La gente ilustre puede ser gilipollas, pero no siempre, afortunadamente. Lo digo porque alguna de ella sí que hubo en el concierto de Madrid en el Café Cuplé organizado preciosamente por mi amigo Liteo Pedregal; por ejemplo un ganador de dos premios Goya. ¡Guau! Y el tipo tan normal, como uno más entre tanta gente apañada con la que se podría hasta haber rodado un cortometraje o algo en un momento de la de apartados técnicos que estaban representados.
Fue una pasada, la verdad, y se me pasó el tiempo volando. Creo que nunca en mi vida he cantado tanto en un solo día; me explotaron bien.
Algunas cosas os dejo.