Una tranquilidad asquerosa

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Rusty Iron Chain – PNG by rarous-stock

    “Un gran poder conlleva una gran responsabilidad”. Seguro que buena parte del respetable asocia la frase, sin pensárselo mucho, con nuestro amigo y vecino Spiderman. Es como la coletilla que llena de sentido todo lo que hace el intrépido trepamuros y que resuena como un eco en todas sus películas, pronunciada por Tío Ben o por él mismo, aunque su origen fuera en la pluma de su creador, Stan Lee, en un cuadro de texto sin ser pronunciada por ninguno de los personajes.

     El caso es que es una pasada poder endilgarle lo del poder y la responsabilidad a superhumanos, como si del resto de especie no dependiera nada de nada y ni tuviéramos poder ni, por tanto, responsabilidad. Lamento decirlo: todo ser humano tiene poder, aunque sea en determinados ámbitos, sobre otras personas y, en subsidiariedad, una gran responsabilidad en la toma de decisiones.

     Yo: mejor vamos a esperar a ver si descansa y está tranquila en vez de ponerle sujeciones, ¿no?

      Auxiliar: es que si se cae…

     Yo: si se cae y es una decisión de equipo evitarle la sujeción en la cama sabiéndolo la familia no tenéis que darle más vueltas, no es culpa vuestra.

     Auxiliar: ya, pero si se cae en mi turno, aunque sepa que no es culpa mía te queda la cosilla.

     Yo: claro, te queda la cosilla por si se cae, pero no te queda la cosilla por atar siete horas a la cama a una persona que es consciente de su situación y tiene poco deterioro cognitivo.

    Hoy va a tocar ser breve e invitar a lo reflexivo. Lo primero que pasa por la mente individual de una persona puede extrapolarse con repugnante perfección a las prioridades y objetivos con los que nos bombardean una y otra vez desde las instancias de poder y de control social: la seguridad frente a la libertad. Y tratan de venderlo la mar de bien, tanto que serían los gobernantes y los medios de comunicación mayoritarios la envidia de cualquier buhonero: es para protegernos, para nuestra tranquilidad. Como en el ejemplo de Victoria, esa señora mayor a la que hacía referencia y que acababa de salir del hospital poco antes de mantener la conversación con un par de auxiliares, resulta obvio que cuando hablamos de protección, de tranquilidad o de seguridad, cada parte implicada puede ser que esté pensando en muchas cosas, pero desde luego, NO en el bien ni en la capacidad de decisión de Victoria. Incluso a la familia se le escapó en la reunión que mantuvo con todo el equipo técnico:

    – Lo que no queremos es que se caiga otra vez y tener que volver tan pronto al hospital. Ha sido muy duro para nosotros tener que estar todos los días allí.

    – Ya, lo entendemos, pero es que tenemos que pensar en lo que necesita Victoria, no en lo que necesitamos nosotros– mientras metía entre paréntesis que “lo que no queréis es tener que pasar ni una noche más en el hospital, aunque haya que atar de pies y manos a vuestra madre con tal de evitar que a lo mejor se caiga”.

    Atados de pies y manos, y hasta el alma, para acabar pensando que es un bien para el individuo, para el pueblo, no vaya a ser que nos caigamos, que nos rompamos la crisma, que nos dé por ser libres. Porque otra cosa no tendrá el pueblo, pero gilipollas seguro que debemos de parecerles un rato largo.

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