Concierto PCA Barriada del Ángel

   

     14 de septiembre, Barriada del Ángel en Alcolea; a las 20:00 Acto Público del PCA. Lo anunciaba de antemano el calendario litúrgico: Día de la Exaltación de la Cruz, pero no me di por aludido, y eso que soy católico.

     La única vez que me reí a mandíbula batiente con todo lo referente al acto y al concierto fue días antes cuando mi compañero de banda (y camarada para los del Partido) me mandó por enlace de Google Maps (que no abrí, no fuera a darme una alergia) la dirección de la sede: calle Acera de la Iglesia. Pa’ que luego digan que los rojos sólo se dedicaban a quemarlas.

    Posiblemente hacía mucho tiempo que no ensayaba con tantas ganas solito en mi casa; interés de más en no equivocarme en las letras con esos temas que ni me sé ni seguramente llegaré a saberme nunca del todo (o al menos a lograr poner los acordes sin meter la gamba a la vez que me pongo a dar gritos). Jamás en la vida había cambiado los monitores por el pinganillo en las orejas y, en las pruebas, el efecto fue escalofriante, casi místico.

     Entonces, a eso de las diez de la noche nos subimos al escenario (lo de subirnos es pura hipérbole, porque la alfombrilla que tapaba los cables estaba a ras del suelo), después de la entrega de carnés y el homenaje a los miembros del Partido fallecidos durante el año, con nuestra mesita de mezclas, el multiefectos y el pinganillo de los huevos. El caso es que el pinganillo era tan cojonudo que las voces que no paró de dar durante la primera media hora un tipo ebrio aparcado al lado de la barra (la cruz esa mucho más que exaltada) me machacaban los tímpanos como si estuvieran escupiéndome al lado de la oreja. Y si me quitaba el pinganillo, peor, porque ni escuchaba la guitarra rítmica. No sé si os podéis hacer una idea del esfuerzo que supone tratar de concentrarse y cantar oyendo apenas de fondo los puñeteros acordes de la guitarra. Parece claro que no apellidarse Sabina e ir de gratis elimina el respeto de algunos junto con el caché. Sobrevivimos, que ya es mucho.

     Y dicen que el comunismo y el anarquismo nunca se van a llevar bien. Al final acabé charlando un rato con el tipo aquel de barbas que, ausente de poder, había conseguido destripar el concierto. Nos faltó irnos de cañas, pero es que no bebo.

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