El príncipe Almir de Sián, aquella noche, tuvo una visión. Al despertar, considerando el sueño, razonó para sus adentros como sus palacios, mujeres, ricas joyas y vestidos le apartaban de la libertad.
Así fue como abandonando palacios, mujeres, ricas joyas y vestidos, huyó cual eremita al desierto donde vivía tan sólo con una escudilla.
Y entonces, el príncipe Almir de Sián se hizo esclavo de su escudilla.