Imbecilidad

Good versus Evil, by kosmolaut

    Voy a tratar de resumirlo en una frase: «el ser humano no es bueno ni malo por naturaleza, se va convirtiendo poco a poco en imbécil». En su cuarta acepción, quiero decir, no hay que alarmarse; a saber, que nos faltan dos luces y somos débiles, o más finamente, seres imperfectos.

    Ahora toca lo de explicarse un poco, pero no mucho, porque ante lo indemostrable solo queda casi encogerse de hombros. Si gente tan estudiá como Hobbes o Kant tiraban para un lado del monte y Rousseau o Marx para el otro no voy a hacer yo ahora una tesis doctoral.

    Primer punto, la bondad y la maldad no son conceptos universales, éticamente establecidos a nivel mundial y comunes a toda sociedad. Por otro lado, ni siquiera la psicología evolutiva se pone de acuerdo en qué momento da comienzo la conciencia moral en el individuo, pero cuando surge, lo que sí que tienen claro es que se debe al proceso de socialización –o des-socialización, váyase usted a saber–. Así, con nuestro modelo de corrección, potenciaremos en la inocente criatura unos comportamientos sociales respecto a otros en virtud de los preceptos morales y las normas sociales de la sociedad en la que ha nacido, desde eructar o no después de comer, hasta partirle o no la cara al compañero de clase si te ha llamado memo. Aquí podemos retroceder históricamente hasta el infinito: la madre de la madre de la madre de la madre… ¿Adán y Eva eran egoístas y se ha ido pasando el asuntico de generación en generación durante el aprendizaje? El pecado original ese que dicen los irresponsables que también le echan al demonio la culpa de todo. Y aquí llegamos al quiz de la cuestión, porque tanto la idea de la maldad y de la bondad intrínseca del ser humano proviene de la tradición judeo-cristiana, que ni siquiera ha sido capaz de deshacer el entuerto de la incompatibilidad inicial de dos conceptos: Dios nos hace a su imagen y semejanza, pero por otro lado tenemos pecado original por los primeros padres. ¿Mande? Entonces, ¿en qué quedamos? Y claro, tuvieron que idear aquello de Luzbel, al ángel caído del cielo, convertido posteriormente en Lucifer, para no tener que perder demasiado tiempo en cómo, por arte de birlibirloque, el ser humano empezó a hacer trastadas, y cada vez más gordas.

    El que suscribe es que es un poco más pragmático: si el ser humano fuera egoísta y despreciable por naturaleza, se habría extinguido hace décadas, y si, en sentido inverso, fuera la bondad hecha carne, el planeta no andaría patas arriba y a punto de extinguirse también. Y habida cuenta de que, como todo el mundo ha experimentado en sus propias carnes, lo que caracteriza a las personas no es precisamente su fuerza de voluntad y el esfuerzo mantenido, si a menudo nos encontramos con gente que de manera habitual piensa en el bienestar de los demás, seguro que no es porque las susodichas, individualmente y en un acopio de lucidez, han sido tenaces en el empeño desde que levantaban un palmo del suelo; lo mismo, al revés, quien suele ir sembrando rencor a diestro y siniestro, tampoco se esfuerza ni lo hace a posta. Y he de decir en honor a la verdad, aunque lo mismo he tenido mucha suerte, que a lo largo de mi vida –y casi medio siglo da para bastante– he conocido a mucha más gente que en su día a día tiende a comportarse con decencia que como unos miserables. Y aquí viene el punto de imbecilidad del ser humano: los aprovechaos al 100% son los justos, pero como tienen conocimiento de nuestro carácter flemático, suelen ser quienes ostentan los puestos del ordeno y mando, aunque cada cual a nuestro nivel tengamos cierta cuota de esclavos; por eso el sistema va como va: por quienes mandan, que se les nota un poco más la mala baba, y por quienes somos flemáticos, una inmensa mayoría que se deja llevar pa’ no meterse en líos –tú ya sabes, esa tendencia a la huida tan natural como instinto primario– pero que, en el fondo, no desea hacerle daño a nadie, excepto desde la propia inconsciencia. El temita es que hacemos pura verdad la consabida sentencia de Luther King: «la peor tragedia no es la opresión y la crueldad de la gente mala, sino el silencio de la gente buena».

    La imperfección no se convierte en maldad necesariamente, la imbecilidad recurrente, sí. Con la imperfección poco podemos bregar, con la imbecilidad es otro cantar.

3 comentarios en “Imbecilidad

  1. Primera Ley Fundamental: Siempre e inevitablemente todos subestiman el número de individuos estúpidos en circulación.

    Segunda Ley Fundamental: La probabilidad de que cierta persona sea estúpida es independiente de cualquier otra característica de esa persona.

    Tercera Ley Fundamental (o de Oro): una persona estúpida es aquella que causa pérdidas a otra persona o grupo de personas sin obtener ninguna ganancia para sí mismo e incluso incurriendo en pérdidas.

    Cuarta Ley Fundamental: Las personas no estúpidas subestiman siempre el potencial nocivo de las personas estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan constantemente que en cualquier momento, lugar y circunstancia, tratar y/o asociarse con individuos estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo error.

    Quinta Ley Fundamental: La persona estúpida es el tipo de persona más peligrosa que existe.

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