Regresamos a los escenarios (que siempre queda bien esa frase, aunque ni vaya a haber escenario ni tengamos que subirnos a ningún lado). Si nos respeta un poco la pandemia con su índice de contagios nos vemos con aforo reducido guardando las medidas de seguridad.
Un adelanto con un tema que grabamos en el último ensayo del viernes en condiciones de sonido similares a las que queremos tener para el concierto.
LA SOLEDAD DE MI CEPILLO DE DIENTES
Que triste es la soledad de mi cepillo de dientes,
que ingrávida libertad me da el mando de la tele.
Cajones de vacuidad anuncian que ya no vuelves,
rebosan de una verdad que duele.
La cama perdió piedad y el sexo sus días de suerte;
las musas a celebrar mi nueva pena de muerte.
El piso es un hospital sin medios que me remedien;
si el tiempo me ha de curar, que espere.
Y no me preguntes más lo que me hace recordar,
las cosas son sólo fobias que sabré ignorar;
pero este mi corazón me sigue allá dónde voy,
llevártelo en la mochila es mi mejor opción;
pero este mi corazón se arrastra hasta dónde voy,
llévatelo, mi vida, por Dios.
Tus fotos cumplen la ley del destierro en el armario,
exhortan para que el juez no las convierta en pedazos.
Las prendas que eché a lavar me informan, sin pretenderlo,
que hay tanta ropa que echar de menos.
Y no me preguntes más…
llévatelo, mi vida, por favor…
llévatelo, mi vida, con Dios.
Mi única decisión, al margen de redimirte,
la ejerzo en esta canción con derecho a deprimirme.