Sus ojos reflejan el tono gris verdoso del cielo otoñal reposando en un estanque. Cuando sonríe se tornan tan vivaces que en medio del agua transparente asoma el sol, como a escondidas, y sus dientes blancos regalan una esperanza sin tumultos. Llega con su larga cabellera oscura recogida en un moño, con su cuerpo torneado, tan pizpireta en su contoneo y en su esbeltez que pareciera que el mundo es ridículamente pequeño para sus pies. Pudiera decirse que, en su majestuosa dignidad, nunca pide, tan sólo relata hechos que sabe que le otorgarán dones.
Su dicha podría aparentar inconsciencia, como esa risa ilógica que relega el dolor de la propia historia, aunque pudiera ser que tal vez calladamente se niegue, auspiciadora del futuro, a acogerse a destiempo al desastre: “he sufrido muchas desgracias que nunca llegaron a ocurrir”, que soltó Mark Twain. Días vendrán.
Porque mucho rito gitano y mucho pañuelito, pero María no llega a los treinta y su hijo mayor ya tiene dieciséis añazos. Viva la vida. Le siguen detrás otros tres, casi de corrido, fabricados en serie antes de que al esposo le diera por engancharse a todo lo que le venía a mano y terminara con esquizofrenia irreparable y con una paga no contributiva de algo menos de 400 euros que emplea metódicamente en comprar sustancias que le ayuden a olvidar, incluso sus responsabilidades. Son los únicos ingresos estables, por decir algo, de la unidad familiar.
Dentro de un espectro incomprensible para mi acomodado raciocinio María parece feliz -no dichosa, que no es lo mismo- y aún logra dormir cada noche, tal vez por eso perviven sus sueños.
En la actualidad. Enero de 2013.
Catorce años murieron, no de golpe sino segundo a segundo, como más duelen, y con ellos se enterraron también la sonrisa espontánea de María y el sol audaz de sus ojos gris verdoso. No queda brillo ni cielo otoñal tornasolados en sus aguas; sólo fango. Se despertó hace tiempo, con el rostro más arrugado y sin atisbo de esbeltez, por una de tantas bofetadas que no logró esquivar y ahora, a pesar de que el debido cansancio le venza los ojos, se resiste a dormir pues teme retomar sueños que nunca van a cumplirse entre los pobres. Incluso el simple oficio de recogerse el pelo es ya una entelequia; la quimioterapia abrasiva por cáncer de mama ha ido poblando su cabeza de mechones cortos y titubeantes. En un ataque mezquino de sarcasmo se me ocurre pensar que al menos es de agradecer que tanto la medicación como el tratamiento hayan tenido efecto a lo largo del 2012, si llega a tardar un pelín más encima de cornudo, apaleado: hubiera tenido que pagar por las recetas y por el traslado al hospital para que le endosen la quimio*.
Pero si el paso del tiempo arrasó como Othar el carácter jovial de María, las pulgas de la desgracia y de los abruptos cambios sociales se instalaron en su vida de perro flaco. La delicada situación económica que atraviesan muchas familias de clase media, cogida del brazo de la solidaria Ley de Regularización del Servicio Doméstico largaron a María de aquellos domicilios en los que “echaba unas horillas” y como las ayudas sociales siguen en orden descendente de prioridad mientras los ricos no estén en la cola del paro o vivamos bajo el azote permanente de la falta de fondos públicos, con aquellos 400 euros mal contados va que se las pela sin derecho a ninguna otra prestación. Lo de menos es ya si el afanado esposo se ha reintegrado realmente, como afirma desde su inusual tristeza de ojos grises, o si sigue dilapidando la fortuna en caballo o farlopa; igual da cuando lo que se hace patente es el argumento despiadado de Galeano: “la justicia es como las serpientes, sólo muerde a los descalzos”. Conducción temeraria bajo los efectos del alcohol ponía en la denuncia que motivó la detención de José. Y como esto de los juicios rápidos es la caña pues a elegir entre lo que no quieres y lo inviable: pena de prisión de cuatro meses o pago de una multa que no llega ni a los 1.200 euros. Muchas opciones no hay, y con antecedentes, al chabolo de cabeza**.
Cuando me despido de María me asaltan unas ganas enfermizas de quedarme sin lágrimas. No sé si predomina en mí el sentimiento de angustia, de impotencia o de mala leche; tal vez una mezcolanza agria de los tres. Mientras la observo marcharse tan vencida no aguanto. Un país donde se necesita dinero para poder ser un ciudadano libre, en cualquiera de las concepciones o sentidos que se le quiera otorgar a la manida palabreja, no merece existir.
* La Asociación Española Contra el Cáncer insta al Ministerio que el copago del
transporte no urgente no se aplique a las personas con cáncer en tratamiento.
https://www.aecc.es/Comunicacion/Noticias/Paginas/Copagodeltransportesanitario.aspx
** Miguel Ángel Flores, organizador de la fiesta del Madrid Arena y acusado de cinco homicidios imprudentes quedó en libertad tras reunir en hora y media la fianza de 200.000 euros. http://www.20minutos.es/noticia/1688489/0/flores/madrid-arena/prision-fianza/