Hoy la cosa creo que va a ser breve, porque es fácil de entender hasta para alguien al que le haya estallado una bombona de butano al lado de la oreja y le haya reventado medio cerebro:
Los derechos propios no se pierden porque se le concedan a otras personas, lo que pierdes, si acaso, son tus privilegios.
Suena jodido, porque a nadie le resulta digno sentir que se comporta como un egoísta recalcitrante, pero así es. Con solo darle un poco de vueltas al tarro, tener sentido de la decencia y el mismo conocimiento que una liebre de campo a la hora de revisar nuestro argumentario quedaremos en una desnudez más supina que el emperador del cuento de Andersen.
Vamos a verlo con unos ejemplos históricos:
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Que las sufragistas lograran el derecho al voto femenino en Reino Unido no impidió que los hombres siguieran votando.
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Que las personas negras pudieran sentarse en los primeros asientos de los autobuses en Estados Unidos no prohibió a las blancas ocupar esas plazas.
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Que las parejas homosexuales consiguieran en España el reconocimiento del matrimonio civil no hizo que las heterosexuales se quedasen solteras.
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Que a las personas trans se le reconozcan los mismos derechos que al resto de mujeres no hace que de repente seas menos mujer, menos feminista y se vaya a consentir el machismo.
Los hombres, las personas blancas, las parejas hetero y las mujeres binarias lo que perdieron, o temen perder, son sus privilegios. El temita es que es fácil ver los privilegios en los colectivos ajenos al mío, como los tres primeros, así como el daño social que ha ocasionado al resto de la sociedad su descarnada discriminación, pero pensar que a lo mejor haber nacido con vagina es también un privilegio respecto a otras personas que no y soltar frescamente que ellas no son mujeres porque tienen pene… El autobús de HazteOír decía justamente lo mismo; fíjate al final la de cosas que nos unen a la derecha más rancia.
Hay también muchos otros derechos que creemos que vamos a perder, pero a los que no hacemos el más mínimo caso, porque si indagamos volveríamos al bucle de que, en el fondo somos unos egoístas del carajo: el derecho a la libre circulación entre países (yo si puedo, pero las personas de África, no); el derecho a buscar un trabajo digno (yo si puedo, pero las personas de África, no); el derecho de asilo (yo si puedo, pero las personas de África, no)… Pues anda que no hay. Una hartura, pero no seguiremos que al final va a resultar que no tengo ni un jodido derecho, que son todo privilegios. ¡Acabáramos!