En la semana en la que se ha celebrado el Día Internacional del Síndrome de Asperger se hace necesario rescatar la reciente joya cinematográfica de Adam Elliot, Mary & Max, quien debutaba como director de largometrajes sorprendiendo a propios y extraños a pesar de contar en su haber con un Oscar.
Imposible describir con palabras los sentimientos que afloran mientras se visiona este excelente filme de animación stop-motion. Una maravillosa historia donde convergen el amor, la amistad y la necesidad de sentirnos queridos a pesar de la soledad a través de la vida de dos personas casi opuestas, pero que no se hallan en el mundo.
Necesaria.
Yo no logré empatizar mucho con la familia de Mary. Buff… La película me parece prácticamente perfecta. En el uso del color -como dices-, el magnífico stop-motion, la sencillez y natural cadencia de la historia, que es lo que precisamente la hace impactante y emotiva dentro de su inmensa crudeza. El mejor filme de animación que he visto en muchos años.
Y tan necesaria…Empaticé hasta con el Sr Ravioli, amigo invisible de Max… que cuando su psiquiatra le dice que ya no le necesita, le deja leyendo solo en una esquina. ¡Pobre Sr Ravioli!Y que maravilla ese «cerebro que sonríe» aunque la boca no lo haga…Recuerdo que me llamó la atención y me gustó el tratamiento de los colores. La vida de Mary era color sepia y la de Max en blanco y negro, pero en ambas vidas aparece el color… rojo.