Obscenidad

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The Picture of Dorian Gray by Acrylicdreams

Hace justo ahora 20 años, Milos Forman retrató acertadamente la obscenidad de la doble moral en la cinta “El escándalo de Larry Flynt”. En una de las escenas más memorables de la película, el actor Woody Harrelson, quien encarna de muy buenas maneras al protagonista, editor de la revista pornográfica Hustler, interroga al respetable sobre ¿qué es más obsceno? mientras pasa una proyección de diapositivas: pechos turgentes, mujeres desnudas en actitud poco decorosa… entre otras imágenes de violaciones de derechos humanos, guerras, violencia, hambruna.

    Ni qué decir tiene que al escandalizador Flynt le dieron hasta en el cielo de la boca, pero por aquel entonces -mediados de los 70 del pasado siglo- se convirtió por mérito propio en el defensor a ultranza del respeto escrupuloso a la primera enmienda de la Constitución de EE.UU.:

    “El Congreso no podrá hacer ninguna ley con respecto al establecimiento de la religión, ni prohibiendo la libre práctica de la misma; ni limitando la libertad de expresión, ni de prensa; ni el derecho a la asamblea pacífica de las personas, ni de solicitar al gobierno una compensación de agravios”.

    En lo que debiera ser una vergüenza para algunos de los más altos cargos políticos de este país gañán y tercermundista llamado España, así como para sus medios afines y demás acólitos, he sentido tanto asco tras las diversas manifestaciones y opiniones mostradas por la casta -ahora han demostrado con creces que no les venía mal tal apósito, pues se comportan como esa élite que en el resto ve mugre- hacia otros representantes igualmente dignos y elegidos de forma democrática por la ciudadanía, como si me hubiera comido sin respirar una tonelada de mierda.

    En la respuesta que asignemos a la pregunta ¿qué es más obsceno? va implícita sin duda nuestra concepción de la vida, de la ética, de las relaciones humanas, del mundo, y a ello vamos.

    En el Congreso, es obvio, hay mentirosos (que exponen un programa y tras las elecciones les da igual no cumplir ni una coma), manipuladores (que según interese reinterpretan datos estadísticos), irrespetuosos (que toda vez que abren el pico no hablan, insultan), farsantes (capaces de pactar con su mayor enemigo e incluso con el diablo con tal de no perder ni una migaja de poder), ladrones y corruptos (que han sido apartados por su partido e incluso están imputados por delitos de muy diversa categoría), asesinos (que exportan armas a países en guerra civil a pesar de la prohibición expresa de la ONU)…

    ¿Y a esta impudicia y a quienes la mantienen en sus puestos les indigna, ven obsceno que un tipo vaya en bici a la sesión, lleve rastas o que a tal señora se le ocurra ir con su bebé al escaño? Dando a entender encima que huelen mal y tienen piojos. Venga ya, no me jodas, que si el Congreso apesta lo hacía desde mucho antes, lo que sucede es que tenéis las glándulas pituitarias acostumbradas a ese tipo de peste. Detesto ese hemiciclo compuesto por Dorian Grays de inmaculada apariencia, a quienes la persona importa en la medida que lleve corbata y colonia, pero con un alma escondida a la sociedad repleta de gusanos y de muerte.

    Larry Flynt está confinado en una silla de ruedas desde 1978, cuando el supremacista blanco J.P. Franklin, tras sentirse indignado por unas fotos pornográficas mostrando sexo interracial, lo acribilló a balazos en plena calle. Eso quiere esta casta de impolutos miembros, dejar parapléjica a la democracia, que nadie se la toque, no vaya a verse su lienzo apuñalado por un cualquiera, por uno de esos mugrosos de la plebe, y pueda contemplarse a plena luz su auténtico retrato, el de la inmundicia.

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