«Torpedo 1936» (1981)

Abulí y Bernet

En 1992, un joven barbilampiño, con mandíbula de dibujos animados y adicto a los spaguetti-westerns, los cómics y el manga decidió asomarse al balcón de la gloria con el estreno de una película renuente, indómita y -digamos- exquisitamente desagradable. Su nombre ya forma parte de la historia del cine: “Reservoir dogs”, y una frase que proviene de su impertinente guión, -«cuántos hijos de puta y qué pocas balas»- podría dar nombre a esta reseña. Y esto… ¿a cuento de qué? Será que cada vez estoy más convencido de que Tarantino leyó Torpedo 1936, y la obra completa, donde -desde su primera viñeta hasta la última- hay excesivos hijos de puta a pesar de tantas balas.

En 1981, más de diez años antes de “Reservoir dogs”, cuando Scorsese ni había imaginado aún la magistral “Uno de las nuestros” y los Coen apenas podían soñar con dirigir cualquiera de la más temprana de sus películas (quedaba mucho todavía para “Muerte entre las flores”), un pringadete de barrio llamado Abulí, español para más señas, crea a Luca Torelli, alias Torpedo, pistolero, asesino a sueldo, scarface de poca monta, violador y misógino y, de manera particular, un encantador monumento a lo políticamente incorrecto y al… mal gusto. Sólo con detalles de este calibre es posible comprender el alcance cultural y sociológico de esta obra peculiar e indecente, con la que -todo hay que decirlo- te partes de la risa y hasta encuentras los más variopintos motivos para sentirte mal por ello. ¿Es moral reírse con las tropelías de un fulano de tal que ausente de la más mínima ética o remordimiento mata por la espalda a una anciana a la que enseña sin querer su revólver, viola a alguna damisela casi en cada episodio si es lo que considera más grato y conveniente, abusa de menores… y un largo etcétera? Será que eran otros tiempos, pero es que Abulí lo hace tan bien, con unos guiones tan satíricos e irónicos como los del mejor Raymond Chandler, que hasta acabas cogiendo cariño a ese niño siciliano, maltratado por su padre alcohólico y por varias ristras de tíos, asesino infantil vengativo porque no queda otra e hijo predilecto de la derrota y el alcohol, que tan bien transcribió Sabina.

Torpedo desde el principio pasa factura y su primer “asesinato” no premeditado lo cometió tras salir a la luz la segunda historia: Alex Toth, el primer dibujante de las tiras abandonó el proyecto por que veía excesivo e incomprensible el humor negro que rezumaba a raudales por el personaje recién estrenado. Tal vez fue lo mejor que pudo sucederle a Luca y a su incombustible colega Rascal. El marcado clasicismo de Toth, a pesar de ser un exquisito historietista, no era lo más apropiado para llevar a imágenes la cruel, endémica y tronchante vida de Torpedo. En cambio Bernet, desde que tomó la batuta con su trazo firme, su soberbio entintado y una espectacular secuenciación entrega a cada página un más que sentido homenaje al cine negro del Hollywood de los 40.

Que es imperfecta, pues sí; en ocasiones notoriamente y de una manera evidente en las historias largas de 46 páginas para las que Abulí muestra bastante menos control (la La ley del Talón, se hace realmente cansina), y en los años intermedios de creación (claramente en el Tomo 3) se hace notar el ingente trabajo al margen de Torpedo por el que atravesaron sus creadores, con guiones algo más planos y un dibujo menos detallista y más cercano a la etapa humorística por la que pasó Bernet como viñetista en El Jueves. Y no puedo callármelo, la última historia “El día de la mala baba”, otra de esas largas pero bastante más redonda, da demasiada grima y por mucho que hubiera de esperarse por el mismo título, sobrepasa el límite de lo incorrecto (de manera objetiva, eso sí, porque una vez más me reí, sin posible ni absurda justificación).

A Torpedo es al que siempre le sobran justificaciones, “soplaban malos vientos a principios de los 30. Todo dios andaba deprimido. Les había entrado una depresión, a mí en cambio me había entrado una De Prisión. La bofia me había pillado con unos pavos mas falsos que el judas cascarote”. Buenos vientos, Torpedo, buenos vientos.

    Puedes descargar la obra completa pinchando aquí.

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