argumentación, en el aspecto técnico, son mucho más espectaculares.

     Amén, majos, y no, no voy a hablar de las virtudes y las limitaciones de la peli de marras, porque lo que me jode es lo que me jode, lo mismo que me jode de los comentarios machirulos sobre Woder Woman, Capitana Marvel, Sangre en los labios o cualquier otra en la que los músculos son de ellas y las hostias las pegan ellas.

     Y otra cosa, que eso también lo omiten en La mujer rey y nadie lo nombra, porque lo mismo sí que tocaría más la fibra (los cojones) al heteropatriarcado y demás hierbas: las amazonas de Dahomey tenían prohibido sentir placer y lo habitual era que, al entrar a formar parte de su ejército, se les practicara la mutilación genital femenina. Otra burrada androcéntrica y falocéntrica.

 

Córdoba Ciudad de Paz y Diálogo

No sería del todo cierto decir que, en Córdoba, hubo un periodo de ejemplarizante concordia y convivencia entre las tres culturas: árabe, judía y cristiana. A lo más que llegaban era, según los más sesudos estudios, a soportarse. Lo cual tampoco es baladí, ni en aquellos tiempos ni en estos que corren.

Lo que sí se convirtió un acto de concordia, aún más de lo que esperábamos, fue la concentración contra la militarización de la sociedad cordobesa del pasado viernes 5 de abril en Las Tendillas. Más que la actividad en sí, cuyo resumen podéis ver en el vídeo, nada hubiera sido posible sin la generosidad de Valeria Delgado, la cantante de las Tendillas, quien, al ver que habíamos tenido problemas con nuestro equipo de sonido, no dudó ni un instante en ofrecer el suyo cuando se lo pedimos, aún a riesgo de ser ella la que se quedara sin batería y no pudiera cantar y ganarse los cuartos.

Al final, todo estuvo perfecto, incluida la solidaridad de las personas allí reunidas, que colaboramos económicamente con Valeria por el esfuerzo y saber pensar más en el colectivo que en sí misma.